Luis Carlos Vélez: Quieren tumbar a Duque

Luis Carlos Vélez: Quieren tumbar a Duque

El Presidente Iván Duque está en la mira de sus enemigos. Es producto de su manejo político y la sevicia de quienes no lo quieren dejar terminar su periodo.

El mandatario está acorralado porque no tiene respaldo político y se desvanece el de la ciudadanía. El florero de Llorente de esta dura situación es la reforma tributaria, pero fácilmente pudo ser la crisis de la vacunación o los errores de las FF. MM. Golpe a golpe no lo van a dejar respirar.

Iván Duque se ha pasado de idealista. Cree que la manera de sacar sus proyectos adelante es por el valor de los mismos y no por el peso que tienen los acuerdos. Pretende reformar la manera en que se hace política en el país, cuando esta es una nación en la que están incrustadas las costumbres clientelistas y el apetito burocrático. Peca de inocente.

Él quiere mandar en el ideal, pero lo está aterrizando la realidad. Por intentar desterrar la mermelada está terminando solo y sin gobernabilidad. Para avanzar tiene que tragarse el sapo de repartir el juego a liberales, conservadores, Cambio Radical y hasta Colombia Humana. Es por eso que hoy hay tanto silencio ante el ataque coordinado a la institucionalidad. Ojalá los acercamientos que empezaron el viernes tiendan puentes y lleven a que los actores políticos asuman la responsabilidad de la difícil situación por la que estamos atravesando.

Duque está acorralado por la estructura. Pippa Norris, profesora de Harvard, explica en su libro Cultural Backlash que los populistas llegan al poder en respuesta a dos fenómenos: reacción cultural y agravios económicos. En el caso de Colombia esto es evidente. Los jóvenes son principalmente los que rechazan las políticas económicas liberales y la estrategia de globalización reinante en el país. Es una reacción generacional fundamentada en las pocas posibilidades de tener un futuro mejor. Los estudiantes y recién ingresados al mercado laboral quieren un cambio y se arropan en quien se los proponga, así sea un falso mesías. Las circunstancias convirtieron al presidente más joven de Colombia en un representante del pasado.

El presidente también está presionado por las redes sociales y las noticias falsas. El periodista Santiago Ángel ha encontrado por lo menos siete episodios en los que importantes periodistas, medios y políticos divulgan informaciones equivocadas, que ponen estratégicamente en jaque al Gobierno. Por ejemplo, la semana pasada varios comunicadores publicaron en redes un video de Pereira que titularon ‘La manera como esta tanqueta pasa por encima de los manifestantes’. Trino que fue amplificado por Publimetro, Infobae y finalmente por el senador Iván Cepeda, cuando la realidad es que la persona que grabó no terminó de mostrar que el vehículo pasó por una parte de la vía prácticamente despejada. Lección: muy fácil indignarse y es muy difícil informarse.

Duque está cercado por la pandemia. La crisis desnudó nuestra débil realidad económica. Evidenció que la sostenibilidad financiera del Estado es frágil y que, ante la ausencia de materias primas para vender, dependemos de los impuestos y los entes multilaterales para sobrevivir. No hay plata para todo lo que se quiere y, por lo tanto, se acumulan las promesas incumplidas.

Todo está servido para que se materialice el sueño que tienen muchos de tumbar al presidente Duque y llevarse por delante la institucionalidad. Son astutos al entender que ante este cúmulo de argumentos es momento de dar su golpe. Comprenden que, a todo lo anterior, hay una suma de intereses del narcotráfico, organizaciones residuales y enemigos internacionales de Colombia, que le apuestan al fin de la democracia en el país. Es importante entender que hay quienes están instrumentalizando nuestra indignación, desesperación y decepción para convertirlas en arma de destrucción frente a lo que tanto nos ha costado levantar.

Es por eso que no es conveniente continuar con este torbellino de destrucción. Tenemos que avanzar en identificar a los violentos, que no son representativos de las mayorías. Deben quedar al desnudo quiénes coordinan los ataques a los CAI, y esperan a los uniformados con fusil.

Para ello lo primero es rechazar vehementemente lo ocurrido en los casos de Santiago Murillo, Nicolás Guerrero, Marcelo Agredo y Lucas Villa. Se debe buscar a los responsables. También es importante castigar inmediatamente a los protagonistas de abuso policial. Sin garantías para disentir en ley no habrá confianza para avanzar.

Segundo, es urgente que el Gobierno entable un diálogo sincero con sus contrapartes legítimas y no violentas. Debe llegar con el corazón en la mano y el oído abierto para concertar. Y, tercero, debe hacer todo lo posible para proteger la propiedad privada y restablecer el orden en lugares como Cali, en donde el caos reina desde que empezaron los desmanes.

La estrategia está clara; quieren tumbar a Duque. Lo leen débil y seguirán pegándole donde le duele. El problema es que la anarquía nunca crea el escenario de un legítimo cambio de régimen. Pasarle por delante a la ley nos dejará en ruinas y, una vez cruzado ese umbral, será muy difícil regresar. El presidente tiene la oportunidad de retomar, y los partidos de por fin actuar en beneficio del país y no de sus propios intereses.

Publicado semana.com

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