Ione Belarra: La comunista del amor, por Pilar Ferrer

Ione Belarra: La comunista del amor, por Pilar Ferrer

 

 

 





De activista callejera, con nula experiencia de gestión y un currículum profesional casi en blanco, a ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 en el Gobierno de España. El balance profesional de Ione Belarra Urtega, aspirante a nueva gran lideresa en Podemos por el dedazo del ahora en retirada Pablo Iglesias, no puede ser más pobre.

Pilar Ferrer // Publicado originalmente en LA RAZÓN

La llamada «Niña de la curva» por los críticos de la formación morada, dada su total ausencia lineal de una carrera brillante, llega a lo más alto de la política merced a su amistad con Iglesias e Irene Montero, y reivindica por encima de todo el amor como motor principal de la actividad pública. Bien lo aplica ella, pues desde su fulgurante ascenso ha enchufado sin reparos a su pareja, Ignacio Eduardo Ramos, primero como asesor en el grupo parlamentario en el Congreso de Unidas Podemos, después en la Secretaría de Estado del ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, y ahora en la Ejecutiva del Consejo Ciudadano Estatal del partido. No hay duda que esta comunista demagoga, diletante y polémica practica el amor con mayúsculas a base de talonario, coche oficial y buen sueldo remunerado. Son las cosas del querer y los principios de la nueva izquierda instalada ya en la casta más profunda.

Cuentan antiguos compañeros que cuando Ione Belarra estudiaba Piscología Educativa en la Universidad Autónoma de Madrid llevaba siempre una navaja en su bolso. “Para pelar fruta y cortar a los fachas”, decía esta mujer radical comunista por los pasillos de la Facultad dónde conoció a su íntima amiga y mentora, Irene Montero. Sus rivales del sector crítico, Fernando Barredo y Esteban Tettamanti, planean este fin de semana en la Asamblea Ciudadana Estatal, la llamada Vistalegre IV, amargarle un poco la fiesta. La acusan de pucherazo, de manipular las votaciones y exigen las cuentas públicas del partido, ahora en bancarrota. “Belarra hará bueno a Iglesias”, advierten en estos sectores. Pero todo indica que el resultado está atado y bien atado, aunque habrá dos sonoras ausencias: la del antiguo gran líder, Pablo Iglesias, y la de la ministra de Trabajo, Yolanda Diaz, investida por Iglesias como jefa de la nueva Unidas Podemos en el Gobierno de coalición y en el Congreso, en una nueva etapa coral, feminista y de bicefalia cuyo destino aún está por ver. “Cuando dos mujeres mandan, algún lío se avecina”, aseguran los críticos.

Ione Belarra Urteaga nació en Pamplona y pronto se vino a Madrid para estudiar Psicología y participar en foros migratorios, contra los desahucios y movimientos de izquierdas próximos al 15-M. Fue entonces cuando conoció a los activistas del núcleo fundacional de Podemos: Iglesias, Echenique, Mayoral, Montero y en aquel tiempo, Íñigo Errejón y Carolina Bescansa. De inmediato sintonizó bien con el tándem Iglesias-Montero que la auparon al estrellato. Pasó de ser una completa desconocida a diputada por Navarra en cuatro Legislaturas. En su etapa en el Congreso era una mujer hosca, desabrida, bastante antipática y distante con los periodistas. Hasta que llegaron las purgas en Podemos, empezó a mostrarse algo más cercana con los medios y fue nombrada responsable del área de Derechos Humanos, Ciudadanía y Diversidad. Bajo esa apariencia un tanto modosita y tímida, se esconde una personalidad de hierro, al más puro estilo comunista que proclama el amor como motor de la política. De modo que ahora, la pareja de Galapagar será sustituida por la de Belarra con su pareja, Ignacio Eduardo Ramos Delgado, con de momento costumbres más sencillas. Del lujoso chalet en la exclusiva zona de la sierra madrileña, se pasa al barrio de Villa de Vallecas, dónde la nueva dirigente podemita vive con su novio y su único hijo, Nacho, en un piso reducido bajo hipoteca. Dicen que ambos son conscientes del gran daño que los suculentos lujos de Iglesias-Montero han causado en el electorado morado.

Fiel a la tradición de estos podemitas, Belarra también se enamoró de un compañero de partido y lo ha colocado en la nueva dirección y como asesor de su ministerio. Ignacio Ramos es Licenciado en Comunicación Audiovisual, milita en Podemos desde los inicios y es íntimo a amigo de otro dirigente, Juanma del Olmo, pareja de Isa Serra. No hay duda que los amores mandan en la formación morada a la hora de repartir puestos. Desde su llegada al gobierno por el dedo de Pablo Iglesias, la nueva musa morada ha metido en varios bretes al Ejecutivo con su defensa del Frente Polisario en el conflicto con Marruecos, la reforma laboral, la llamada Ley Trans y su petición de que no se detenga al fugitivo Carles Puigdemont si vuelve a España. En Moncloa admiten tensiones con otros ministros del Gobierno y observan la actitud de Ione belarra, de quien dicen “Intriga más por debajo que por arriba”. Es decir, que la navarra es de esas mujeres que hablan menos que Iglesias, pero maniobra por detrás. Está por ver cómo encajará esta bicefalia con Yolanda Díaz, que de momento ha impuesto sus criterios de disciplina, diálogo y ausencia de conflictos. La ministra no estará en Vistalegre IV por un viaje a Luxemburgo, y ha dejado un mensaje grabado de apoyo a Belarra.

En su vida privada es muy discreta y, salvo el nombre de su pareja y su hijo, poco más se sabe. Cuando era jovencita, Ione era una fanática del patinaje de velocidad, disciplina deportiva que practicaba en el club Txantrea de Pamplona. Frente a los exclusivos modelos de Yolanda Díaz, su estilo es muy austero, gris y sin alharacas, hasta llegar a soltar una perla dialéctica: que las mujeres de Podemos no vayan “primorosamente vestidas”. Nadie sabe cómo le habrá sentado tal proclama a la ministra de Trabajo, otra comunista enfundada siempre en vestidos de seda y marcas de alto copete. El desprecio por la moda de Belarra quedó patente en su primer día como ministra de Derechos Sociales, cuando llegó a La Moncloa con un traje oscuro de lo más soso y con la etiqueta colgando por la parte trasera de la chaqueta. Como ella misma dice, Podemos debe volver a ser “una fuerza plebeya”.