Carlos Ochoa: Cuarentena radical para los pendejos

Carlos Ochoa: Cuarentena radical para los pendejos

La única defensa comprobada que se tiene para protegerse del Coronavirus  es la vacunación masiva hasta lograr lo que llaman la inmunidad de rebaño, el confinamiento de ciudades y países es una respuesta transitoria porque no se puede tener a una sociedad indefinidamente en cuarentena radical cuando ya se cuentan con varias vacunas que están siendo distribuidas a nivel mundial, en Venezuela el gobierno de Maduro no ha dado una fecha ni un cronograma de vacunación, tampoco el nombre de las vacunas que urgentemente requerimos, la negativa a la entrada de la vacuna Astrozeneca a través del mecanismo Covax por razones políticas más que científicas, es una demostración de lo poco que valora la vida el gobierno, la cúpula, los enchufados y sus familias, cuando ya ellos están vacunados y hacen ostentación de ello por las redes sociales, el ciudadano común está percibiendo que hay dos países, uno que no tiene privilegios y lucha por sobrevivir al hambre y a la pandemia y otro que desde el poder juega irresponsablemente con la vida de los venezolanos y disfruta de reunirse cada vez que le da la gana para celebrar como si nada estuviera ocurriendo.

Uslar Pietri hace treinta años acuñó el término pendejo para caracterizar la actitud del venezolano frente a su realidad, a partir de esa entrevista realizada por Marcel Granier en su programa Primer Plano en RCTV, el termino pendejo se politizó hasta el grado que hasta una marcha de los pendejos se dio con muchos pendejos por supuesto y también muchos avivados que querían pasar por pendejos, lamentablemente en 2021 hay muchos más pendejos, pero ya no organizan marchas ni protestas, pero sus consignas están más vigentes ahora que hace 30 años porque la situación es peor, en una de ellas se podía leer “Somos pendejos, dejamos saquear y asesinar a nuestro pueblo”, esa marcha encabezada por los famosos “notables” que eran una suerte de areópago griego, un consejo de ancianos que se empeñó en derrocar a Carlos Andrés Pérez y con ello destruir el proyecto democrático que se inició en 1958 con más aciertos que desaciertos, encontró un año después en 1992 su respaldo más nefasto, con el intento de golpe del 4 de febrero que protagonizó Hugo Chávez y más luego en ese mismo año con una segunda intentona gracias a Dios fallida como la primera. La historia es conocida, uno de los notables que se hizo pasar por pendejo fue electo presidente por segunda vez en 1993 y con las atribuciones que le otorgaba el cargo,   indultó a Chávez y a toda su pandilla de facinerosos que  se erigieron a si mismos en las voces defensoras de los pendejos, a partir de allí el temor de Facundo Cabral se hizo una triste realidad, Facundo decía “Le tengo miedo a los pendejos, porque son muchos y pueden elegir a un presidente”.

Chávez logró convencer  haciéndose pasar por pendejo y llegó a la presidencia que no soltó hasta que la parca se lo llevó, en sus interminables cadenas por los medios contaba como había sido su infancia de pendejo, su origen humilde y sacrificado, igual el sucesor Maduro se mostraba conduciendo un autobús por las avenidas de Caracas y se declaró presidente obrero, todo para alimentar el mito del pendejo originario, ambos luciendo relojes exclusivos y sus familias exhibiendo un nivel de vida que nada tiene de austero ni proletario.





Ayer domingo, Maduro anunció la extensión de la cuarentena radical por el incremento de casos positivos de Covid 19, que será de cumplimiento obligatorio para los pendejos. En un país con el sistema hospitalario colapsado antes de la pandemia y agravado por esta, esa medida tiene que ser acompañada por una campaña de vacunación inmediata, pero lamentablemente no es así, el país está literalmente dividido en dos sectores que no son producto de la polarización política, no se trata de gobierno y oposición, Maduro y su familia, los ministros, diputados, militares y enchufados que se vacunaron primero que los médicos y el personal sanitario que está luchando para salvar vidas con muy pocos recursos a todo lo ancho de la geografía nacional, representan al país de los avispados que disfrutan de seguridad con escoltas y asisten a celebraciones sin importarle el otro sector, el de los pendejos, de los cuales formamos parte la mayoría de los venezolanos, que nos cuesta  entender porque este desastre no concluye con un final feliz como el que disfrutamos en la vieja cinta de Hollywood “Lo que el viento se llevó” cuando la protagonista devastada en medio de las ruinas que ha dejado la guerra civil,  es abandonada por el galán y sin perder la compostura exclama con una sonrisa ¡Mañana será otro día!  Pero el cine no es la realidad y si bien el país se encuentra como si hubiese pasado por una guerra, arruinado y saqueado, la esperanza del nuevo día hay que construirla despertando a los pendejos, no para que se conviertan en avispados, que casi siempre es lo que ha ocurrido históricamente, sino para que los pendejos marchen de nuevo, con verdaderas causas que defender como la propia vida.