Enrique Prieto Silva: Expresarnos con resistencia

En comunicado de la nominada “Fuerza Pública en el Exilio” dirigido a la Sociedad Venezolana y Comunidad Internacional expresa: “Estimados Hermanos Venezolanos en tierra de Libertadores, y a nuestros connacionales que forzosamente están fuera de la Patria, las circunstancias nos obligan a viva voz, amparados en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a expresarnos en espíritu con Resistencia y en repudio a la más atroz y oscura tiranía, nunca jamás conocida en esta nación.” 

Declaración que estimamos de máxima cordura, toda vez, que es lo que hacemos, quienes desde el 4 de febrero de 1992, hemos enfrentado a los “militaroides”, que en mala hora se convoyaron para intentar “salvar la República”, revirtiendo el hilo democrático con un intento de golpe de estado, que fue derrotado por las institucionales fuerzas armadas de entonces, que concebidas en la Constitución de 1961, asumieron su rol de “…asegurar la defensa nacional, la estabilidad de las instituciones democráticas y el respeto de la Constitución y las leyes…”, agregándole, que: “…cuyo acatamiento estará por encima de cualquiera otra obligación.”, bálsamo que obliga a reconocer la labor prestada por esta institución, cuyo rol democrático la ha obligado siempre a estar “al servicio de la República, y en ningún caso al de una persona o parcialidad política.” 

Sigue en su comunicado “Fuerza Pública en el Exilio”, expresando que: “…lamentablemente quienes hoy se presentan con el nuevo ropaje democrático, no son dignos representantes de las virtudes, que acompañaron a nuestros próceres de la independencia, pretenden acceder a las migajas convenidas con el más nefasto Régimen Criminal, podrán ser adjudicados simbólicamente como gobernadores y alcaldes, pero jamás podrán disponer de los recursos y el situado constitucional y el mismo poder político, pues los enemigos de la cosa pública, no se los liberarán, en pocas palabras, lo que tendréis, serán tan simples burgomaestres decorativos, que no podrán disponer del control efectivo del gobierno local ni regional, y te seguirán presentando ofertas engañosas, ayer estuvieron en la Asamblea Nacional, y no lograron cumplir, con lo que nos ofrecieron, y hoy nuevamente insisten en pedirte el voto para seguir en lo mismo,…”





 Ante tales inquietudes manifiestas, quienes vivimos y padecemos los sinsabores de esa política del régimen que queremos cambiar, nos preguntamos: ¿Y hasta cuando tenemos que esperar en nuestro martirio, para que vengan los “otros” a liberarnos de este yugo antidemocrático? Entendemos y lo sabemos, que estos gobernantes usufructúan el poder deliberadamente en contra de las normas constitucionales, y quieren mantenerse gobernando durante todo el tiempo, pero hemos sido nosotros los culpables de que esto sea así. Nos incluimos para que no nos incluyan con “ellos”, esos que califican de  colaboradores del “más nefasto Régimen Criminal”, como lo hacen con quienes, no tan ciegos, se han dado cuenta como nosotros, que no podemos seguir esperando esa fuerza libertadora en la que muchos creen que vendrá a liberarnos, sino que hay que aprovechar cualquier oportunidad que se nos presente para tratar de cambiar el gobierno y a todos los poderes púbicos. Esta es una oportunidad, como ha habido otras.

el asunto no se trata de poseer espacios políticos, participar o no participar porque da lo mismo, la diferencia es que cada día ellos son más privilegiados en sus riquezas personales y el dominio del poder político, lo que vivimos es sumamente terrible, la ceguera situacional nos impide ver en manos de quién estamos sometidos, es la HORA de despertar de este letargo, levantemos el ánimo e impulsemos el deseo de organizarnos con Inteligencia, con convicción y visión de Libertad, sepan ustedes que este sistema delincuencial corrompido en toda su estructura, destruye valores, y se niega a la prosperidad, la sangre inocente derramada en el asfalto, clama justicia desde el cielo, no podemos distraernos con esta fauna política, es Hora de Resistencia Radical Legal y Constitucional.

Compatriotas desde  la trinchera de Fuerza Pública en el Exilio, exhortamos al llamado a la Organización, Venezuela no le pertenece a los zombis políticos tradicionales, la unión debe ser real, es necesario integrar la presencia de los empresarios, sindicatos, dirigencia universitaria, gremios profesionales, ONG, y toda la diversidad de los sectores de la vida nacional que aspiran vivir en Libertad, incluso las diversas iniciativas en RESISTENCIA que están organizadas en el Exilio, son vitales y necesarias, no podemos ser excluyentes, honremos nuestro sentir patrio, LA FUERZA ES LA UNIÓN, dejemos los personalismos a un lado, no es tiempo de caudillismos, es tiempo de Resistencia.

“Repudio Eterno a los Tiranos y las Tiranías”

L:. I:. F:. 

Venezolana, sobre “Reflexiones y propuestas a la reforma del Código Orgánico de Justicia Militar”; tema álgido, porque incluye mucha desidia y mala actuación jurídica, que se complica con la aversión adquirida por la fuerza armada en este tiempo de “revolución”, que advino en una gran insensatez, que confundió a lo militar con lo político y con el gobierno, dada la deficiente formación profesional de los militares, desde su incursión en la política del país, creyendo, como lo creyeron los actores del 4F, que la sociedad los requería para resolver el problema partidista de finales de los 80’ y toda la de los 90’ del siglo pasado, cuando los llamados “jóvenes militares de las tres raíces” tuvieron la osadía de intentar derrocar al presidente de la república en nombre del pueblo.

Ya lo que provino de esta ignorante osadía, la conocemos porque la sufrimos todos los venezolanos, “la destrucción del pías mas rico del planeta”, “el milagro al revés”, a decir de muchos opinantes.

Vale decir, que entre las cosas buenas resultantes de querer hacer un mal, fue la aparición del artículo 261 de la Constitución. Ese artículo, con el que quisieron castigar a los causantes de la maledicencia de los “jóvenes militares”, encarcelados pero nunca juzgados por su odisea del 4F, con el que creyeron castigar a esas fuerzas armadas que los derrotó y puso en orden. Quisieron, como lo sellaron en la Constitución, apartar a las fuerzas armadas de la política y por ello la dejaron solo para la “defensa militar”, eliminando la fortaleza constitucional del 61 que las montaba en “…garantizar la paz pública y defender la constitución y las leyes”. También, con el artículo 332 las saca de su participación en el “mantenimiento del orden público”, incluyendo en su misional constitucional, su cooperación en conducir las operaciones necesaria para el mantenimiento del orden interno, que es la función militar que cumple la Guardia Nacional en un teatro de operaciones, es decir, en operaciones bélicas.

El título que pusimos a este artículo, lo hacemos con la intención de que el lector, se haga la pegunta y no haga un prejuicio antes de leer sobre el tema, que hemos desarrollado en varias entregas.

Como hemos dicho, el Derecho Penal Militar, contempla una diversidad de normas sui-generis, que nacen desde el momento mismo de la constitución de cada Estado y la formación de su cuerpo armado regular. Él es un derecho propio, particular, independiente del penal ordinario, conformando una especialidad jurídica indiscutible, que obliga a entenderlo como una legislación especial, que nunca fue comprendida en su lato sentido y se le utilizó mayormente en Venezuela como derecho penalizador político, sin que obviemos, que el sustrato de este delito es el político, dado el fin institucional. 

Y en este sentido, a los fines de dar una respuesta breve a la pregunta que nos plantemos, nos iremos al fondo desarrollado con la teoría de la ficción jurídica, que la fundamente, cuando buscamos entender el soporte de la existencia del delito militar y de allí, también la existencia de la especial justicia militar, cuando entendemos la referida naturaleza militar del delito establecido en la Constitución, y el decir de Raúl Augusto Badaracco en la Enciclopedia Jurídica OMEBA: “El interés, jurídicamente protegido por la legislación, al crear los delitos militares, es el interés público del Estado de proteger la organización de sus fuerzas armadas. Y el Estado tiene interés en proteger la organización de sus fuerzas armadas, porque con ellas provee la defensa nacional, que es uno de sus fines vitales.” 

Por otra parte, es obvio, que el verdadero delito militar es el que se origina del tipo delictivo establecido en el Código como ocurrencia en una operación militar, que es el fin institucional de las fuerzas armadas y lo que constituye la naturaleza del militar. Por ello, de existir la institución militar con el fin previsto para la defensa nacional, existirá también la necesidad de la existencia del delito militar, que para el juzgamiento de su violación tendremos a la justicia militar, regulado por el Código de Justicia Militar; que desde hace mucho tiempo, y más desde la aparición del artículo 261 de la Constitución, requiere su actualización mediante una profunda reforma.

Nuestra última entrega nos referimos al momento, cuando  a raíz del 4F dijimos que: “lamentablemente, surgió una legión de seguidores, muchos de ellos rezagados integrantes del frustrado intento de golpe de Estado en 1992, que desplegaron explicaciones fútiles de victoriosos, así como un profuso grupo de pancistas, que con un interés económico o de respingo en su incapacidad profesional, se nutrieron de este falso ideal bolivariano, que en el fondo no es otra cosa que un “militarismo ignaro y belicoso”, que creó un clima de intolerancia y divisionismo vengativo contra quien no profesara o se uniera a esta distorsionada idea socialista, que, con el calificativo de “roja rojita” logró profundizar la división partidista a la que se refirió el Libertador en su proclama de Santa Marta…”

Dimos a entender, de lo que muchos políticos y militares no se percatan, como lo es es el juego sucio de la anti política, que hizo creer en la necesidad de un fuerte poder gubernamental, que “lograra recuperar el orden democrático perdido al termino de la cuarta república”, en sí, una torpe desviación de los fines de la democracia, donde se piensa en la necesidad de un poder dominante, con facultad de dominio, imperio y jurisdicción para el mando o la ejecución de acciones, que solo puede lograrse bajo el imperio del poder militar.

Sin dudas, fue la creencia en algo cierto teóricamente, donde se involucra en sentido lato, la capacidad para enfrentar una situación, por lo que referido al Estado, podemos inferir, ese poder como la capacidad diplomática, política, económica y militar con que cuenta para alcanzar los objetivos de sus intereses nacionales. 

En sí, es el conjunto de elementos tangibles e intangibles, que pueden permitirle, mediante la acción o la manifestación, hacer uso total de su soberanía, para en forma individual, crear y tomar decisiones independientes; con cuya teoría, surgió la catástrofe, al creer que ese poder militar era el necesario para dar impulso a la supuesta democracia perdida. Y como dijimos también: “Nunca nos imaginábamos, que la tozudez del enfrentamiento contra el chavismo, utilizaría la misma fórmula de protesta política utilizada por éste, que, sin dudas, marcó un antes y un después en la historia de Venezuela; y queriéndolo o sin quererlo, el destino presagiado con la pestilencia del rancherismo ignaro y purulento, impregnado de juventud y militarismo consciente pero equivocado, nos condujo a la puja de un sinsentido tosco, como lo es propugnar la guerra como forma de hacer política para lograr la paz en nuestro país.”

Sin dudas, fueron dos los ingredientes que se juntaron para el logro de esta odisea de lucha por el bien, que solo trajo el mal: uno, que los emprendedores de ese movimiento fueron bisoños militares, que no entendieron, ni la misión que les correspondía como integrantes de la institución de las Fuerzas Armadas Nacionales, y segundo, que su capacidad cognoscitivo por su baja jerarquía militar, no podían entender a su nivel teórico, la diferencia y uso de los factores del poderes, donde el militar, con una concepción bélica en el Estado moderno es un elemento o ficción que se encarga de la guerra, y ésta solo es perfectible en la defensa nacional, que aunque al momento del 4F su cometido constitucional de 1961 daba la opción política de defender la constitución y las leyes, en ningún caso podría entenderse como árbitro político para decidir sobre la bondad del gobierno, y muchos menos tomar acciones “caprichosas” para cambiarlo.

  Si bien es cierto que el poder de todo Estado depende de las fuerzas que posea y esas fuerzas se ubican en los diferentes campos del poder, con preponderancia del campo militar, quien tiene el poder de las armas de la República, la sana aplicación del poder, depende de la capacidad de los órganos encargados del diseño de las políticas y las acciones estratégicas que su utilicen en tal sentido. Siempre será mayor el poder, en la medida, que se conozcan, se organicen y se manejen eficientemente las fuerzas con que cuenta el Estado, pero solo la capacidad, de cohesión y uso armónico de las fuerzas integrantes de esos poderes, permite la consolidación de un régimen democrático como lo establece la Constitución. He aquí el meollo del tema, que obliga a entender la necesidad de subordinación del poder militar al poder político,

Existe el errado criterio, de que el poder de una nación es el reflejo de su poderío militar. Criterio que pareciera ser cierto, cuando nos engañamos al creer que el poder militar, por ser el único que contiene una denominación autónoma, como “poderío”, es autónomo en su aplicación. Este engaño, es la derivación del deseo de los gobernantes, por mantener una actitud autocrática en un Estado que presume un sistema democrático, donde el poder militar, es el menos autónomo de todos los poderes.

El poder militar, o las fuerzas armadas, es parte del poder político, y el más dependiente del económico y del social. Las fuerzas armadas, se componen principalmente de personas, por lo que requiere de la aceptación de la comunidad; y en cuanto al poder bélico, requiere de un gran apoyo económico, generalmente adversado por los poderes político y social, atendiendo a las necesidades que reclama el conglomerado, como presión dominante al gobierno. Sin embargo, esto no puede entenderse como diversidad de fines, toda vez que el poder militar lo crea el Estado con el fin especifico de la defensa militar, como lo establece en Venezuela el artículo 328 de la Constitución. Y solo para este fin es la existencia de las fuerzas armadas, que rechaza su intromisión en la función política de gobierno del Estado. 

Es interesante, a mas de conveniente en nuestro análisis sobre el poder militar y su injerencia en la política de gobierno del Estado, saber que el concepto de poder militar con visión política aparece en Estados Unidos durante y después de la II Guerra Mundial y, en el fulgor de la Guerra Fría, cuando en una supuesta paz, se unen el intelecto de los militares gestados en las universidades de pre-guerra, cuando el máximo esfuerzo se dedicó a lograr la supremacía en el desarrollo bélico unido al espacial. 

Fue la unión de lo que se denominó “burocracia militar-industrial”, en lo que Ralph E. Lapp denominó “cultura de las armas”, cuando la complejidad y la tecnología alcanzan su mayor fuerza, es decir, el alcance y el poder de la organización, y la posibilidad de la creencia al servicio propio.

Según Galbraith, la finalidad de la concentración del talento era aumentar la autonomía y la capacidad de las organizaciones responsables del esfuerzo para lograrlo. Manifestó que, la crítica y el desacuerdo requieren conocimiento, y la gente con conocimiento estaba en su mayoría absorbida por el sistema. 

Consideró además que, la Administración de Eisenhower consolidó el poder de los militares al designar secretarios de Defensa que en gran medida se mostraron pasivos, con la excepción de algunas ocasiones en se preocuparon por los costos. Sin embargo, consideró, que esa emancipación del poder militar fue realmente una decisión democrática, una respuesta ampliamente aprobada a las fuerzas aparentemente temibles que rodeaban a la nación norteamericana.

En cualquier Estado, el poderío militar, lo conforman orgánicamente las “fuerzas”, denominación que entre nosotros reciben las principales y diferenciadas organizaciones, ramas o componentes constitutivos de la Fuerza Armada, a quienes se les atribuyen funciones específicas dentro del campo militar. En Venezuela, como algunos otros países del mundo, se organizan las FAN, con la denominación de Fuerza Armada en cuatro Fuerzas o componentes: Ejército, Armada, Aviación y la Guardia Nacional a la que nos hemos referido anteriormente. 

Rudolf Kjellen, sueco que usó por primera vez el término “Geopolítica”, afirmó que el Estado es un organismo viviente, cuyo territorio es el cuerpo donde se asienta la población con su idiosincrasia, sus actividades económicas y su comunidad social, bajo un gobierno con fundamento legal y administrativo. Sostiene también, que “el principal atributo del Estado es el Poder, el cual le permite subsistir y progresar, afirmando que él es más importante para su existencia que la Ley, ya que ésta solo subsiste con su respaldo”. Esto puede ser cierto en el estudio del Estado y su geopolítica, pero cuando nos referimos al poder militar en el Estado, hablamos de la fuerza del mismo poder político, que cuando este se desvía o confunde trae como consecuencia, la inestabilidad política, surgiendo la dictadura o el poder de la fuerza para lograr la estabilidad perdida.

  @Enriqueprietos