Julio César Arreaza B.: Llamados a la grandeza

El camino que conduce a la libertad es el de la verdad. Mantenemos la integridad mientras recorremos el camino llano escogido. Somos conciudadanos edificados sobre los cimientos de la República; los demócratas jamás nos quedamos en el solo nombre sino le damos contenido con obra y vida.

Estamos saturados de desprecios, burlas e injurias por los sanguinarios que, en su izquierda llevan infamias, iniquidades y mentiras, y en su derecha sobornos.

No nos reconocemos como parias ni mucho menos súbditos de Cuba. La vida la encaminamos en seguir siendo ciudadanos de una República que se viene forjando desde hace dos siglos. Hemos sido edificados sobre la piedra angular de la Democracia, porque está en nuestros genes. Hemos decidido plantarnos en esta Tierra de Gracia que Dios nos ha dado, y jamás permitiremos ser arrancados de ella por la mano forajida que entrega la soberanía a conglomerados mafiosos.





El tiempo del desprecio ha sido durísimo. Sin embargo, no estamos dispuestos a desertar sino a trabajar por el objetivo de repatriar a los desterrados y reconstruir juntos a una nación derruida por la incuria, apuntando al bien común.

Reivindicamos el goce colectivo que produce el escoger a los gobernantes por el libre ejercicio del voto, sobre la base de mensajes que reaviven la esperanza tocando el piso de la realidad y no por medio del mercadeo engañoso y frustrante.

El panorama se oscurece más con los Kokis, Garbis y Vampis que andan de su cuenta y armados por la canalla responsable del reinante caos, mientras encarcelan arbitrariamente a Javier Tarazona, un ciudadano ejemplar, digno y valiente.

Ante el cuadro descrito de ausencia de instituciones democráticas, justicia y Estado de Derecho, irrumpen con un trabajo profundo y de hormiguitas los lideres Fénix. Es la respuesta que se genera, es el vacio que se llena ante el cuadro desolador de figuras de bajo calado que se tornaron en patéticas.

El usurpador acusa a Estados Unidos de atentar contra su vida y la comunidad internacional permanece inmutable y sigue apostando a un diálogo. Y lo hace para alcanzar un grado de estabilidad que permita el envío de la ayuda humanitaria, tolerando a un régimen que concede alguna participación a una oposición funcional que no significa una amenaza a su dominación. Será un diálogo sin una solución integral. Una rendición indigna.

La comunidad internacional se ha olvidado de la verdad y tolera a regímenes criminales que esconden sus fechorías bajo el manto del relato mentiroso socialista.

Su objetivo se dirige más al logro de un parapeto funcional de cierta estabilidad que a la consecución de la democracia. Este camino ominoso, para nosotros, terminará de consolidar a la usurpación.

Denunciamos esta visión miope que vacía a la política de contenido de libertad. Ellos jamás aceptarían para sus países las violaciones de los derechos humanos que sistemáticamente sufrimos aquí. Valga el ejemplo de los presos políticos.

El camino hacia la libertad solo puede ser transitado con una política que se encuentre con la verdad.

De rodillas no se pide la libertad; la política se ha degradado al punto de convertirse en un oficio para ganar riquezas materiales.

Nos oponemos a los diálogos que terminan fortaleciendo y normalizando a un régimen para desgracia de las mayorías.

Padecemos una crisis de representación, de ideas. Sin ellas no hay conciencia ciudadana; las ideas mueven hacia el futuro.

Rechazamos el acuerdo, entre los mismos, para ir a una farsa electoral que legitima a la usurpación. Seria normalizar a una situación anormal, que no lleva a la restitución de la soberanía popular, sino que representa un salto gallináceo, cortico, para eliminar las sanciones.

¡Libertad para Javier Tarazona. No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!