Luis Alberto Buttó: Hartazgo

Luis Alberto Buttó: Hartazgo

Luis Alberto Buttó @luisbutto3

Hartazgo, en su acepción de situación atosigadora en la cual se está frente a aquello que fastidia, cansa, enajena. Hartazgo, como vocablo para definir cuando algo obstina hasta la médula. Hartazgo, entendido como momento determinado en el que es imprescindible hacer un alto para proferir el necesario, revelador y liberador grito de ¡Basta!, lanzado con la mayor sonoridad posible.

Hartazgo de los señoríos en redes sociales, dispuestos, con artería y/o estulticia, para desviar la atención de lo realmente importante, lo verdaderamente sustantivo, lo ciertamente trascendente, y abortar, por ende, el debate al respecto. Hartazgo de las opiniones, las poses y las acciones camufladas de valentía, compromiso, bondad o irreverencia, cuando en lo interno son impulsadas por rencores subalternos y aspiraciones inconfesables. Hartazgo de los que no pueden mirar el mundo más allá de su cuadrado y solo quieren operar en beneficio de su círculo. 

Hartazgo de la disminuida conciencia que permite el trasegado del cóctel venenoso preparado a base de conformidad, conveniencia, sumisión, adaptabilidad, complicidad y resignación que hace posible el imperio de la ignominia. Hartazgo de los que pretenden saber y pontifican sin haber leído o apenas por leer aquello que no valía la pena. Hartazgo de la simplicidad de análisis que nace de la orfandad de pensamiento. Hartazgo de la trapacería en el análisis que nace de la defensa de intereses personales o corporativos.    





Hartazgo de las propuestas engañosas que solo convocan saltar al vacío. Hartazgo de los que gritan a todo dar «agárrenlo», «allá va», para ocultarse a manosear el botín obtenido, sea éste infame o sustancioso, lo cual, por cierto, poco les importa. Hartazgo del protagonismo a como dé lugar asumido como ley de vida. Hartazgo de los sempiternos cazadores de cuanta oportunidad se les cruce en el camino. Hartazgo de los que se devoran entre sí peleando por zarandajas, mientras otros se atrincheran incólumes e impertérritos en el disfrute de los espacios de la dominación.

Hartazgo de la cantinela de necedades. Hartazgo de la noria pintarrajeada con bravuconadas. Hartazgo del escrutinio feroz de los impolutos crecidos en el arte de capear las máculas propias. Hartazgo de la ignorancia manifestada en no comprender que la voluntad sin conocimiento, cuando no es estupidez, por lo menos es temeridad, y que el conocimiento sin voluntad resulta inane y apenas sirve de fachada.

Hartazgo de la cizaña, la insidia, el encono, especialmente el teledirigido hacia la diana seleccionada desde el afán personal de trocar la verdad o ningunear la validez del argumento por la enfebrecida manía de abrir las compuertas para el discurrir de la bilis agitada. Hartazgo de los conversos que arrancan las páginas del Génesis con la vana ilusión de borrar el pecado original que arrastran. Hartazgo de los tontos que aplauden las maniobras que a fin de cuentas los devoran porque su confusión o temor sirvió de preámbulo para la dentellada de la maldad. Hartazgo de los entregados; léase, los derrotados sin que para ello mediara el inicio de la batalla.

Decir hartazgo con la finalidad de alcanzar cierto desahogo; nomás. ¿Vale?

@luisbutto3