Pedro Corzo: Congreso del PCC. Otro charco

Pedro Corzo: Congreso del PCC. Otro charco

Durante la presentación del documental sobre el héroe y mártir, Vicente Méndez, el periodista Saturnino Polón dijo que recomendaba a las personas que les fuera difícil visualizar el tiempo que los Castro controlaban a Cuba, que asumieran que los niños que nacieron en el año del triunfó de la insurrección ya podían jubilarse, un comentario que me llevo a recordar que en ese momento se estaba celebrando en la Isla el Congreso del Partido que agrupaba a todos los delincuentes del país.

Según su propio cuento los comunistas cubanos, léase castristas, celebraban el octavo congreso de una fuerza política que debería ser marginada de la ley por la larga ejecutoria criminal de quienes han promovido una propuesta que violenta y, luego, cercena, la dignidad humana.

El partido Comunista de Cuba ha sido la máscara de la dictadura militar que tutela el país desde 1959. El embozo perfecto. El Partido y la ideología han sido los instrumentos que usaron Fidel Castro y sus acólitos para encubrir sus nefastas ambiciones personales, para muestra un botón, el gobierno paralelo que funcionó en Jaimanitas, cerca de La Habana, durante sus primeros meses en el poder junto a su hermano Raúl, Ernesto Guevara, Antonio Núñez Jiménez y otros allegados. Allí se tomaban las decisiones importantes, sin la participación de Manuel Urrutia, el presidente.





Los moncadistas son la esencia del régimen, no los comunistas. Los leales a los Castro, los que obedecen sin cuestionamientos. Aquellos que son sumisos a la voluntad de sus señores, sin importar el lugar donde estos se encuentren, son los que tienen asegurados una poltrona en el Olimpo castrista, al final de cuentas, el castrismo es una especie de secta religiosa en la que acatar ciegamente la voluntad del superior es lo más recompensado.

La pura verdad es que los verdaderos árbitros y dueño del país son los jerarcas de las Fuerzas Armadas. Sus comandantes, son los únicos en capacidad de escoger el futuro, no por gusto en este conclave se reiteró la importancia de las charreteras que brillan muchos más si están lustradas con los dólares que proveen los negocios militares.

Los Congresos de estas formaciones totalitarias son una farsa gigantesca en sí mismos. Los que detentan el poder real los han determinado todo antes del encuentro, en consecuencia, los delegados participantes son marionetas solo útiles para ratificar la voluntad de los dirigentes.

Los jerarcas de la convención reafirmaron su intención de perpetuarse en el poder, ellos al igual que los Hermanos, se preparan para relevarse los unos a los otros, olvidando la advertencia del canciller francés Mauricio de Talleyrand, “con las bayonetas todo es posible. Menos sentarse encima”, cosa que viene haciendo la nomenclatura por décadas, pero que puede estar cerca de su final porque se aprecia que el pueblo está recuperando la esperanza.

El castrismo, sin negar la complicidad de muchos, ha estado sostenido sobre las bayonetas la mayor parte del tiempo, una realidad que se confirmó durante este último congreso por el alto número de detenidos y las medidas punitivas que dispuso el régimen contra los periodistas independientes al dictar los arrestos domiciliario, un esfuerzo para impedir que el hartazgo nacional se manifestara más ampliamente.

Por otra parte, nunca antes el Partido había celebrado un evento tan importante en un contexto tan negativo. Previo al Congreso las huelgas de hambre colectivas y las denuncias dentro y fuera de Cuba anunciaban que la pax castrista se estaba quebrantando y en el transcurso del conclave, a pesar de la represión, varios jóvenes no dejaron de expresar sus opiniones contrarias al espectáculo partidista.

No podemos pasar por alto, tampoco, que Raúl Castro cuando entregó la jefatura de gobierno a “Miguel el Fiel”, le dijo que si todo marchaba bien sería elegido secretario general del PCC en el próximo congreso, un comentario que muestra que en lo único que los castristas son marxistas es en aquello del “centralismo democrático”, porque para ellos en el Centro del Poder es donde radica la democracia y ese centro no esta en el Pueblo, sino en el reducido núcleo que controla las fuerzas del totalitarismo.


Este artículo se publicó originalmente en Interamerican Institute for Democracy el 24 de abril de 2021