Juan Pablo García: Magnicidio haitiano

Los venezolanos llevamos a Haití en nuestro corazón. El Presidente Alejandro Petión apoyó decididamente a Bolívar, El Libertador, en los momentos más difíciles de nuestra hazaña independentista, Y todo lo que ocurra a los haitianos, lo sentimos en el alma, porque sabemos que semejante dolor lo hubiese sentido el gran caraqueño; además, son muchos los isleños que vivieron y viven en Venezuela, al buscar mejores condiciones de vida, que antes la encontraron entre nosotros, percatándose de un empeoramiento feroz al país de origen.

Por cierto, hoy, es doblemente asesinado Bolívar por el régimen de Maduro que recrea la versión patológica que hizo del gran caraqueño una morbosa caricatura a su medida, ahora, reemplazado por Chávez, siendo éste el símbolo de nuestra dependencia y entreguismo al comunismo. Los amigos haitianos, residentes en el oriente venezolano, lo recuerdo, antes de exiliarme forzosamente, de vez en cuando me comentaban que Maduro sería peor que Duvalier, una desgracia que sufrieron como dictador. El tiempo les dio la razón.

Recientemente, el presidente Jovenel Moïse fue asesinado en su propio dormitorio. Son muchas las hipótesis que se tejen al respecto, pero no deseamos sacar conjeturas irresponsables. Aunque, esto sí, al nivel regional es fácil deducir que la inestabilidad, la profundidad del caos humanitario, e interés de convertir definitivamente a Haiti en la Somalia de América, compitiéndole a Venezuela en el nada envidiable renglón, se ajuste muy bien a los propósito del Foro de Sao Paulo y sus diferentes derivados. Siendo este foro, apenas, una suerte de consulado de los lejanos y oscuros intereses anti-occidentales, somalizar y expandir su modelo es un objetivo supremo. Por ello, el magnicidio va alcanzando otras connotaciones más allá de los hechos locales y de las pasajeras rivalidades internas.