Justo aquí al lado, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Cada día miles de buenos y muy pocos malos cruzan la frontera. Los venezolanos en busca de refugio y un futuro menos riesgoso, los colombianos para ganar algo más de dinero. Sin embargo, existe un tercer pueblo que habita en su propia nación, construye en ambos lados, creando nuevas fronteras, los guerrilleros narcoterroristas, hablan de un país en el cual ya ejercen poder, control y miedo.

Las naciones, históricamente, se han consolidado combatiendo, crecen y se hacen grandes para luego desmoronarse entre divisiones de sus líderes. Le pasó a aquella Grecia macedónica que Alejandro Magno llevó de triunfo en triunfo hasta las puertas de la India, para después disolverse en reinos diferentes, otorgar prebendas, premios y destinos a los generales de aquél que se hizo egregio antes de tiempo y murió prematuro.

Lo hicieron los griegos con el Peloponeso y las islas del mar Egeo para terminar muriendo como presuntos héroes ante el aparataje persa, después sonrientes y sumisos maestros ante el empuje romano. Lo ansiaron los europeos según cuál rey predominaba sobre sus vecinos hasta avanzado el siglo XVIII cuando Napoleón Bonaparte sembró cadáveres franceses en toda Europa antes de finalizar humillado y enfermo en una isla perdida en el Atlántico. Lo pretendió el asesino, criminal Adolfo Hitler y la soberbia alemana para terminar suicidándose en un bunker; y lo ensayo sin éxito la ignominia del comunismo ruso que aguantó sesenta años antes de que sus propios pueblos derribaran la Cortina de Hierro.





Más inteligentes los estadounidenses, han dicho siempre, o al menos desde que se consolidaron como la mayor potencia del mundo al concluir la II Guerra Mundial, observa la fuerza militar que poseemos con la cual podríamos aplastarte pero no estamos dispuestos a arriesgar electores, más bien toma el dinero que repartimos. Estados Unidos ha demostrado que no se gana colonizando, sino distribuyendo tecnología. País de emprendedores e inventores que se sienten incómodos y avergonzados, al hablar de su inmenso poderío, bombardean para después reconstruir.

En América Latina el comunismo infame, perverso y el socialismo inútil, han fracasado en la región, incluso en la Cuba que controlaron pierden la batalla de la rebeldía, de un pueblo con hambre y en la miseria, ahora lo intenta en Colombia, utilizando los mismos recursos y argumentos, la misma estrategia que los llevó al fracaso en Chile, Perú y Ecuador, la corrupción con sus empaques desgarrados en Brasil, las fábulas altisonantes que tienen atenazados a Venezuela y Nicaragua tiranías vigentes pero desenmascaradas.

Apuntan a Colombia, saben que no podrán ponerla de rodillas golpeándola desde Venezuela, su principal arma, la narcoguerrilla subversiva y terrorista, es dura para combatir pero lo hace sin eufemismos, y el disimulo es elemento fundamental de su estrategia de conquistar un adminículo que ya no tienen. Errores, empecinarse en propuesta de reforma sin previo acuerdo que calmaran las aguas antes de agitarse. Retirarla en medio de la violencia callejera, y el aparente no saber qué hacer. Mientras las calles se estremecen y actúan sin orientación, lucen erráticos, balbucientes y estupefactos. Incapaces de reaccionar con estrategia, y en conversación consigo mismo; hay desconcierto, miedo y muertos. Y cada caído aumenta la furia. Una cosa es lo que se necesita, otra cómo lo interpretan las masas; y aprovechan oportunistas revolucionarios de siempre.

¿Caerá Colombia? sufren y sufrirán aún más, pero los colombianos piensan, reflexionan, han experimentado dificultades, sus principios y valores son fuertes, arraigados, tienen mucho que perder y capacidad intelectual para acomodar asuntos. Son silenciosos, educados, respetuosos, pero saben combatir. Lo han hecho y tienen el aforo para seguir haciéndolo. Los colombianos son productores, no esclavos.

@ArmandoMartini