Jesús M. Pérez Triana: Hispanoamérica y el cosplay político en España

Jesús M. Pérez Triana: Hispanoamérica y el cosplay político en España

Ironías de la historia, la emigración canaria tuvo como destino dos países que periódicamente generan polémicas políticas: Venezuela y Cuba. Como canario que soy, mi árbol genealógico está lleno de emigrantes que marcharon a ambos países, viviendo alguno toda clase de peripecias en los tiempos de la emigración clandestina. Algunos se establecieron definitivamente en ambos países y vivieron allí toda su vida. Otros, se marcharon ante la deriva económica o política, volviendo a España, bien ellos o sus descendiente. Incluso hay alguna historia familiar de quienes emigraron de Canarias a Cuba y de Cuba a Venezuela para finalmente regresar a Canarias.

 

 





Ese flujo significa también que como canario es habitual encontrar a los hijos y nietos de canarios que hicieron el camino de vuelta como compañeros de clase, compañeros de trabajo o en la tienda de la esquina. El vínculo con Cuba y Venezuela en Canarias significa, por tanto, conocer de primera mano la realidad de los habitantes de esos países. Hablo de relatos de penurias y necesidades. También de envíos de dinero, medicinas y material médico básico. No hay nada más desmitificador que un cubano hablando casualmente de la vida cotidiana para entender desde la corrupción al clasismo de los hijos de los dirigentes del PCC.

La cercanía personal, emocional y biográfica con Cuba y Venezuela ha tenido un efecto curioso en la identidad canaria. Es muy posible que un canario considere exóticas las playas del Caribe y perciba diferencias en sus valores con la población local como ciudadano de la Europa desarrollada y postmaterialista. Pero el flujo y reflujo histórico creó en Canarias un mestizaje cultural que estrecha la brecha con el Otro. Al fin y al cabo, a los ojos peninsulares nosotros también somos el Otro.

Es difícil imaginar otra región de España donde se pudiera dar una escena como la de Celia Cruz cantando el pasodoble “Islas Canarias” y a la inversa, una región de la que surja un grupo musical que ponga al público en pie sólo con la primera estrofa de un clásico local como Los Sabandeños cantando “Alma Llanera” en Caracas. Cuando Willy Chirino canta “Soy guajiro” y menciona el 2 de febrero, día de la Candelaria, no hay que darle muchas vueltas para entender cómo los campesinos cubanos terminaron venerando a la virgen patrona de Canarias.

Con todas las diferencias y salvedades, comparando con el resto de españoles, es más difícil que el canario medio vea a venezolanos y cubanos como un Otro exótico y que cuando viaje a Caracas con la maleta cargada de medicinas entienda la ciudad como un parque temático instagramable.

En mi caso, circunstancias de la vida me llevaron a Buenos Aires. Poco después, estuve en Montevideo con un grupo de españoles que querían hacer allí negocios y el contraste con la población local fue notable. Al fin y al cabo, los primeros pobladores de Montevideo y Colonia del Sacramento fueron canarios y los uruguayos con su tranquilidad me resultaron unos canarios con su aplatanamiento pero con acento diferente.

Mi paso por Buenos Aires produjo un efecto curioso. Me quedé enganchado a la realidad del país, lo que Internet me permitía sin problemas. Me quedaba la madrugada del domingo al lunes a ver en directo “Periodismo Para Todos” y, gracias al esfuerzo de argentinos anónimos que grababan programas de radio y televisión para difundirlos por Internet, podía seguir las tertulias políticas casi a diario. Por supuesto, también empecé con las lecturas. Algunas facilitadas por la fácil distribución de libros en formato electrónico. Otras caras y azarosas, como el libro de Hugo Alconada Mon que compré por Internet de segunda mano en una librería de California.

Hubo un momento en que España sufría los efectos duros posteriores a la crisis de 2008 al borde del rescate europeo y yo vivía enganchado a la actualidad argentina. Era mi forma de evadirme de la realidad para que cuando miraba a mi alrededor poderme decir “tampoco estamos tan mal”. Ese interés por seguir la actualidad política argentina y por entender su pasado reciente vía lecturas tuvo un efecto curioso. La cobertura informativa de la Argentina kirchnerista y los discursos políticos sobre ese país cambió totalmente a mis ojos. En España no interesaba la realidad argentina. En España interesaba tener una postura política en torno a Argentina hablando ante un público español que lo ignora todo sobre el país. Así fui comprendiendo la superficialidad y la falsedad de aquellos discursos y narrativas.

Hispanoamérica es un teatro que sirve de fondo para escenificar en España una radicalidad política y una sensibilidad social absolutamente impostada. Frente a una realidad española gris donde la política es sólo el arte de lo posible, la exuberante, colorida y exótica Hispanoamérica ofrece seguir soñando con transformaciones políticas y sociales. O al menos agarrarse a las declaraciones de intenciones al respecto.

La consideración de zoológico humano refleja el racismo subyacente. Los blancos europeos españoles ríen o perdonan las excentricidades, el machismo y la homofobia de los ultracorruptos líderes hispanoamericanos porque los valores universales no son de aplicación allí. Lo dejaban bien claro en Podemos, donde soñaban con una socialdemocracia escandinava para España pero lloraron Orinocos de lágrimas por la muerte de Hugo Chávez. Es una visión parecida que en los años 70 compartían en Europa Occidental sobre Portugal, Grecia y España: países meridionales donde hacía falta la mano firme de los militares para meter en cintura a países atrasados. Ahora, mulatos, negros y mestizos, con su música alegre y sus fiestas coloridas, deberían sentirse contentos por tener gobernantes que saquean las arcas públicas pero hablan mal de Estados Unidos.

La fascinación militante por oligarquías ultracorruptas que han hundido económicamente a sus países, han acumulado millones en paraísos fiscales y tienen a su vástagos llevando vidas de lujo en Estados Unidos y Europa, sean los Castros, los Chávez o los Kirchner, sólo se explica porque hubo mucho dinero de por medio. ¿Alguien recuerda alguna elaboración teórica en España sobre la Uruguay del Pepe Mujica? Me temo que tenemos la entrevista de Jordi Évole y poco más. Pero es que el Pepe viviendo en su chacra del Cerro de Montevideo y la relación de los uruguayos con el dinero es un espejo incómodo en el que mirarse.

Podría desgranar aquí casos y nombres. Todavía recuerdo el artículo de cierta periodista española hablando del caso Santiago Maldonado y advirtiendo que en Argentina volvían los tiempos de la dictadura. Pero reconozco que nunca he comprobado si luego escribió para informar a los lectores españoles que el caso se había resuelto y que en realidad aquellos temores habían sido en realidad una campaña política que había tergiversado y explotado el caso de forma oportunista, a lo que ella se había sumado sin entender el contexto. Hay otros casos más recientes, aún más tontos y ridículos. Pero es preferible hablar del pecado y no del pecador. Espero que algún día los protagonistas entiendan que sólo se están haciendo daño a sí mismos jugando al radicalismo político defendiendo ideas atroces y gobiernos nefastos de Hispanoamérica antes de que alguien de allí les parta la cara en una calle de España.

Hoy, 11 de agosto, justo hace un mes del estallido de las protestas en Cuba. Le dediqué un vídeo en mi canal y dos hilos largos en Twitter. En el primer hilo he ido añadiendo noticias e informaciones desde aquel entonces hasta la fecha. En el segundo hilo expuse el modus operandi de los defensores del castrismo que defienden la dictadura con la panza llena lejos del país. En el vídeo trato tres argumentos habituales con los que se ha tratado la situación de Cuba.

 


Este artículo fue originalmente publcado en Guerras Posmodernas el 11 de agosto de 2021