En este siglo XXI, la historia de Perú es también la del intento por imponerle un régimen semejante al que padece Venezuela. Está en curso un proyecto continental que quiso anidar al sur del continente, incurriendo en la extraordinaria violencia de Sendero Luminoso, años atrás, y fue de tal calibre el peligro que su derrota produjo un descalabro institucional al que todavía deben responder.
La candidatura de Pedro Castillo, el encapuchado de la hora, representa la expansión de ese proyecto. Por más que trate de ocultarlo, se le ven las costuras, como no pudieron verle a tiempo a Chávez Frías la mayoría que lo votó, después, víctimas de una enorme y sucia emboscada.
Bolívar recorrió a Perú, llevando la libertad. Ahora, ustedes acogen generosamente a nuestros compatriotas, como el vivo testimonio de los desplazamientos masivos y desesperados que, a la vuelta de la esquina, pueden sufrir los peruanos de votar a Castillo.
No es juego lo que ocurre en este hemisferio, con esta cruzada anti-occidental que la creerán lejana y ajena, por lo que deben responder a esta urgencia de la hora. Están a tiempo de hacerlo, contribuyendo así a la derrota del obscurantismo continental.
Inevitable, recordamos a Martín Romaña, el marxista que se hizo tal por amor a Octavia de Cádiz, en el París de los alborotados ’60 del ‘XX. Seguramente, el personaje novelesco de Afredo Bryce Echenique, sabe muy de los peligros cebados contra Perú, hoy.