Zoé Valdés: Cuba debe ser escuchada en su reclamo de libertad

Las portadas de los periódicos del mundo libre muestran hoy como protagonista absoluto al pueblo cubano, quien ha sido el verdadero líder de esta gesta que se ha vivido y se sigue viviendo en la isla, que empezó con los pobladores de San Antonio de los Baños, un pueblo que hoy ha amanecido sitiado por los esbirros del régimen. Es la primera vez, desde el 5 de agosto de 1994, desde aquel acto masivo en las calles habaneras recordado como el Maleconazo, que una acción a dimensión nacional e internacional sacude y pone en riesgo a la cúpula castrista.

Serán numerosos los que hoy se pregunten cómo deberían apoyar a los cubanos: pienso que la única forma de acompañar al pueblo cubano en esta contundente acción de libertad que se ha producido en las últimas horas es apoyándolo en su reclamación de intervención militar, humanitaria como todas las intervenciones militares, rápida, eficaz, sin daños colaterales, lo que en la actualidad sabemos que es posible; que venga de donde venga, pero cuyo único objetivo debiera ser la libertad de Cuba y un cambio radical hacia la paz y la prosperidad, hacia un estado con una Constitución respetable en el que por fin ese mismo pueblo pueda tomar las riendas de su destino de manera plena y soberana.

El fin de la tiranía en Cuba depende de los cubanos, pero también del apoyo a nivel internacional que tengamos para que la libertad se convierta por fin en algo palpable y real.





Es cierto que en el día en que se iniciaron las protestas se echó de menos un liderazgo presencial con rostro, nombre y apellidos, pero igualmente creo que, de manera saludable, el próximo o los próximos líderes de Cuba se hallan hoy de manera anónima y espontánea en las calles. ¿No fue eso lo que sucedió en Rumanía? Lo que sin duda alguna cuestiona a todos esos falsos ídolos y líderes que la prensa y una cierta política de izquierdas han estado promoviendo según cambie el viento, sobre todo bajo cualquier Gobierno norteamericano.

Aparte de romper el mito, con la presencia de todo un pueblo, de que la contrarrevolución proviene de un grupito monitoreado desde la mafia de Miami, que no hizo nada en décadas –lo que no es del todo falso–, que por otra parte no es el monstruo peludo de la película, se vio que líderes como José Daniel Ferrer, Berta Soler, Tania Bruguera, Yoani Sánchez, quienes no aparecieron ni en una esquina para apoyar y liderar al pueblo, no son más que los fantoches que convienen al castrismo y a las instituciones internacionales como la ONU y compañía, todas las que apoyan al castrismo. No quedó claro si Luis Manuel Otero Alcántara, del Movimiento San Isidro, decidió salir finalmente a las calles, al parecer arengó a que la gente lo acompañara hasta el Malecón, y nada más. Guillermo Coco Fariñas continúa desaparecido, según sus familiares, fue el único en incorporarse a una de las marchas. A Eduardo Cardet, líder de Movimiento Cristiano Liberación, la policía le rodeó la vivienda en el pueblo de Velasco, como desde hace meses le impidieron salir, aunque envió un comunicado hacia el exterior, y varios miembros del MCL estuvieron en las calles de Batabanó y de San Antonio de los Baños. Rosa María Rodríguez, coordinadora del MCL, envió desde La Habana un muy acertado mensaje en ese sentido: “Nosotros no le decimos a nuestros hermanos del MCL que salgan a las calles, pero si ellos deciden hacerlo porque están desesperados y no pueden aguantar más, nosotros los apoyaremos y no los vamos a dejar solos”. El padre José Castor Álvarez Devesa fue herido en la cabeza, secuestrado y desaparecido hasta el momento en que escribo estas líneas.

En verdad, me pregunto si la ausencia de liderazgo no será un bien que abrirá nuevos espacios y hará posible que la gente sepa al fin que todos son líderes cuando se lo proponen y que todos merecen por igual ser apoyados por el mundo, no sólo por un grupo de cubanos exiliados.

Desde mi exilio me satisfizo apreciar en los vídeos que una gran cantidad de cubanos exigían una intervención militar, lo que vengo haciendo personalmente desde hace décadas. Hoy, más de 15.000 firmas piden esa intervención militar en Cuba mediante una petición hecha por Léo Juvier-Hendrickx en la plataforma change.org. La segunda persona en firmar detrás de Léo Juvier-Hendrickx fui yo.

Como he dicho, llevo décadas pidiendo una intervención militar en Cuba, rápida, quirúrgica, con drones. Muchos me criticaron, pero he seguido en ese empeño de que la solución rápida y radical para acabar con el castro-comunismo tiene esa sola vía: drones, drones, drones, sin daños colaterales.

En el día de ayer, varios personajes del exilio, influencers y youtuberos, que me atacaron ferozmente en el pasado debido a mi insistente demanda de intervención militar, se mostraron favorables a la misma al comprobar que la isla entera estaba en las calles y que eso precisamente era lo que pedían numerosos cubanos, además de ver que Miguel Díaz-Canel dio la orden sin remilgos de matarse entre cubanos. Como era de esperar, ninguno de estos actores sociales me nombró, ni citó, como la persona que desde los inicios de mi exilio promoví esta idea de acción solidaria del mundo –no sólo de Estados Unidos– hacia esa solitaria Cuba.

Lo importante es que hoy más de 15.000 cubanos reclaman una intervención militar y estos son sólo los que han podido, y los que alcanzan a firmar la petición; otros estuvieron ayer en las calles de Cuba y seguirán reclamando esa intervención militar –humanitaria como todas las intervenciones militares– por las vías que tengan a mano.