Segunda Guerra Mundial: La insólita historia del submarino nazi que se hundió por una falla en el inodoro

Segunda Guerra Mundial: La insólita historia del submarino nazi que se hundió por una falla en el inodoro

El sumergible alemán U-1206 estuvo solamente 8 días de patrullaje, en el Mar del Norte,

Durante la Segunda Guerra Mundial se vio la peor cara de la humanidad, la crueldad y el horror en su máxima expresión. Pero también tuvieron lugar sucesos curiosos que valen la pena destacar. Como el caso del submarino alemán que se hundió por un problema peculiar: su capitán no supo cómo tirar correctamente del inodoro.

Por: Clarín

Esto, que podría sonar gracioso, fue un verdadero reto para la ingeniería naval de todo el mundo en aquella época. Un problema real que podía generar consecuencias trágicas. ¿Qué hacer con los desechos humanos bajo el agua? Todos presentaron diferentes soluciones.





En principio, los soviéticos, británicos y estadounidenses utilizaban tanques sépticos dentro de sus unidades que les permitían canalizar los residuos. Por su parte, los ingenieros alemanes decidieron ahorrar ese peso y descargarlos directamente al mar. Pero esto solo podría ser posible cuando la nave se encontrara en la superficie.

Tecnología alemana

A medida que avanzó la guerra, la tecnología alemana también lo hizo. De esta manera, se desarrolló un sistema de evacuación fecal que funcionaba cuando el submarino se encontraba debajo del océano (así debían estar la mayor parte del tiempo). Pero aquí había un problema: cuando aumenta la profundidad, la presión del agua también lo hace. Por ende, el sistema debía ser muy preciso y todos debían seguir perfectamente las instrucciones.

El procedimiento, extremadamente complejo para la época, necesitaba de una persona especial en la tripulación que estaba destinada únicamente a esa tarea, y a la que todos debían acudir para poder utilizar el retrete. Por lo que muchas veces ir al baño resultaba una molestia.

Este revolucionario método contaba con un sistema de conductos y cámaras que expulsaban los residuos al exterior, como si fuera un disparo de aire comprimido, evitando que el agua entrara. Había una cantidad determinada de palancas y válvulas que debían abrirse y cerrarse en un orden preciso y específico. El riesgo era grande: que el agua -junto con los desechos- irrumpa y todo se echara a perder.

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