Carlos Ochoa: De un 5 de julio a otro 5 de julio

Son pocos los paralelismos históricos que podemos hacer entre lo ocurrido hace  210 años y este 5 de julio de 2021, pero podemos intentar rescatar el carácter civil de la gesta, igual que la del 19 de abril de 1810. Tenemos que asociar que la una es consecuencia de la otra y la del 5 de julio que hoy celebramos, tuvo a su vez un efecto sísmico en toda la América colonial que fracturó el dominio español, desencadenando una guerra de proporción continental que duró en el territorio venezolano hasta 1823 con las acciones militares de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo librada el 24 de julio  con el Almirante Neo Granadino José Prudencio Padilla al frente y la  toma de Puerto Cabello el 8 de noviembre comandada por el General José Antonio  Páez, que dieron por finalizada la presencia militar española en Venezuela.

El Presidente interino Juan Guaidó ha hecho un llamado al pueblo para que acuda a un evento de apoyo al “Acuerdo de Salvación Nacional” que ha llamado “Congresos Regionales”, entiendo que es un esfuerzo para recuperar la confianza en la ruta electoral camino a las elecciones regionales convocadas por el régimen de Maduro, un evento que espera aceitar la maquinaria electoral necesaria para medirse con el partido-gobierno en que se convirtió el PSUV. La condición de realizar la elección presidencial ya no se escucha tanto ni aparece como una exigencia imprescindible, se puede decir que la estrategia de Maduro se impuso y que las elecciones a Presidente no aparecen en la agenda de los aliados ni de la oposición dispuesta a medirse con las huestes rojas, que lucen cómodas cediendo unas pocas gobernaciones y unas cuantas alcaldías que servirán para legitimar al CNE, el TSJ, la Asamblea Nacional electa el 2020 y por supuesto la Presidencia de Maduro hasta el 2025. 

Otra cosa podría suceder si en estos “Congresos Regionales” se escogieran los candidatos entre militantes de partido y sociedad civil para participar si se decide o no en esas elecciones y no en las cúpulas partidistas, al menos el espíritu del 5 de julio de 1811 pudiera animar a participar para defender  todo lo que tenemos que perder en la batalla por la descentralización del siglo XXI, hay que recordar que fue el relato de la descentralización el que construyó el discurso emancipador en el siglo XIX, que ahora con la aprobación de las leyes del estado comunal y la nueva geometría del poder, crean un centralismo absolutista como el que mantenía el imperio español en sus colonias, convirtiendo a Maduro en un monarca porque todas las decisiones de todas las regiones pasarán para su consideración por sus manos, dando al traste con el concepto de república democrática sustentada en el respeto político y administrativo de las regiones. El estado comunal deja a gobernaciones y alcaldías sin poder real y a los gobernantes de esas instancias en figuras decorativas, algunos defienden la participación en las elecciones argumentando que no hay dinero para las ciudades comunales y es cierto, lo que le interesa al régimen es la legislación, el decreto, el aprobar como sea, avanzar tanto como pueda en vaciar de funciones y poder a alcaldías y gobernaciones con la nueva estructura centralizada, pues Maduro podrá afirmar una vez armada la nueva arquitectura de poder comunal como se le atribuye  dijo el rey sol Luis XIV “El Estado soy yo”.





Por eso queda la duda de a quién salva el acuerdo nacional, salva al bravo pueblo que glorifica  nuestra canción de 1811 o salva a los políticos y a lo que queda de los partidos que para sobrevivir buscan un espacio que como están las cosas no creo les sirva de nada, ese dilema lo va a aclarar Guaidó y la oposición en las próximas semanas. El 19 de abril de 1810 tuvo su desenlace en el 5 de julio de 1811, me pregunto si el”Acuerdo de Salvación Nacional” tiene como dice Guaidó un plan B, un desenlace que nos conduzca a la reconstrucción de la sociedad en su conjunto, a un país más vivible, con futuro para nuestros hijos y nietos en el corto plazo y no en el lejano 2025.