Ante nueva ola de Covid-19, Bangladés desesperada por la escasez de oxígeno

(foto EFE)

 

En la ciudad de Khulna, en el suroeste de Bangladés, epicentro de la nueva ola de contagios por covid-19 en el país asiático, las bombonas de oxígeno vacías se acumulan casi con la misma rapidez que los muertos.

Frente al aumento del número de casos, el gobierno ha impuesto un estricto confinamiento en todo el territorio durante el fin de semana, intentando detener la transmisión del virus, pero en Khulna los hospitales y familiares de las víctimas se ven superados por los contagios.





Cerca de la sala de urgencias del hospital, Mohamed Siddik, apoyado sobre bombonas vacías, llama llorando a sus familiares para anunciarles la muerte de su hermano, de 50 años.

Este empresario de 42 años llevó a su hermano al hospital cuando su salud comenzó a deteriorarse, pero ya no quedaban camas disponibles ni oxígeno, indicó a la AFP.

“Murió por asfixia en un pasillo del hospital, en ningún momento le administraron oxígeno”, comentó Siddik.

Cercana al estado indio de Bengala Occidental, Khulna sufrió un aumento repentino de contagios, causados por la variante Delta, detectada por primera vez en India.

El jueves, la ciudad contabilizó 46 muertes, según un balance oficial, frente a los diez muertos diarios de oleadas anteriores.

En esta ciudad con 680.000 habitantes, muchos creen que el balance real es mucho mayor. Los cementerios en ciudades vecinas como Satkhira no pueden hacer frente a la repentina aglomeración de muertos.

El hospital público, uno de los cuatro que hay en la ciudad, cuenta con 400 camas, pero la demanda actual supera ampliamente su capacidad.

“Estamos sufriendo una gran presión en lo que concierne a las admisiones”, dijo Niaz Muhamad, médico jefe gubernamental para la región de Khulna, quien asegura, no obstante, que no existen inconvenientes con el suministro de oxígeno.

– “La situación es crítica” –

Pero otro persona explicó cómo su hermano también murió sin oxígeno.

“Si le hubieran dado solo un poco a mi hermano, aún estaría vivo”, se lamenta entre lágrimas Afroza, en el patio del hospital.

Desde el jueves, la policía y el ejército patrullan las calles del país de 168 millones de habitantes para asegurar el cumplimiento del toque de queda. Centenares de personas son detenidas diariamente por haber salido de sus hogares.

En Khulna, las restricciones están vigentes desde el mes pasado, dado que la tasa de contagios se disparó, pero las fábricas de la ciudad continúan abiertas y muchos necesitan salir para trabajar.

Rafikul Islam, un estudiante, explica que se vio obligado a caminar siete kilómetros para llegar a su trabajo a tiempo parcial en una fábrica a causa de que no hay servicio de autobuses.

“La mayoría de las tiendas están cerradas y el transporte público no funciona, pero dada la gravedad de la situación en Khuna, no nos queda otra opción, debemos seguir trabajando. La situación es crítica”, afirmó.

Oficialmente, Bangladés ha constatado 935.000 contagios y 14.900 muertes desde el comienzo de la pandemia, pero para la mayoría de la población estas cifras están subestimadas.

Un empleado del cementerio de Khulna, Mohamad Badu asegura a la AFP que nunca había estado tan ocupado en 32 años de trabajo. “La cantidad de entierros es mucho mayor que antes”, dice.

Para las autoridades sanitarias, la nueva ola se explica a causa de la negativa de la población a usar mascarillas y respetar la distancia social.

“La gente no se molesta en aislarse y eso ayuda a reforzar la transmisión del virus”, señaló Suhas Halder, portavoz del hospital principal de Khulna. AFP