Guido Sosola: Cuba y el (mal) recuerdo de Carpentier

Guido Sosola: Cuba y el (mal) recuerdo de Carpentier

 

Se está complicando la situación en Cuba, surgiendo miles de esperanzas a favor de la libertad. La llevamos en el corazón, víctima de un régimen de características harto consabidas.





Legos y especialistas conjeturan sobre el inminente o prolongado derrumbe de comunismo isleño, teniendo en la mente la experiencia soviética su implosión. Por lo pronto, sólo deseamos hacer una breve referencia a nuestra querencia por los cubanos que fueron objeto de una inmensa puñalada luego de deponer a Batista, un niño de pecho al lado de los Castro.

Hay un personaje que recodamos ahora: Alejo Carpentier, y entendemos la distancia entre la literatura y la política, sobreviviendo la una, por sus intrínsecos méritos, en perjuicio de la otra, también por su cuño inmoral. Por ello, disfrutándolo, consideramos al también musicólogo, como uno de nuestros novelistas favoritos, ocurriendo algo semejante con la poesía la y cuentística de Jorge Luis Borges. Sin embargo, comprendida esa distancia, no deja de disgustarnos el compromiso político del escritor que a la postre se burló de su propia obra.

Don Alejo llegó a la Venezuela de los años cuarenta del veinte, hallando una extraordinaria acogida, laborando para una agencia de publicidad, escribiendo libérrimamente, incluso, a diario en la prensa. Una extraordinaria fotografía nos lo revela junto a Arturo Uslar y otros ejecutivos de ARS, imaginándolo parsimonioso en el trato.

Fidel se hace de La Habana y, volviendo a la isla, Carpentier se convierte en un sumiso soldado del tintero, funcionario diplomático, callado ante los atropellos de la dictadura, mirando hacia otro lado con el célebre caso Padilla y dicen que hasta delató al poeta venezolano presó por años en Corea del Norte, como Alí Lameda. Inevitable evocarlo al sonar hoy la protesta de los cubanos que demandan libertad y resultan reprimidos, imaginándolos perseguidos y refugiados, mientras concluye una pieza musical, como en un cuento de Alejo, después fatalmente capturados.