Prostituta se atrincheró en el burdel más célebre de Madrid y consiguió un fallo histórico

Evelin Rochel es una prostituta colombiana de 45 años que lideró una batalla judicial por los derechos laborales de las trabajadoras sexuales en España contra uno de los burdeles más grandes del país y ganó. Foto: @eluniversocom Oscar del Pozo/AFP via Getty Images

 

 

Hace casi dos décadas, Evelin Rochel llegó a España proveniente de su natal Barranquilla, una ciudad del caribe colombiano, en busca de una mejor vida en el viejo continente. Nunca se imaginó que terminaría convertida en prostituta, y mucho menos que sería ella la que por fin abriera la puerta para el reconocimiento de los derechos laborales de las trabajadoras sexuales en el país Ibérico.





Por Jorge Cantillo | Infobae

Pero así son las vueltas de la vida por las que tuvo que transitar Evelin, que en su caso la llevaron ida y vuelta innumerables veces los juzgados españoles, en los que ha pasado los últimos cuatro años de su vida luchando por sus derechos y por lo que cree que es un mínimo trato digno y justo para ella y la putas de España.

Su verdugo en todo ese proceso ha sido la Sala Flower’s, uno de los burdeles más grandes y afamados de Madrid en donde se atrincheró en febrero de 2017 al rehusarse a desalojar la habitación 113, donde había durado 15 años trabajando y viviendo, después de un disputa con los dueños del lugar.

Ahí comenzó una feroz batalla judicial que terminó ganando este año, gracias a un inédito pero agridulce fallo del Tribunal Supremo de España que la convirtió en la primera trabajadora sexual de ese país a la que se le reconoce la relación laboral con el prostíbulo en el que ejercía, aunque el propietario de Flower’s la siga negando.

El fallo no incluye ninguna sanción para el empresario, por eso lo agrio, lo que implica que aunque para Evelin se haya probado que tiene esclavos dentro de sus instalaciones, no va a ser condenado a nada.

Así lo dice la propia Evelin en una conversación con El Español, uno de los primeros medios que dio a conocer su historia y que lleva años siguiendo el caso. Ahí explica que parte de su demanda civil era buscar sanciones para los dueños del club por haberla despedido sin finiquito, indemnización o derecho a paro.

El caso de Evelin tuvo gran acogida en los medios españoles que reportaron el triunfo histórico de la prostituta sobre el burdel. Foto: @MVTARDE

 

Después de eso decidió quedarse de aquel cuarto, volviéndose una “okupa” en otra vuelta más de la vida.

La parte “dulce” es que esta sentencia abre la puerta para que las trabajadoras sexuales como Rochel continúen reclamando derechos laborales para el sector.

El “estatus” de la prostitución en España

En el país ibérico la prostitución no es una actividad en sí misma ilegal, ya que no se encuentra prohibida explícitamente en su Código Penal. Sin embargo, la falta de regulación sobre la materia hace que ejercer cualquier tipo de trabajo sexual en el país sea ampliamente peligroso y coloque a quienes lo hacen en una situación de vulneración de sus derechos.

Dos actividades muy ligadas a la prostitución, la explotación y el proxenetismo, sí están consideradas como delitos, entendidas como obtener un lucro con el ejercicio de la prostitución ajena.

Por eso los lugares donde se ofrecen estos servicios son bastante cuidadosos en cómo nombran a las mujeres que trabajan en ellos. Es entendible entonces que Antonio Herrero, el dueño de la Sala Flower’s, afirmara a medios españoles que el fallo del Tribunal Supremo no solo era “incorrecto” sino una “barbaridad”, pues Evelin nunca fue empleada suya sino “una huésped del hotel y una clienta de la discoteca”.

“Las chicas ejercen allí la prostitución libremente, pueden salir cuando quieran, pueden entrar a la hora que decidan y en algunos casos cobran más de 13.000 euros netos al mes. Es una falta de respeto hacia la gente que de verdad está esclavizada”, le dijo el abogado del Flower’s a El Español

Cabe destacar que Sala Flower’s no se considera así mismo como un prostíbulo o un burdel, sino como un complejo de entretenimiento que cuenta con un hotel y un club, donde se hacen eventos privados.

Por eso a las mujeres que trabajan ahí no se les considera empleadas del lugar, pues los clubes no pueden contratar prostitutas. Entonces, las mujeres que trabajan en estos lugares son consideradas “chicas de alterne”, las cuales están para acompañar a los clientes hombres para que consuman mientras están en los locales.

Uno de los salones privados de la Sala Flowers donde se ofrecen shows de striptease. Foto: @SALAFLOWERSMADRID

 

El modelo funcionaba con un sistema de comisiones en el que se les remuneraba a las chicas por la cantidad de bebidas que consumían los clientes, pero finalmente en 2007 todo el sistema cambió.

A partir de ahí, se dejó de comisionar a las chicas, y con esto ya no existía remuneración ni tampoco relación laboral, eliminando de paso las responsabilidades del supuesto empleador. Pero a las chicas se les siguió permitiendo entretener a los clientes en los bares y ahora se les alquilaba las habitaciones en donde los llevaban a tener sexo, pues el alquiler de una habitación no constituye formalmente proxenetismo.

Para que haya una relación laboral en España se deben cumplir por lo menos tres condiciones: que haya una actividad, que se realice bajo unas directrices -es decir, que cuente con horario o normas establecidas-, y que haya una retribución.

En últimas, la estrategia de los clubes era redonda, quitaron una de las condiciones que configuraba una relación laboral -la retribución- pero se seguían lucrando del “alterne” de las chicas, así como de los alquileres de sus habitaciones.

Por eso el caso de Evelin es tan importante, pues marca un hito para determinar cuándo hay una relación laboral en el marco de estos trabajos no regulados.

Evelin Rochel en un evento del Sindicato Otras sobre la regularización de la prostitución como actividad económica. @OtrasSindicato

 

Aunque el Tribunal Supremo no dijo explícitamente que dicha relación laboral provenía de los servicios sexuales porque, de nuevo, la prostitución no está reglada en España, sí reconoció que la actividad del “alterne” de Evelin era “esencial” para el negocio de la Sala Flowe’rs.

Lo revolucionario de la sentencia consiste en reconocer que aunque no exista la retribución, sí se considera esta actividad como un trabajo pues reúne las demás características para establecer una relación laboral. No reconocerlo así sería proteger una relación de “esclavitud laboral”.

“Considerar que se trataba de un trabajo sin derecho a contraprestación sería tanto como admitir la esclavitud”, dice textualmente el fallo del Tribunal Supremo del pasado 9 de marzo.

Y agrega: “Las circunstancias llevan a concluir que (Evelin) estaba integrada en la organización de la empresa”.

Una de las suites privadas y VIP de la Sala Flowers, el club donde trabajaba Evelin Rochel. Foto: @SALAFLOWERSMADRID

 

La sentencia reabre un debate que divide profundamente a las corrientes feministas actuales: ¿la prostitución debe ser regularizada o abolida?

De acuerdo con Melissa Monroy, experta en género de la Universidad de los Andes de Bogotá (Colombia), esa es una pregunta que deberían resolver las propias trabajadoras sexuales, pues hablar del trabajo sexual por fuera de este es “hacerlo desde el privilegio” .

Ella señala que las corrientes abolicionistas no son del todo realistas, pues es impensado un cambio inmediato que elimine el trabajo sexual, y por esa vía otras formas de explotación laboral que están muy enquistadas en nuestra sociedad capitalista moderna y que causan una “deshumanización del trabajo”. Además, señala que otorgarle condición de víctimas a todas las mujeres que ejercen prostitución o trabajos afines es “es quitarle el agenciamiento a las que lo hacen por voluntad propia”.

“El debate debe centrarse en la regularización, en dignificar a través de normativas que brinden seguridad a las trabajadoras sexuales”, dice Monroy.

Por esta vía las trabajadoras sexuales pueden conseguir reivindicaciones esenciales para cualquier trabajador, como las prestaciones de salud y pensión, o el propio respeto dentro de la sociedad, que actualmente las mira como ciudadanos desechables.

“El problema de fondo realmente es la trata de personas, que se confunde muchas veces con trabajo sexual, por eso es imprescindible tener normas que lo regularicen, para poder frenar, prevenir y eventualmente eliminar la trata de personas”, resalta.

De Okupa en el burdel que fue su casa

Evelin Rochel, que tiene 45 años, llegó hasta el que hoy es uno de los burdeles más grandes de España luego de dar varios tumbos en lugares similares.

Cuando llegó a España a los 22 años, su primer destino fue el País Vasco. Ahí tuvo varios trabajos en restaurantes o bares como camarera, y también en casas de familia como limpiadora y personal de aseo. Pero buscando “dinero fácil” terminó dedicándose a la prostitución.

Su primer trabajo de prostituta fue en la ciudad de Empuriabrava, ubicada en la provincia catalana de Girona, en un club donde el 40% de sus ganancias tenían que ir para sus jefes.

Después estuvo un tiempo en Riviera de Castelldefels, que fue el mayor prostíbulo de Cataluña hasta su cierre en 2009; y luego en otro local de Barcelona hasta que finalmente llegó a la Sala Flower’s en 2002 y se quedaría trabajando ahí por 15 largos años.

Vista del bar de la Sala Flowers. Foto: @SALAFLOWERSMADRID

 

En noviembre de 2016 la cosa se puso dura. La economía española no andaba muy bien y todos los sectores, incluidos el alterne se vieron fuertemente afectados. En la Sala Flower’s decidieron que había que hacer cambios para enfrentar la situación y endurecieron las condiciones laborales.

Según cuenta Evelin, a partir de ahí les empezaron a exigir su presencia en el local durante 12 horas, sin derecho a descanso, de 5 p.m. a 5 a.m. Además, las chicas tuvieron que empezar a limpiar ellas mismas el cuarto que usaban para estar con los clientes, y les impusieron la responsabilidad de cobrarles cinco euros -unos seis dólares- adicionales por cada media hora de uso extra de la habitación.

“Nos obligaban a trabajar un montón de horas con los tacones puestos que son incomodísimos, tenías que bajar cuando te dijesen”, le dijo a El Español.

Todo sumado a un “abono por el derecho a trabajar” de unos 90 euros (USD 108) diarios por el uso del cuarto, y por otros gastos adicionales como sábanas limpias, toallas o un ticket que debían comprar para poder tener luz en el cuarto.

Tampoco tenían derecho a descanso, a enfermarse, o a que les llegara la regla, pues los días que no trabajaban debían pagar 120 euros (USD 145) como una especie de “multa”.

Toda esta situación llevó a la barranquillera a montar una “pequeña rebelión” junto a casi 50 compañeras más y empezar una protesta contra los dueños del Flower’s.

Evelin Rochel en el cuarto de la Sala Flower’s donde ejercía su trabajo y donde se atrincheró después de ser despedida. Foto: El Español

 

Amenazaron con huelga y consiguieron una reunión con el dueño, en la que lograron que las nuevas reglas no se le aplicaran a las trabajadoras antiguas, pero Evelin se había vuelto un elemento incómodo, y no pasó mucho para que fuera despedida.

Indignada, buscó la ayuda del Colectivo Hetaira, una asociación que lucha por la defensa de los derechos de las prostitutas y considera que el trabajo sexual debe ser reconocido como una actividad económica legal, y presentó una demanda civil por “daños morales”.

Según contó Carmen Briz, portavoz de Hetaira a La Verdad, no hay un precedente similar a este litigio, salvo la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, con sede en Luxemburgo, que declaró que “la prostitución forma parte de las actividades económicas ejercidas de manera independiente”, y esto reviste el caso de Evelin de una vital importancia.

“En ese momento, me pusieron en el punto de mira y, en cuanto tuve otro encontronazo, me dijeron que me tenía que ir. Pero yo me quedé de okupa en la habitación 113”, le dijo Evelin a El País.

Decidió entonces que no saldría del cuarto donde había hecho su vida y allí se quedó, de okupa, una semana entera, hasta que tuvo que intervenir la Guardia Civil para sacarla, pues algunas de sus compañeras, molestas por la atención mediática que había espantado a los clientes del club, trataron de tumbar la puerta de su cuarto para sacarla a la fuerza

“Vinieron muchos agentes. No sé cuántos porque no los conté. Pero hicieron una especie de cordón policial para que yo pudiese meter mis cosas en mi coche sin problema. Cuando lo tuve todo cargado, me fui”, explicó en 2017 -cuando ocurrió el desalojo- a El Español.

Entonces, su despido también tuvo carácter de desahucio, algo que viven muchas prostitutas en España, pues sin un contrato laboral no pueden rentar una habitación y terminan viviendo en el mismo cuarto donde trabajan.

Evelin Rochel se define con orgullo como una “prostituta” y dice que mujeres como ella merecen ser reconocidas como sujeto de derechos y respetados en su dignidad.

 

Pese a la victoria histórica, la lucha de Evelin no ha terminado, pues seguirá peleando por la indemnización que solicitó (68.753 euros, unos USD 83.252) en la demanda por los daños morales derivados de la situación de esclavitud laboral a la que estaba sometida.

La idea es forzar a la Sala Flower’s a pagar la seguridad social de todos los años de trabajo, ya que consiguieron que se reconociera la relación laboral. Además, pretenden incluir a todo el sector del alterne en España, para de una vez por todas formalizar esta actividad y dotarla de derechos laborales.

Evelin afirma que seguirá siendo prostituta, aunque haya sido muy difícil conseguir donde trabajar después de demandar a su pasado burdel, pero no se desanima pues es una luchadora y su lucha es la misma que la de muchas mujeres que hoy más que nunca -por culpa de la pandemia- están en una situación de vulnerabilidad y necesitan que alguien pelee por ellas.

“Soy prostituta, trabajadora y persona”, ha declarado tajantemente Evelin Rochel, consciente de que las mujeres como ella tienen derechos que deben ser reivindicados y defendidos. Gracias a su convicción todas las prostitutas españolas tendrán la hasta ahora impensada posibilidad de cotizar Seguridad Social, para que, como dice jocosamente la colombiana, “antes que otro me chulee el Estado”.