La batalla por el Ártico: Qué hay detrás del avance militar ruso que preocupa a Europa y a EEUU

Inédita expedición de tres submarinos nucleares rusos en el Ártico

 

 

 





Por el cambio climático, la región se está volviendo cada vez más accesible y Moscú se abocó a una intensa campaña de modernización y ampliación de sus bases, lo que genera una inquietud creciente entre los miembros de la OTAN.

Por infobae.com 

Las imágenes son tan impactantes como inéditas: tres submarinos nucleares rompiendo la gruesa capa de un metro y medio de hielo del Océano Ártico y saliendo a la superficie de forma simultánea. La escena —perfectamente coreografiada—, fue filmada hace poco más de dos meses y difundida por el Ministerio de Defensa ruso. Nikolai Yevmenov, comandante en jefe de la Armada, contó entonces que era la primera vez que tres submarinos rusos lograban esa proeza.

La expedición en las heladas aguas del Ártico, bautizada “Umka-2021”, comenzó el 20 de marzo en la Tierra de Francisco José, un archipiélago compuesto por 191 islas que parecen grandes bloques de hielo y que están deshabitadas. Salvo por las bases militares que tiene Rusia allí, las más septentrionales del planeta. Más de 600 agentes civiles y militares participaron de la operación, que culminó con dos cazas MiG-31 sobrevolando el Polo Norte y un submarino disparando algunos torpedos.

“Este entrenamiento de combate, investigación y medidas prácticas ha demostrado las capacidades y la preparación de la Armada rusa para operar en las duras latitudes septentrionales”, dijo Vladimir Putin durante la transmisión del evento, con el habitual tono épico con el que describe la fortaleza militar rusa. “La expedición al Ártico no tiene análogos en la historia soviética y moderna de Rusia”, agregó el presidente.

Lanzamiento del misil Onyx en la base militar rusa Trébol del Ártico

El Ártico, que durante muchos años pasó desapercibido, se convirtió en una de las regiones más estratégicas del mundo. El derretimiento de los hielos como consecuencia del cambio climático la hizo mucho más accesible, lo que facilitó el abastecimiento de las bases militares y, sobre todo, abrió una ruta marítima que conecta al Océano Pacífico con el Atlántico por el extremo norte del globo. Si a esto se suma la presencia de yacimientos naturales, de gas natural especialmente, se comprueba la trascendencia de esta área.

Rusia considera que el Ártico le pertenece, por estar bajo su zona de influencia, pero lo cierto es que hay otros países en sus costas, como Estados Unidos, Canadá, Noruega y Dinamarca, todos miembros de la OTAN. Esto abrió una competencia que el Kremlin está decidido a ganar con un despliegue militar que inquieta cada vez más a los aliados occidentales.

Ejercicios militares de Rusia en el archipiélago Severnaya Zemlya en el Ártico

El avance militar ruso en el Ártico

“Al menos desde 2008, Rusia ha aumentado sustancialmente sus capacidades militares en el Ártico y sigue haciéndolo mientras hablamos”, dijo a Infobae Kristian Søby Kristensen, vicedirector del Centro de Estudios Militares del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Copenhague. “El Ártico es una región muy importante para Rusia, tanto económica como estratégicamente. Desde el punto de vista económico, una parte sustancial de sus explotaciones de gas natural y petróleo tiene lugar allí, y con la apertura gradual del Paso del Noreste, prevé que su potencial aumente. En términos de estrategia, el Ártico, y la Península de Kola en particular, alberga una parte importante de las fuerzas de disuasión nuclear de Rusia: especialmente relevantes son los submarinos nucleares de la Flota del Norte con base en Murmansk. Rusia está aumentando y modernizando todas las partes de su ejército en la región”.

La base “Trébol del Ártico” es probablemente el emblema de esta renovación militar. Ubicada en la Tierra de Francisco José, a apenas 600 kilómetros del Polo Norte, abarca una superficie de más de 14.000 metros cuadrados. Fue erigida sobre las ruinas de antiguas instalaciones soviéticas.

Es un complejo que puede funcionar de forma autosuficiente durante casi un año y medio. Está equipado con una estación depuradora de agua, una central eléctrica, una clínica, un gimnasio, un cine, un sauna y una iglesia. Todo ello conectado por túneles calefaccionados, que permiten a los cerca de 150 militares que la habitan no tener que salir al frío polar, a no ser que sea estrictamente necesario. Algo no menor, considerando que la temperatura puede bajar hasta los -42 grados.

“Podemos comparar este complejo con una estación espacial, la única diferencia es que no se encuentra en órbita sino en el desierto ártico”, afirmó el general Igor Tshurkin, uno de los comandantes de la Flota del Norte, en una entrevista con la agencia AFP.

La base posee también un gigantesco aeródromo, del que despegaron en marzo los MiG-31 que consiguieron cruzar el Polo Norte. Una de sus mayores fortalezas es su sistema de defensa costera móvil Bastion, que tiene un alcance de 360 kilómetros.

“El Mar de Barents y la Península de Kola han sido históricamente importantes para la defensa de Rusia porque son su entrada y salida de ‘agua azul’ a los océanos globales, entre otras razones”, explicó Elana Wilson Rowe, profesora del Instituto Noruego de Asuntos Internacionales (NUPI), consultada por Infobae. “Algunos de los cambios que se están produciendo en la región son simplemente esfuerzos de modernización, pero otros tienen que ver con la búsqueda de demostrar capacidad, en el marco de su política de seguridad sobre los mares adyacentes”.

 

Rusia está desplegando en la región algunos de sus más avanzados equipos de defensa, como los sistemas antiaéreos S-400 de última generación. En los ejercicios de marzo se pusieron en acción junto con los misiles antibuque Onyx, diseñados para defender más de 600 kilómetros de costa.

Expertos en armamento creen que Rusia está llevando a cabo pruebas de un nuevo un tipo de torpedo llamado Poseidon 2M39, equipado con un reactor nuclear y cuyo desarrollo se está produciendo con gran rapidez. Se trata de un arma con una capacidad potencial de varios megatones, cuyo impacto causaría olas radiactivas y podría dejar inhabitables durante décadas franjas enteras de costa.

Pero Alexander Sergunin, profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Estatal de San Petersburgo, cree que hay cierta exageración entre los analistas occidentales cuando se habla de una expansión militar rusa en el Ártico. “En cuanto a la flota rusa de submarinos nucleares estratégicos, sólo los de la clase Delta IV están en proceso de modernización”, contó a Infobae. “Se les dotará de un nuevo sistema de sonar y de los nuevos misiles balísticos Sineva, que entraron en servicio en 2007. Los Sineva, de propulsión líquida de tercera generación, pueden cubrir una distancia de hasta 8.300 kilómetros y llevar de cuatro a diez ojivas nucleares. Pueden ser lanzados desde debajo del hielo permaneciendo invisibles a los satélites del enemigo hasta el último momento. Rusia tiene previsto equipar sus submarinos de la clase Delta IV con al menos 100 misiles Sineva, que permanecerán en estado de alerta hasta 2030”.

Helicópteros rusos en el Ártico

 

 

 

En el futuro, está previsto que los submarinos de la clase Typhoon sean sustituidos por los nuevos submarinos estratégicos de cuarta generación de propulsión nuclear de la clase Borey. Uno de estos, bautizado Yuri Dolgoruky, fue el primer submarino estratégico que construyó Rusia tras el colapso de la Unión Soviética y está en funciones desde 2013.

Otros dos clase Borey, el Alexander Nevsky y el Vladimir Monomakh, están realizando las pruebas finales, y el cuarto, denominado Príncipe Vladimir, está en construcción en los astilleros de Severodvinsk. Esta nueva generación de submarinos estratégicos rusos es casi invisible en las profundidades del océano y, al disponer de varios tipos de misiles de crucero y torpedos, podrá llevar a cabo misiones polivalentes, como ataques a portaaviones enemigos y a objetivos costeros.

“La creciente tensión con la OTAN —continuó Sergunin— ha obligado a Rusia a prestar también más atención a sus unidades de fuerzas de defensa aérea, que están estacionadas en la península de Kola, en Chukotka y en varias islas rusas del Ártico, como Novaya Zemlya, la Tierra de Francisco José, las Nuevas Islas Siberianas y la isla de Wrangel. Algunas de estas unidades han restablecido antiguos aeródromos y bases militares soviéticas en la región. Las medidas para aumentar el potencial militar de Moscú en la región incluyen la creación de una nueva fuerza aérea, con regimientos armados con aviones interceptores MiG-31, sistemas de misiles S-400 y unidades de radar. Uno de los objetivos es restaurar la cobertura continua de radares a lo largo de toda la costa norte, que se perdió en la década de 1990”.

Tanques rusos en ejercicios militares en el Ártico

Un conflicto en ciernes

El cambio climático y el deshielo en la zona abrieron nuevas posibilidades de explotación comercial. El desarrollo militar ruso en el Ártico está directamente relacionado con el impulso de la ruta del Mar del Norte, uno de los varios canales comerciales que se encuentran dentro de su zona económica exclusiva. Por eso, Moscú ha canalizado grandes sumas de dinero en una flota de rompehielos y de buques petroleros aptos para navegar esas aguas.

“Hay que tener en cuenta que Rusia comparte las mismas preocupaciones de seguridad con otras naciones del Ártico —dijo Sergunin—. Según Vladimir Pronichev, ex jefe de la Guardia Fronteriza, entre los principales retos se destacan la presencia no autorizada de buques extranjeros, la migración ilegal, el narcotráfico y la caza furtiva. Los posibles atentados terroristas contra las plataformas petrolíferas y las centrales nucleares también se consideran una amenaza potencial para la seguridad en la región. Basándose en estos riesgos de seguridad percibidos, Rusia volvió a dar prioridad a la protección de las fronteras del Ártico y al refuerzo de la Guardia Fronteriza allí”.

Rusia ha invertido mucho dinero para desarrollar la ruta del Mar del Norte, lo que permite a los barcos reducir el viaje a los puertos asiáticos en 15 días en comparación con el uso del Canal de Suez. El tránsito del Ártico oriental generalmente termina en noviembre, pero Rusia espera que el cambio climático aumente el beneficio comercial de esta ruta.

Militares rusos guardan el área en la base militar de Nagurskoye en Alexandra en las remotas islas árticas de la Tierra de Francisco José en marzo de 2017 (REUTERS/Sergei Karpukhin)

 

 

Rusia vio con cierto regocijo el bloqueo del Canal de Suez, que mantuvo paralizado a más del 10% del comercio mundial durante una semana entera en marzo. “El atractivo de la ruta del Mar del Norte crecerá tanto a corto como a largo plazo. No hay otra alternativa”, dijo a la agencia de noticias Interfax Nikolai Korchunov, funcionario clave de Moscú en la región.

“Hay tensión en el Ártico porque hay una tensión geopolítica más amplia entre Rusia y los estados costeros del Ártico que también son países de la OTAN: Estados Unidos, Canadá, el Reino de Dinamarca/Groenlandia y Noruega —dijo Wilson Rowe—. Aunque siempre ha habido una dinámica de rivalidad entre estos países, también ha habido cooperación. En 2007, hubo un verdadero llamado de atención sobre las consecuencias de los cambios físicos Ártico forzados por el cambio climático. Muchos pensaron que eso desencadenaría una competencia geopolítica, pero los estados del Ártico procedieron a acordar una serie de convenios vinculantes. Sin embargo, después de la anexión de la península de Crimea en 2014, hay definitivamente más tensión en la región, incluso cuando todos los países, incluida Rusia, siguen defendiendo su carácter pacífico”.

Otra muestra del renovado interés ruso por el Ártico se vio con la aprobación de un programa de desarrollo socioeconómico del territorio de acá a 2024, que supondrá inversiones estatales por 19.500 millones de rublos, unos USD 260 millones. El objetivo del plan es garantizar el desarrollo estable de la región, crear “decenas de miles” de puestos de trabajo, apoyar proyectos empresariales y captar inversores y profesionales calificados para las regiones árticas, según dijo el primer ministro Mijaíl Mishustin.

El rompehielos ruso del proyecto 22220, Arctica, el mayor buque nuclear universal del mundo, regresa tras someterse a pruebas de mar al astillero del Báltico en San Petersburgo, Rusia, el 14 de diciembre de 2019 (EFE/EPA/ANATOLY MALTSEV)

 

 

Moscú planea utilizar la ruta del Mar del Norte para exportar más petróleo y gas a los mercados extranjeros. Ya hay varias compañías que la utilizan, como Novatek, el segundo mayor productor de gas natural del país, detrás de la estatal Gazprom. El primer barco navegó por esa ruta sin el uso de rompehielos en agosto de 2017.

Pese a que Rusia asegura que sus intenciones son pacificas, los funcionarios occidentales dudan de las reales motivaciones del Kremlin. “Lo más preocupante desde la perspectiva occidental —dijo Kristensen— es la combinación de, primero, el establecimiento de nuevas bases militares o la reapertura de las antiguas de la Guerra Fría; segundo, el despliegue de sofisticados sistemas de misiles antiaéreos y aviones de combate de largo alcance; y tercero, nuevos submarinos estratégicos equipados con diferentes tipos de misiles de gran capacidad. Junto con este esfuerzo de modernización, que da a Rusia un mayor alcance militar en el Ártico, viene una mayor presencia de ejercicios militares, algunos de ellos provocativos”.

Estados Unidos está cada vez más inquieto por estos movimientos. En ese marco se explica el envío de bombarderos estratégicos para entrenar en Noruega como parte de los esfuerzos occidentales para reforzar su presencia militar en la región. Además, por primera vez desde la década de 1980, la Armada estadounidense desplegó un portaaviones en el Mar de Noruega en 2018, y luego varios otros buques en la zona económica de Rusia en el Mar de Barents el año siguiente.

El destructor de misiles guiados USS Porter de la Armada de Estados Unidos de clase Arleigh Burke encabeza una flota, la fragata HMS Kent de clase Duke de la Armada Real, el buque de apoyo rápido al combate USNS Supply y el USS Roosevelt realizan operaciones conjuntas en el Océano Ártico, el 5 de mayo de 2020 (Fotógrafo de la Marina de los Estados Unidos/Royal Navy Dan Rosenbaum/Handout vía REUTERS)

 

 

 

“La acumulación militar rusa es cada vez más preocupante desde la perspectiva de Estados Unidos y de Europa —continuó Kristensen—. La OTAN, después de la anexión rusa de Crimea, ve cada vez más a Rusia, si no como una amenaza directa, como un competidor militar desafiante, que está dispuesto y es capaz de usar la fuerza militar. Desde la perspectiva de la OTAN existe, por tanto, la necesidad de contrarrestar la acumulación militar rusa que, con la lección de la guerra en Ucrania en 2014, se considera que tiene un potencial mucho más temible. Con las principales fuerzas nucleares de Rusia situadas cerca del territorio de Noruega, el Ártico se convierte inevitablemente en un punto de inflamación, ya que los miembros de la OTAN también están aumentando su presencia militar. La principal consecuencia será que el Atlántico Norte y la región del Ártico, como durante la Guerra Fría, serán testigos de un aumento de la tensión y de una mayor acumulación de fuerzas. La cuestión es si las dos partes pueden conseguir estabilizar la creciente competencia militar. La próxima cumbre entre Biden y Putin será un indicador de ello”.

Putin dijo en las últimas horas que no espera grandes avances en el encuentro que mantendrá el próximo 16 de junio en Ginebra con su homólogo estadounidense. De todos modos, recalcó que Rusia y Estados Unidos, pese a las discrepancias, tienen intereses coincidentes y confía en que al menos sea constructivo.

“Mientras que algunos medios de comunicación, políticos y analistas han retratado los cambios en las capacidades militares de Rusia como una importante acumulación militar e incluso una renovada carrera armamentística en la región, la imagen real está lejos de estos escenarios apocalípticos”, insistió Sergunin. “Sólo podemos hablar de una modernización limitada y de aumentos o cambios en el equipamiento, en los niveles de fuerzas y en la estructura. Algunos de estos cambios son para patrullar y proteger territorios nacionales reconocidos que se están volviendo más accesibles para actividades ilegales”.

“Sin embargo —aclaró—, el aumento de las capacidades militares rusas en una región potencialmente preñada de disputas marítimas y de recursos naturales ofrece algunos motivos de preocupación. Para prevenir posibles conflictos y evitar malentendidos, los estados del Ártico deberían ser claros en cuanto a sus políticas y doctrinas militares e incluir medidas de fomento de la confianza y la seguridad en sus relaciones bilaterales y multilaterales”.