Top Gun: Los actores que rechazaron el papel, los vómitos de Tom Cruise y el piloto que desapareció en el mar

Tom Cruise tenía 23 años cuando Top Gun lo convirtió en una super estrella de Hollywood (Grosby Group)

 

Las primeras críticas en los diarios norteamericanos fueron opacas. Parecía que condenaban el porvenir comercial del film. Una recepción poco efusiva en los medios masivos ahuyentaba a la gente de las salas. Sin embargo, ese primer fin de semana, el público colmó las salas. Un película de acción, de aviadores, de persecuciones aéreas, con una historia de amor, un joven actor con magnetismo, un elenco nuevo y una banda de sonido con impacto. Una fórmula que resultó infalible. Contra todo pronóstico, Top Gun se convirtió en la película más taquillera de 1986. Con un presupuesto de 15 millones de dólares, terminó recaudando 360 millones. Pero no sólo se trató de una cuestión de recaudación. La película hizo que Tom Cruise fuera uno de los grandes nombres de Hollywood.

Por infobae.com





Tom Cruise tenía 23 años. Hasta el momento había interpretado pequeños papeles. La primera gran oportunidad le llegó con Risky Business. La escena icónica de él, con toda la casa paterna a su disposición, bailando en calzoncillos, con air guitar incluida, Old Time Rock and Roll de Bob Seger. Luego vino un pequeño traspié: Leyenda de Ridley Scott. Una filmación larga -que lo sacó de otros sets por más de un año- y un fracaso de crítica y taquilla. Su carrera estaba en un momento crítico, en un punto de quiebre. Debía elegir bien el siguiente proyecto. Y lo hizo. Top Gun lo convirtió en una súper estrella.

El rol de Maverick había sido ofrecido a la gran mayoría de las estrellas jóvenes del momento. El que estuvo más cerca e interpretarlo fue Matthew Modine. Pero rechazó la oferta. Creía que la historia era demasiado militarista, de un nacionalismo excesivo que contrariaba sus convicciones. Lo mismo dijeron otros actores como Tom Hanks, Emilio Estevez, Patrick Swayze. El agente de John Travolta pidió un salario demasiado alto (más teniendo en cuenta que hacía años que no protagonizaba un éxito). El de Charlie Sheen también fue un nombre que tuvo posibilidades: unos años después Sheen protagonizó Locos del Aire (Hot Shots), una sátira de Top Gun. Varios más se rehusaron porque consideraron que el guión era flojo. El mismo Tom Cruise dudó. Su experiencia anterior con la familia Scott no había sido buena (Ridley era el hermano de Tony Scott). Pero el productor Jerry Bruckheimer le organizó una visita a la base aérea. Caminó por las pistas, vio volar los aviones e inspeccionó los hangares. Al terminar el recorrido, el joven actor llamó al productor para decirle que contara con él. Había quedado fascinado con ese mundo y quería vivir en él, al menos por unos meses.

En el momento en que Top Gun llegaba a las salas norteamericanas, Cruise filmaba El Color del Dinero junto a Paul Newman y Martin Scorsese, y su carrera adquiría otro sesgo. Al éxito de público le agregaba el prestigio. Cruise fue importante también en la difusión del film. Realizó una gira mundial acompañándolo en su estreno en distintas plazas importantes como Francia, Inglaterra y Japón.

Jerry Bruckheimer tuvo que luchar para filmar este guión. Los ejecutivos de los estudios se mostraban remisos. Hubo una circunstancia externa que lo condicionó aún más. Se había estrenado unos meses antes, un programa de televisión que contaba la vida interna de la Fuerza Aérea. Pero fue un fracaso estrepitoso. Eso los hacía deducir que el tema no era de interés para el público. El otro factor que influía era la complejidad del rodaje. El productor confió en un hábil artesano, Tony Scott que venía de filmar El Ansia con David Bowie. Scott sabía contar, encontraba el corazón de la historia y cada una de las escenas de sus películas tenía ritmo propio.

En el transcurso de la filmación, los aviadores norteamericanos se acercaban al director y a otros miembros del equipo para marcar algunos errores de verosimilitud. Era un aspecto que a Tony Scott no le importaba demasiado. En una pausa entre escena y escena, unos militares se acercaron al director y se quejaron amargamente de la gran cantidad de escudos y distintivos que tenían las chaquetas de los aviadores en la ficción. Adujeron que para ellos eso era inverosímil, que ninguno usaba tantos. Tony Scott, sin sacar la vista del café que estaba tomando, les respondió: “No estamos haciendo una película para pilotos de guerra. Nuestro espectador es un granjero de Kansas que nunca va a notar la diferencia”.

Sin embargo la película logró trascender el tiempo. Y en uno de esos raros fenómenos que suceden muy de vez en cuando, sus escenas y sus modismos se convirtieron en parte del mundo que intentó recrear. Así como miembros de la mafia norteamericana incorporaron latiguillos de El Padrino, Top Gun logró que algunas de sus frases y modismos -que no existían en el mundo de la aviación bélica- se volvieran frecuentes entre los pilotos. Tanto es así, que en la actualidad, en la academia de pilotos de elite hay multas fijadas para aquellos principiantes que citen el film creyendo que están replicando jerga del mundo aéreo.

Para poder llevar adelante la filmación era imprescindible contar con el aval de la Marina norteamericana. Debían proporcionar los aviones, los portaaviones, las instalaciones de las bases y los conocimientos técnicos necesarios.

Eso, además del costo económico del alquiler de las naves, de las horas de trabajo de los especialistas y de la nafta, permitió que la Armada metiera mano en el guión y exigiera cambios. Modificó varias partes de la historia para mejorar su imagen, entre ellas la de los motivos de la muerte de Goose.

Tony Scott estaba filmando en un portaaviones, el despegue y aterrizaje de aviones con la caída de la tarde como telón de fondo. Pero el comandante de la nave, sin importarle la filmación y ni la luz que necesitaba el director, viró el rumbo. Scott salió corriendo a pedirle que retomara el anterior. El marino le explicó que esa maniobra tenía un costo de 25.000 dólares. Tony Scott sacó de un bolsillo su chequera personal, hizo un cheque por esa cifra y pudo filmar unos minutos más ese atardecer ideal.

Todos los actores vomitaron arriba de los aviones de combate. Les costó adaptarse. Tom Cruise fue llevado en un viaje inicial por un piloto profesional. En medio de las maniobras buscó la bolsa de papel que tenía a mano. Al verlo, el que comandaba la nave al hizo girar el avión y lo puso boca abajo en medio de la operación del actor que terminó bañado en sus propio vómito. Ese fue su bautismo aéreo. Al aterrizar, el militar se acercó a Cruise y le expresó sus respetos: “Sólo hay cuatro trabajos que vale la pena hacer en esta vida: piloto de elite, actor, estrella de rock o presidente”, le dijo.

Art Scholl, uno de los pilotos que se desempeñaba como doble, perdió el control de su nave en medio de una toma. Anunció por la radio que estaba en graves problemas y la nave cayó en picada en el mar. Nunca fueron encontrados los restos ni de la máquina ni del piloto. Una leyenda en los títulos finales le dedica la película.

Después del estreno y del reinado de la película en la taquilla, las autoridades militares quedaron muy conformes con el film y la imagen que daba de sus pilotos. Fue una enorme publicidad para ellos. Las peticiones para ingresar como pilotos aumentaron un 500 %. Eso hizo que se replantearan su relación con el mundo del cine, del que se habían alejado en las décadas anteriores. La revista Time relejó esta situación llevando el tema a su tapa: “El Pentágono llega a Hollywood”, anunciaba.

Cuando los directivos del estudio vieron el primer corte, no quedaron satisfechos. Las escenas de acción eran buenas, había tensión, el elenco joven daba la talla pero faltaban escenas de amor. Hubo que volver a rodar. El problema era que la pareja protagónica ya estaba en otros proyectos. Cruise con Scorsese mientras Kelly McGillis hacía Made in Heaven de Alan Rudolph. La actriz por exigencias del guión de su nuevo proyecto se había teñido el pelo. Lo tenía mucho más oscuro. Cruise había abandonado el corte militar. Para solucionar esta cuestión Tony Scott decidió que McGillis utilizara una gorra en la escena del ascensor para que no se notara el cambio de color.

La música es otra de las claves de la película. El álbum con la banda sonora llegó a la cima de los charts. Vendió casi 10 millones de copias. Lo extraño es que las tres canciones más conocidas, tres clásicos, no estaban en el disco por una cuestión de derechos (recién se incorporaron en la reedición dos décadas después del estreno): Sittin’ on the Dock of the Bay, You ‘ve Lost That Lovin’ Feelin’ y Great Balls of Fire.

Pero Giorgio Moroder tenía un as en la manga. Take my Breath Away grabada por Berlin, un grupo New Wave fue un gran hit y se llevó el Oscar y el Globo de Oro a mejor canción original. Moroder había compuesto la música de esta canción un tiempo antes. La había ofrecido a 9 Semanas y Media y estuvo a punto de ser utilizada. La letra es de Tom Whitlock. Moroder conoció a su co-equiper de una manera particular. Whitlock era mecánico de autos de lujo. En una oportunidad que arregló la Ferrari del músico le contó que él también componía. Moroder le pasó el tema y éste le puso la letra.

The Motels, a pesar de grabar su versión, prefirieron seguir con los temas propios (años después la incluyeron en una compilación) y perdieron la chance de contar con un enorme suceso. Berlin fue el grupo elegido y tuvo un gran hit. Paradójicamente, Terry Nun, la cantante de Berlin, odiaba las baladas y los temas lentos. Este fue su mayor éxito. Quizá, el único.

Los otros temas originales exitosos estuvieron a cargo de Kenny Loggins. Él tampoco fue la primera opción. Antes se los habían ofrecido a Reo Speedwagon y a Toto que por motivos contractuales no pudieron aceptar. Danger Zone taambién tuvo gran difusión e impulsó la venta de discos. Una última curiosidad sobre la música: Judas Priest negó la autorización para incluir uno de sus temas porque la banda heavy no quería quedar asociada a un fracaso.

A la película de Top Gun le esperaba otro hito más. Fue la que rompió una barrera en el mundo del video casero. Batió todos los récords anteriores de preventas. La gente hacía cola en los video clubes para llevársela a sus hogares. En Estados Unidos a través de ella se instaló un nuevo precio de venta en los VHS que permitió un boom en su adquisición, modificando el negocio para siempre.

La pandemia impidió que se estrenara la secuela -inesperada- de esta película. Se postergó la llegada a los cines, aunque parece que con el avance de la campaña de vacunación en Estados Unidos, se verá en pantalla grande en julio de este año. Top Gun: Maverick marca el regreso de Tom Cruise al papel que cambió su carrera. Esta vez será dirigido por Joseph Kosinski. Ya no estará detrás de cámara Tony Scott, muerto en 2012. Tampoco Kelly McGillis, cuya carrera se fue desvaneciendo en el tiempo.

Cuando le preguntaron por qué ella no estaba en esta secuela, respondió con sarcasmo: “Soy demasiado mayor, estoy gorda, aparento la edad que tengo y esto no resulta adecuado para el mundo del cine. Prefiero esto y sentirme absolutamente segura de mí, saber quién y qué soy”. El papel femenino principal en Top Gun: Maverick lo interpreta Jennifer Connelly.

Top Gun cumplió 35 años. Una película que excedió hasta sus propias ambiciones, que se convirtió en una marca de época con frenéticas escenas aéreas, con un buen casting, con algunos gemas pop y un actor que y se convirtió en una leyenda del Hollywood moderno.