El extraño caso de la actriz que se aburrió de Hollywood: Qué fue de la vida de Bárbara Feldon, la 99 de “El Superagente 86”

El extraño caso de la actriz que se aburrió de Hollywood: Qué fue de la vida de Bárbara Feldon, la 99 de “El Superagente 86”

En las décadas del 50 y 60 las series y películas sobre espías y cuestiones similares estaban de moda. Los productores se las ingeniaban para hacer un producto de calidad sobre esa temática, pero no a todos les iba como deseaban. En este plano, James Bond era el personaje de ficción que sobresalió. Pero a la par, si bien no fue una película, estuvo El Superagente 86.

Por infobae.com





El gran protagonista fue Don Adams, en la piel de Maxwell Smart. Un agente torpe, sin muchas ideas para desempeñar su trabajo, pero que siempre disponía de una cuota de suerte que hacía que su labor sea llevada delante de la mejor manera. A eso le sumaba su carisma, compañerismo y bondad, que lo hacían un hombre querido por todos los que trabajaban con él.

Como suele suceder es este tipo de historias, no estaba solo en su labor. Estaba secundado por la 99, papel que llevó adelante la actriz Bárbara Feldon. No tenía nombre, fue conocida por ese número. Era quien solía resolver los problemas ante la ineptitud de su colega, pero nunca se llevaba el crédito, dejaba que la figura del agente 86 creciera.

Uno de los motivos, tal vez, es que estaba enamorada de su compañero. Sin ir más lejos, recién en la cuarta temporada llevaron adelante el casamiento. Incluso, la coronación de tantos años de coqueteo llegó en la última entrega, cuando fueron padres de mellizos.

Sobre esos dos episodios, ella remarcó: “con el casamiento y luego con el nacimiento lograron que esos programas tuvieran mayor audiencia pero nada más. Al capítulo siguiente de nuevo los números bajaron. Nuestro momento había pasado. La gente quería ver cosas nuevas”.

La serie se estrenó en 1965 y el éxito fue inmediato. Sin ir más lejos, lo que iba a durar algunos capítulos se terminó transformando en una gran historia de cinco años, que se dividió en 138 capítulos.

Sin embargo, así como supo tocar el cielo con las manos, de la misma manera encontró el fracaso. El cambio de década, por alguna razón que quedará para otro momento, hizo que los estadounidenses dejaran de consumir este tipo de producto. La audiencia bajó considerablemente y eso provocó su abrupto final.

En otros países seguía generando éxito, pero en aquellos años los actores no cobraban por eso, no había una repartición, y quien se quedaba con todo el dinero era su creador, ni siquiera la señal que lo trasmitía, por eso se quedó sin pantalla.

A Bárbara Feldon, como al resto de los protagonistas, le llegó la debacle. En su caso particular, la actriz nunca pudo volver a protagonizar un film de tamaña repercusión, ni mucho menos volver a cautivar desde la actuación como en la serie creada por Mel Brooks y Buck Henry. El quedar pegada a su personaje hizo que aquello que fue lo mejor de su carrera, también fuera su maldición.

La actriz estudió actuación y se recibió en la Universidad Carnegie-Mellon, en Pensilvania, en 1955. La falta de trabajo inmediato hizo que se desempeña como modelo, profesión en la que creció rápidamente, sobre todo en gráfica. A la par se destacó en Broadway como bailarina. Pero todo eso no iba a ser parte de su futuro: ella quería ser actriz y lucho por ese sueño. Sin ir más lejos, se mudó a Nueva York con ese anhelo.

Las puertas no se le abrieron fácilmente, pero siguió insistiendo. Finalmente tuvo su debut televisivo en 1963, en el programa The Dupont Show. Lo que vino fueron series como East Side/West SideFlipper y El agente de Cipol. Todos papeles menores, de escasas apariciones, que le generaron miedo y preocupación. El tan ansiado despegue no llegaba pese a los intentos.

“Me habían dicho que lo importante era entrar, pero yo estaba adentro y no avanzaba. No progresaba, era frustrante. Era horas y horas de esperar en oficinas y audiciones”, confesó tiempo después hablando de sus inicios.

En 1965 le llegó su oportunidad en El Superagente 86 y todo lo relatado en párrafos anteriores. Por su labor fue nominada dos veces a los Premios Grammy en 1968 y 1969 en el rubro actriz de comedia. Atravesó su mejor momento durante ese periodo.

De alguna manera, ella anticipó que hacer mucho una cosa le iba a traer repercusiones a largo plazo. Sin ir más lejos, cuando la convocaron le ofrecieron un contrato por cinco años, pero no aceptó. No estaba en sus planes quedarse mucho tiempo en un lugar, por lo que tuvo que renegociar.

Finalmente acordaron firmar por dos años, con la posibilidad de, si las dos partes estaban de acuerdo, prorrogarlo por tres años más. El impresionante éxito hizo que no se fijara en su futuro y aceptara seguir en la ficción, encarnando a la 99. Para investigar qué le iba a deparar el futuro, en todo caso, había tiempo. En ese momento no se quiso bajar de tal éxito.

Conflictos que se revirtieron

En ese entonces, Don Adams ya era una figura y Bárbara estaba comenzando, por lo que tuvo que sufrir varios desplantes. En principio, casi que los dos no se hablaban, pese a compartir el protagónico. Por otro lado, como ella era más alta que él, le ordenaron que se encorvara cada vez que tenían escenas juntos, que fueron muchísimas. En otras escenas él uso un escalón.

Sin embargo, todo cambió a media que empezaron a grabar y crecer juntos. Se dieron cuenta de que eran un gran complemento y que a la par forjaron una gran relación que se trasladó a una amistad que perduró en el tiempo.

En cuanto a su personaje, en primera instancia fue llamada la 100, pero como no era muy femenino, decidieron cambiárselo. Según trascendió, siempre sobre un mito urbano y no sobre certezas, le pusieron la 69, pero se lo abrían prohibido a sus creadores por su connotación, por lo que se quedaron con la tercera opción: la 99.

A diferencia de lo que se vivía en aquella época, fue una de las pocas mujeres que sobresalió por su fortaleza e inteligencia por sobre su compañero masculino. No era normal en aquel entonces que se diera así y ese fue, sin dudas, un gran logro de sus creadores, anticipándose a lo que vendría en cuestiones de igualdad de género.

Su presente

Si bien en los años 80 logró seguir cautivando desde su costado actoral, nada fue igual. En varias oportunidades surgieron las posibilidades de volver con aquella serie que tantos réditos le dio a todos los que participaron, pero nada fue igual.

El intento más cercano se dio fue en 1995, cuando resucitaron el producto. Sin ir más lejos, tan solo duraron siete programas al aire. Continuando con su labor, en 2006 rodó el film The Last Request, su último trabajo estable antes de alejarse y buscar otros caminos por fuera de la fama y el mundo mediático.

Con 88 años, dedica su vida a disfrutar de sus pasatiempos preferidos. Hizo un curso de decoración de interiores y disfruta de desarrollar esa actividad. Nunca disfrutó de la fama, de todo lo que le trajo aparejado, y siempre se escapó de los flashes.

Por otro lado, ya con menos repercusión como actriz, no dudó en empezar a escribir. Si bien es algo que realizó durante gran parte de su vida, hubo un momento en el que dio un paso más y empezó a publicar libros. En este punto, uno de los más conocidos fue Vivir solo y amarlo: guía para disfrutar de la vida en solitario.

Tras dejar atrás las luces de Los Ángeles, buscando algo de anonimato, se mudó a Nueva York, ciudad en la que vive actualmente. Allí disfruta del arte, de todo lo que le ofrece la ciudad, pero sin ser ella la protagonista. Sobre este punto, en alguna oportunidad, remarcó que estaba cansada de la fama. “Siento que hay que ver la vida desde un contexto más amplio que solo una visión total de éxito o de ser lo suficientemente bueno. Si buscás un tipo de perfección nunca llegarás ahí”, comentó en una de las últimas entrevistas, en los 90.