Carlos Ochoa: La trivialización del mal no es un merengue para bailar

Carlos Ochoa: La trivialización del mal no es un merengue para bailar

Hannah Arendt la filósofa judía germana a través de su obra, describió como un sistema de poder político puede banalizar el exterminio de seres humanos, realizado por funcionarios de una burocracia incapaz de discernir moral y éticamente las consecuencias de sus  actos, como ocurrió durante el nazismo, responsable como sistema político en el poder de la muerte de millones de personas, que fueron torturadas y asesinadas por los agentes fanatizados al servicio del totalitarismo en los ghettos y campos del horror.

 En 1995 el escritor alemán Bernhard Schlink publicó una novela parcialmente autobiográfica titulada “Der Vorleser” (El lector) que fue adaptada al cine y protagonizada por Kate Winslet, Ralp Fleees y David Kross en 2008, con esta actuación Kate Winslet se alzó con el Oscar a la mejor protagonización femenina, la trama se desarrolla en la Alemania de posguerra y cuenta la historia de un adolescente de 15 años que mantiene un romance durante un verano con una mujer que había sido guardia en un campo de concentración y luego de la guerra consiguió trabajo en el sistema de transporte colectivo, el chico comienza a leerle libros porque la mujer es analfabeta pero lo oculta por vergüenza, ella desaparece y unos años después el joven que ya  estudia leyes, asiste como público al juicio de varias ex guardias,  acusadas de seleccionar prisioneras para enviarlas a la muerte en la cámara de gas y de encerrar a 300 mujeres en una iglesia condenándolas a morir quemadas por la explosión de una bomba que impacta la edificación, dejando al descubierto la banalidad del mal, pues las custodias prefieren que mueran todas a que escape alguna sobreviviente y deciden no abrir las puertas para cumplir con el reglamento,

 Anna en el juicio es condenada a prisión perpetua y pasa más de 20 años recluida, en ese tiempo Michael quien ya es un hombre divorciado con una hija empieza a leerle libros, que graba en casete y se los envía, Anna utiliza las grabaciones para aprender a leer y escribir de manera autodidacta y a punto de ser liberada Michael la visita en la cárcel y le hace una pregunta que le da sentido a toda la historia y que explica en qué consiste la banalidad del mal, la pregunta salvando las distancias de circunstancias y personajes, es la misma que Karla Angola le formuló al cantante de merengue dominicano Bonny Cepeda en su programa transmitido por un canal de televisión en internet desde Miami, recordemos que a partir de una entrevista en Dominicana que se le hizo a Cepeda, este reconoció haberse presentado en  Venezuela para cantar en el cumpleaños de Nicolás Maduro cobrando una suma de 60.000 dólares por su actuación. Karla le preguntó como Michael a Anna si no entendía lo que había hecho, si no se daba cuenta del sufrimiento del pueblo venezolano, si no distinguía entre lo moralmente correcto y lo incorrecto, la respuesta de Cepeda fue de alguna manera similar a la de Anna, no entiendo que tiene de malo soy un artista que va donde me contraten, la de Anna es más perturbadora porque tuvo 20 años para arrepentirse, entender lo que sus acciones causaron y no lo hizo, para Anna ella cumplió órdenes sin importar las consecuencias terribles de la pérdida de vidas, Cepeda ciertamente no ha asesinado a nadie, pero como vice ministro de cultura de su país que no reconoce a Maduro tiene muchas explicaciones que dar, el merenguero se defiende argumentando que ha sido malinterpretado, pero lo único cierto es que la fotografía que quedará en la memoria de los venezolanos de Cepeda no es la de la canción que lo hizo famoso como él mismo reconoce, sino la de Miraflores estrechándole la mano a Maduro o quizá la del cumpleaños, en verdad como expresó Karla en la entrevista ya no es importante saber la verdad de si cobró o no, lo que hay que destacar es que nadie  puede escudarse en su condición de artista para participar, recibir honores y distinciones de un régimen con causas abiertas por violación de los derechos humanos en la Corte Penal Internacional sin ser considerado cómplice, es imposible voltear la cabeza a un lado y justificar que se es ajeno a la inmensa tragedia que vive el pueblo de Venezuela adentro y afuera, porque los más de cinco millones de compatriotas que han emigrado no dejan de ser víctimas por vivir en un país extranjero, del peor gobierno que ha tenido la República desde su fundación en 1811.