Tania Costa: Las primeras disculpas de la familia Castro

Tania Costa: Las primeras disculpas de la familia Castro

No sé si llamarle por su nombre (Sandro Castro); por sus orígenes (nieto de Fidel Castro) o por la descalificación (papa podrida) que utilizó supuestamente su tío Alex Castro (o alguien que se identificó en Twitter como tal y fue retuiteado por come-candelas) para referirse a su vídeo conduciendo un Mercedes Benz, que nuestra insuperable Yessy Word describió con ironía como “un juguetico viejo”.

El caso es que Sandro Castro, el joven empresario cubano de los bares EFE y Fantaxy, ha pedido disculpas por su difícilmente disculpable vídeo a bordo de un auto al que los cubanos que viven de sus salarios, no pueden aspirar. Él sabe que su familia paterna (los Castro) paga salarios infames, penaliza la importación de vehículos de alta gama (y de cualquier gama) e impone precios que superan con creces el valor real del mercado y el sueño de cualquier trabajador en Cuba.

Personalmente agradezco las disculpas de Sandro Castro. No porque me las crea sino porque son las primeras que recibimos de una familia que lleva décadas insultándonos con su tren de vida. Éste es un ejemplo más de que en Cuba se acabaron los mangos bajitos.





A ver si cunde el ejemplo y se disculpan también Mariela Castro, El Cangrejo y Antonio Castro, siguiendo el ejemplo de la papa podrida de la familia.

No podemos pasar por alto un detalle importante. Sandro Castro está dolido porque uno de sus contactos de WhatsApp descargó el vídeo de su estado y lo filtró a la prensa. El niñato se ha sentido traicionado. Y ésa es una buena señal. Significa que el círculo íntimo de uno de los nietos de Fidel Castro pierde agua. Así que más pronto que tarde volveremos a tener noticias de la sencillez en la que se desenvuelve el día a día de uno de los pichones del poder.

Por otro lado está el amigo que le prestó el Mercedes. En este punto descubrimos que Sandro Castro nos mintió cuando nos dijo que el Mercedes era uno de los jugueticos que tenía en su casa o nos miente ahora cuando dice que el juguetico es de un amigo.

Suponiendo que mintió la primera vez y que, en efecto, el Mercedes es de un conocido, estamos en las mismas. El círculo de amistades de Sandro Castro no sabe lo que es la humildad ni la sencillez. ¿Por qué iba a saberlo él? Ningún obrero cubano podría prestarle un Mercedes a Sandro Castro. Ningún médico especialista podría hacerlo. ¿Quién es el amigo de Sandro Castro?

Ya sabemos quién es su novia. Ahora habrá que saber quién le prestó el Mercedes porque si finalmente, el juguetico sí es de su casa, entonces… Huston, tenemos un problema. El niñato estaría gozando con un carro comprado con dinero público y volvemos al punto de partida: la tomadura de pelo sería aún más escandalosa.

Fíjense, el Rey de España pidió disculpas cuando lo sorprendieron cazando elefantes en Botsuana en 2012, en plena crisis económica y con miles de familias españolas perdiendo sus trabajos y sus casas; en 2014 abdicó en favor de su hijo, Felipe VI y hoy vive exiliado en Abu Dabi (Emiratos Árabes). Su falta de ejemplaridad y sus negocios opacos le han puesto en su sitio.

Si una cosa lleva a la otra, nos quedan dos telediarios de autoritarismo y miseria en Cuba. Por eso es tan importante obligar a esta gentuza a admitir públicamente que han metido la pata hasta el fondo. No lo conseguimos con Alpidio Alonso (de momento), pero todo se andará.

Yo no sé si Sandro Castro fue obligado a disculparse. No sé si leyó las disculpas. No sé si de verdad se siente como un imbécil. Pero lo que sí sé es que la prensa del Partido Comunista no informó de ello y, como ven, no hace falta que lo haga. Toda Cuba vio al nieto de Fidel Castro manejando a 140 km/h un Mercedes por las ocho vías. Toda Cuba entendió que si a esta gentuza no se le ve en las colas es porque la Tarea Ordenamiento no va con ellos. No ha llegado aún a su mundo encantado.

Sandro Castro y su Mercedes prestado o sacado de entre los jugueticos de su casa no tienen nada que ver con Luis Manuel Otero Alcántara aunque sean más o menos de la misma generación. Uno es hijo de, nieto de y tiene dos bares y amistades entre peligrosas, selectas y traicioneras. El otro es un artista acusado de terrorista y mercenario, vigilado por una cámara a tiempo completo y acosado noche y día por la Seguridad del Estado.

El nieto de Fidel es blanco. Luis Manuel Otero es mestizo. Uno se codea con la élite del Vedado y el otro con la gente humilde de San Isidro. Son las dos Cuba que han chocado. La de las papas podridas y la de los que no tienen nada que perder. A Sandro Castro no lo buscan hoy los caballitos de Tránsito de la Policía Nacional Revolucionaria para multarlo por exhibirse en las redes sociales saltándose los límites de velocidad en carretera, pero a Luis Manuel Otero, la Seguridad del Estado no le da respiro.

Sin quererlo, Sandro Castro se ha convertido en un símbolo de la decadencia de un sistema podrido y apuntalado por cuatro viejos. Probablemente sin quererlo se ha convertido en la gota que colma el vaso. Por eso, querido, has tenido que pedir disculpas, porque si la gente se harta y se lanza a la calle, te va a faltar sitio para esconderte de los tuyos y de los que no lo son.


Este artículo se publicó originalmente en CiberCuba el 5 de marzo de 2021