Pranes, mitos y brujería: Cuánto afecta la ignorancia al felino más grande de Venezuela

Pranes, mitos y brujería: Cuánto afecta la ignorancia al felino más grande de Venezuela

Pareja adulta de jaguares registrada en Río Catatumbo. Foto: Proyecto Sebraba

 

 

En una Venezuela lacerada por la pérdida de los valores no sorprende que la ambición humana ya pusiera la vista sobre los minerales preciosos depositados bajo el Macizo Guayanés. Sin embargo, no muchos advierten que, desde hace tiempo, la corrupción también visita las ciénagas al sur del Lago de Maracaibo, con la mira puesta sobre las manchas del depredador más emblemático de nuestros parques nacionales.





Por Daniel Mendez | lapatilla.com

Tal como nos explica la fundadora y directora del Proyecto Sebraba, María Fernanda Puerto-Carrillo, al jaguar no lo amenaza solo el aislamiento ocasionado por el auge de los urbanismos y la siembra desenfrenada. Además, el felino más grande de Venezuela y de toda Suramérica también es codiciado por cazadores que, por una infinidad de motivos, creen que el jaguar es sinónimo de un puñado de dólares.

María Fernanda, quien por casi 14 años ha estudiado de cerca estos ejemplares en la Ciénaga Juan Manuel y sus alrededores, nos ha detallado que los cazadores practican una técnica particular para engañar al felino con presuntos llamados característicos de su especie. Para ello, uno de los cazadores se tumba en la maleza y produce el sonido con un objeto denominado “coroto”. El objetivo es que el jaguar, predominantemente territorial, crea que se trata de otro depredador invasor. Inmediatamente después, el jaguar se abalanza sobre el “corotero” pero, para ese momento, una bala de otro cazador oculto suele acabar con su vida.

María Fernanda chequea los datos desde el terreno. Foto: Pedro Luis González

 

Asimismo, la especialista enfatiza que el jaguar es inofensivo para los seres humanos y huye ante la presencia de estos. Por eso los cazadores recurren a señuelos auditivos para burlar su instinto.

– TRÁFICO Y MINERÍA –

A partir de allí, los pistoleros se disponen a utilizar las partes del animal para diversos fines, principalmente para comercializar sus pieles. Al respecto, la directora del Proyecto Sebraba comenta que algunos de los jaguares sacrificados van a parar a las cárceles fronterizas, donde los “pranes” suelen exhibir su pelaje como trofeo y sinónimo de supuesto estatus criminal.

Pero el asunto todavía no acaba. “El procedimiento de pieles decomisadas muchas veces no se muestra”, alerta María Fernanda sobre las incautaciones. Teme que en muchas ocasiones estas regresen al comercio ilegal por complacencia de las autoridades.

Jaguar ilegalmente cazado en la Sierra de Perijá cerca por la cuenca Yaza. Foto: @proyectosebrabavzla / Instagram

 

Aparte de los pelajes, los huesos de este felino son apreciados por brujos que efectúan rituales de magia negra, popularizados últimamente en nuestro país para prometer poderes sobrenaturales a supersticiosos clientes. Inclusive, muchas veces los jaguares son capturados en lugar de cazados, todo con el fin de sacrificarlos en un posterior aquelarre.

Nuestra conservacionista detalla que “en Venezuela hay comercio dirigido a los rituales, no solo al jaguar, también al cunaguaro”, felino de menor envergadura que suele ser el predilecto de los religiosos y santeros debido a que su precio resulta más accesible. Asimismo, el puma también está amenazado por tales prácticas. María Fernanda calcula que el precio de un jaguar secuestrado podría elevarse a varios miles de dólares, cifras que solo se permite “la gente de poder”.

Felino cazado en el Río Aricuaizá, cerca de Río Santa Ana, Zulia. Foto: @proyectosebrabavzla / Instagram

 

Por si fuera poco, ella también ha conocido el reporte de un “zoológico privado” en una residencia al Occidente del país, donde hace años el “dueño” de los felinos los hacía luchar con perros callejeros en fiestas clandestinas. Por casos así es que los cachorros también están en peligro de ser puestos en cautiverio, además del hecho de perder a su madre por balas malintencionadas.

La minería ilegal es otro factor de riesgo para estos mamíferos y muchas especies más, un peligro difícil de cuantificar debido a los procedimientos indiscriminados en el mal llamado “Arco Minero”. Sobre el tema, María Fernanda afirma que especialistas en Brasil hallaron metales pesados (muy probablemente mercurio) en la sangre de jaguares y otros animales silvestres. Esto puede ocasionar tanto infertilidad como otros problemas de salud aún más graves. Proyecto Sebrabra que los especímenes venezolanos estén pasando por una situación similar. Lamentablemente, la bióloga relata que la minería ilegal “nos está arropando. Va muy rápido, cada vez que se actualiza una imagen satelital el panorama es peor”.

Faes desmanteló una red que mantenía cachorros en cautiverio. Foto: Cortesía

 

Quizás el mayor motivo de que el tráfico del jaguar se produzca con cierta regularidad es el castigo casi insignificante para los cazadores. “Las penas máximas solo son de 45 días de prisión”, comenta la especialista, quien muchas veces ha temido ser víctima de una eventual represalia tras denunciar. María Fernanda enfatiza que es imperante “modificar las leyes de protección de fauna silvestre” antes de seguir comprometiendo nuestro patrimonio natural. En su opinión, el Estado venezolano también debe reforzar la educación ambiental.

– EDUCACIÓN –

Con el pasar de los años, la cultura ancestral indígena que apreciaba al jaguar con profundo respeto, prácticamente como una deidad, dio paso a pobladores que le atribuyen mitos sin sentido y de índole negativa. Desde que el jaguar está sediento por la sangre de mujeres embarazadas hasta que es responsable de sucesos trágicos.

Hembra adulta junto a su cachorro de seis meses de edad. Foto: Proyecto Sebraba

 

Sobre el tema, nuestra especialista incluso advierte un cambio de criterio en las comunidades aborígenes Barí. Antes este mamífero no representaba algo malo para ellos, pero “ahora lo ven con temor. Esa visión del jaguar poderoso ha cambiado”.

Por otra parte, también es común que los hacendados y parceleros maten al jaguar por miedo a que coma sus reses. Ante ello, María Fernanda propone el cercado eléctrico y el uso de lámparas especiales, denominadas Foxlights, además de otras estrategias que se ocupa en compartir durante su labor pedagógica.

En fin, la ignorancia al momento de convivir con estos depredadores produce sacrificios que han podido evitarse con la enseñanza adecuada. Trascender tales “cuentos de camino” y rescatar la imagen benévola de nuestro mayor depredador terrestre es uno de los retos del Proyecto Sebraba.

Asimismo, el equipo de María Fernanda concentra buena parte de sus esfuerzos en educar a las nuevas generaciones, a los niños y niñas, con el fin de consumar un reencuentro efectivo con el jaguar que logre un cambio perdurable en los corazones y el pensamiento de los todos venezolanos.

 

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