Tras superar un cáncer, una esgrimista polaca sueña con el oro en Tokio

 

Hace tres años, la esgrimista polaca Magdalena Piekarska-Twardochel venció en su duelo contra su oponente más duro, el cáncer. A fuerza de carácter regresó a la competición, se clasificó para los Juegos de Tokio y sueña con el oro olímpico.





En 2018, la carrera de esta exsubcampeona del mundo en espada por equipos, con varias medallas en su palmarés en campeonatos de Europa y de Polonia, se vio sacudida al conocer que padecía un linfoma de Hodgkin.

“Fue difícil, comencé a despedirme del mundo”, confiesa a la AFP. “Cancelaba mis viajes, mis torneos, las obras que tenía previstas en mi apartamento”.

Pero, apoyada por su madre y por sus amigos, la deportista, tan grande por sus éxitos como por su altura (1,92 centímetros), comenzó a luchar como ella acostumbra.

“Supe que tenía linfoma de Hodgkin y que era una enfermedad que se podía superar, habida cuenta de que fui diagnosticada en un estado precoz”, recuerda.

Por delante tenía cinco meses y medio de quimioterapia.

Trabajadora, luchadora, la deportista de 34 años siguió su tratamiento a conciencia, como si se tratase de un deber a cumplir, de un programa de entrenamiento a seguir.

“Fue para todos nosotros y para Magdalena, una dolorosa confrontación con la realidad. Desconocíamos si ella debía o no guardar reposo, si podía funcionar normalmente”, recuerda Aleksandra Furmaga, la mejor amiga de Magdalena.

“Se ha demostrado que Magdalena es una auténtica luchadora, tres o cuatro días después de cada sesión de quimio se levantaba y hacía vida normal”, añade.

Pero los momentos duros también se hicieron presentes.

En primer lugar el diagnóstico, después cuando Magdalena pidió que se le afeitase el cabello antes de perderlo. Fue la propia Aleksandra la encargada.

“Magdalena era la más fuerte. Yo estaba de pie, detrás de ella, con la maquinilla de afeitar cortando sus cabellos, y era ella la que me decía que a fin de cuentas no estaba tan mal”, afirma con lágrimas en los ojos.

“Testaruda y ambiciosa”

A lo largo del tratamiento Magdalena soñaba con poder regresar a los entrenamientos.

“La esgrima y la idea de regresar me motivaron durante el 90% de mi tratamiento. Contaba los días hasta el momento en que podría volver a poner el pie sobre la pista, sabía que estos Juegos Olímpicos eran, de alguna manera, reales para mí”.

“Testaruda y ambiciosa”, según sus propias palabras, ella percibe su enfermedad como su “adversario, una herida que había que curar”, antes de regresar a la pista.

Realizó su primer entrenamiento, no oficial, quince días después de su última quimioterapia. Después, a fuerza de determinación y trabajo se clasificó para los Juegos Olímpicos en espada por equipos.

“No me sorprende que vaya a los Juegos Olímpicos”, declaró a la AFP su entrenador de siempre Mariusz Kosman, quien también dirige la selección polaca femenina de espada, una de las mejores del mundo. “Sabía que si ella se curaba lo lograría”, aunque fuese como suplente.

En su opinión, después de la enfermedad, Magdalena está “más concentrada en lo que ella hace, quizá mejor organizada y aprovecha cada momento en la sala de entrenamiento”.

“No escondo que mi sueño es ganar una medalla. A ser posible de oro”, lanza la esgrimista.

Pero también ha comenzado a dar importancia a otras cosas.

“Me gustaría que la gente se hiciera pruebas, porque es lo que funcionó conmigo”, insiste con una sonrisa.

La deportista desearía que su historia llegase también a las personas que no están enfermas, para que sepan que “podemos luchar por nuestros sueños, por la felicidad”.

“Lo que cuenta es aprovechar cada día” de la vida, constata.

AFP