Manifestación cabal de la guerra no convencional, día a día los venezolanos confrontamos toda suerte de penurias. La hiperinflación es una suerte de enorme mazmorra en la que debemos lidiar con la pandemia, divididas las familias por el forzado exilio de sus miembros.
Este es el contexto ideal para que el régimen decida a solas la suerte del país, entretenida la dirigencia política y social en los menesteres de una vana ilusión electoral, ahora, pendiente un revocatorio del mandato presidencial. Así, es fácil deslizar por debajo de la mesa, la creación en camino de las llamadas zonas especiales económicas (ZEE).
Muy pocos, conocen los pormenores del proyecto de ley orgánica en la materia, aprobado en primera discusión por el parlamento de la usurpación para cumplir con la formalidad que exigen los grandes inversionistas extranjeros. Empero, cabe acá un par de observaciones: la una, que el solo procedimiento asambleario no equivale a la publicidad de los contenidos y, camino a su segunda y definitiva aprobación, como ya lo ha pedido Maduro Moros para antes del 24 de junio venidero, tampoco se sabe del texto y su discusión; y, la otra, esa formalidad es inútil, porque quién puede dudar de la inseguridad jurídica del Estado Comunal que no encuentra ya cómo sostenerse.
Y no lo encuentra, porque dilapidó y acabó con la renta petrolera. Busca otra fuente rentística, ya que, grosso modo, las ZEE consisten en ceder espacios geográficos para que los grandes capitales del extranjero se instalen con reglas claras de libre mercado, exporten y le paguen al poder central el canon de arrendamiento que, a su vez, dará algunas dádivas y prebendas al resto del país en ruinas, sometido a estatismo depredador.
Por supuesto, es un negocio jugoso para las mafias que administrarán esas ZEE también susceptibles de toda suerte de distorsiones, pues, hablamos del socialismo del siglo XXI. Una de ellas, no serán precisamente los capitales más limpios del planeta que correrán a invertir en Venezuela, ¿por qué será?