Arrestaron al principal sospechoso del caso de Kristin Smart, la estudiante estadounidense desaparecida desde 1996

Afiche sobre la desaparición de Kristin Smart

 

Paul Flores, de 44 años, quien estuvo en compañía de a joven Kristin Smart la noche que desapareció en 1996, fue arrestado por las autoridades de California, al sur del estado, por cargos de asesinato.

Por infobae.com





La detención de Flores se llevó a cabo en San Pedro, en el condado de Los Ángeles y posteriormente fue trasladado de San Luis Obispo, según informó el alguacil de la entidad, Ian Parkinson.

El oficial de seguridad ofreció una rueda de prensa este martes en la que informó que Paul Flores, de 44 años, fue arrestado y acusado de un cargo de asesinato en relación con la desaparición de Smart, sin derecho a fianza.

La víctima, quien para entonces era una joven universitaria de 19 años, estudiaba en la Universidad Estatal Politécnica de California en San Luis Obispo y desapareció luego de haber asistido a una fiesta cuando se encontraba de regreso a su casa.

Según testimonios el detenido, quien era amigo de Smart, acompañó a la víctima de vuelta a su casa una vez se retiró de la fiesta. Sin embargo, la chica jamás fue encontrada y en el año 2002 la autoridades la dieron por muerta.

Entretanto, el padre acusado, Rubén Flores de 80 años, también fue detenido y presentado ante las autoridades por cargos de complicidad con la desaparición de Smart.

La justicia le fijó una fianza de 250.000 dólares. Mientras tanto su abogado, Harold Mesick, no quiso dar declaraciones aún por no haber podido comunicarse con su cliente.

Paul Flores acusado de asesinato por la desaparición de Kristin Smart

 

“A lo largo de nuestra investigación, Paul Flores ha seguido siendo una persona de gran interés”, dijo el alguacil Parkinson y “a medida que avanzaba el caso se convirtió en sospechoso y en el principal sospechoso del caso”.

Parkinson también informó que gracias al podcast que trató el tema de Smart, a partir de 2019, muchas más personas comenzaron a ser interrogadas por el asesinato.

Además se hicieron algunas excavaciones en unos terrenos cerca del campus de la Universidad donde estudiaba Smart en 2016 y la casa de Flores, ubicada en el condado de Los Ángeles, fue allanada.

Por tal motivo, el pasado mes de marzo se generó una orden judicial en Arroyo Grande en la casa de Rubén Flores, aseguró Parkinson.

“Como resultado de esta evidencia, un juez de la Corte Superior de San Luis Obispo firmó dos órdenes de arresto y dos órdenes de registro adicionales”, dijo Parkinson.

Los Flores, padre e hijo, fueron arrestados simultáneamente en los condados de Los Ángeles y San Luis Obispo la madrugada del martes.

“No hemos recuperado a Kristin”, dijo el aguacil, quien luego agregó: “No nos detendremos hasta que recuperemos a Kristin”, le aseguró Parkinson a los padres de la víctima.

Por otra parte, Sarah Sanger, abogada de Paul Flores, quien fue considerado durante mucho tiempo una “persona de interés” en el caso, el cual recobró mucho interés debido a un podcast sobre crímenes verdaderos, dijo que su firma no comentaría sobre los casos pendientes.

Kristin Smart junto a amigos en Mokule’ia, en el verano de 1995

 

El 25 de mayo de 2002, Kristin Smart fue declarada muerta. Ahora, 23 años después, una extraña luz ¿de esperanza? apareció en el largo túnel que atraviesa su familia desde entonces. Es que el FBI -la agencia federal que se dedicó a buscarla desde entonces- llamó a su madre, Denise Smart, para anunciarle que “estuviera preparada”. La noticia conmovió a la mujer, quien no entendía por qué no podían adelantarle más información. La voz del otro lado del teléfono continuó: “Esto realmente será algo que no espera. Queremos brindarle el soporte que necesita”.

Extraño, durante años, tanto ella como el resto de los familiares respetaron un riguroso luto aun sin contar con el cuerpo de Kristin. ¿Sería que ahora, finalmente, habían encontrado sus restos? ¿O habría algo más? A medida que la comunicación entre el FBI y Smart continuaba, más eran los interrogantes que emergían. Más las dudas. Le recomendaron que buscara un portavoz para la familia y que quizá sería conveniente que “se alejaran por un tiempo”. ¿Qué clase de descubrimiento habían hecho?.

La ansiedad de Smart crece frenéticamente al no tener indicios de qué pudo haber sucedido ni cuáles serán esas novedades que tanto esperó durante más de dos décadas. “Es como ‘¿puedes darme el plan de vuelo?’ ¿Cuándo pasará todo esto? Probablemente se conocerá todo inminentemente, diría dentro de un mes. Algo va a suceder”, dijo la madre.

“Hay pruebas circunstanciales tan abrumadoras en este caso. No creo que se hayan centrado en el sospechoso equivocado, y no creo que tuvieran una visión de túnel. Creo que había muchas, muchas cosas que apuntaban a esta persona”, señaló el reportero en cuyas entrevistas con familiares y conocidos de Kristin también dejó entrever que Flores podría tener que ver con la desaparición.

Paul Flores junto a su camioneta Ford Ranger en 1994

 

Flores era un chico común. Fue alumno de Arroyo Grande High School, de cuyo equipo de fútbol era un entusiasta miembro. Entonces llevaba la camiseta 52 del team. Hacia 1994 ya se sentía más adulto y logró comprar una camioneta Ford Ranger casi nueva. Se mostraba orgulloso de su adquisición y posaba con ella cada vez que podía. Incluso, en sus últimos años de secundaria consiguió un trabajo en Garlands, un lugar de venta de hamburguesas en Grover Beach. La vida normal de cualquier joven de California.

Pero todo cambió de la noche a la mañana. El 27 de mayo de 1996, dos días después de, supuestamente, haber acompañado a Kristin a su dormitorio, la Policía del condado lo detuvo para interrogarlo. Debió posar para una fotografía formal con un cartel en el que se leía su nombre escrito a mano y la fecha. Horas más tarde saldría sin ser acusado formalmente. Respiró.

Ahora, 23 años después, el caso parece volver a moverse. La intriga es total. Denise Smart manifestó que nunca había albergado más esperanza desde aquel mayo. Incluso más que en 2016, cuando el FBI y la policía de San Luis Obispo excavaron una ladera de Cal Poly siguiendo una pista que finalmente resultó infructuosa. “Cuando hicieron la gran excavación, no tenía ansiedad”, confió la mujer al diario Stockton Record. “Dije ‘No está allí’”. Pero ahora cree que el final puede estar más cerca que nunca. Y la ansiedad crece desmedidamente.