Si no quiere modernizar la economía ¡sospecha! Por Andrés Segovia @ReporteroAndres

Valera.- En lugar de la floja disyuntiva entre “vieja y nueva política”, lo que debería evaluarse es lo que funciona y lo que no, como la economía estatista venezolana.

Hay que hacer memoria y preguntar “¿por qué vale la pena A y no B?”, “¿quién propone?”, “¿qué propone?” “¿por qué?” “¿cómo llevarlo acabo?”; son preguntas desarrolladoras que sí llevan a soluciones y, sobre todo, a no tropezar con la misma piedra.

Asumir esto resulta más engorroso porque requiere más análisis, pero también estar abiertos a la experimentación; algo que no agrada a los vividores del Estado o aspirantes a ello.





No es casual que socialdemócratas y socialistas venezolanos -la mayoría de los dirigentes nacionales- sean los grandes defensores de las tradicionales ideas del “Gran Estado rico” para”el desarrollo”, a pesar de sus numerosas crisis por insostenibilidad.

La mayoría de ellos, siendo del régimen o no, permanecen hieráticos ante la necesidad de proponer cambios profundos en la mayoría de sus discursos como mainstream político, empresarial, comunicacional y hasta académico local.

Saltan olímpicamente sobre los factores estructurales y se centran en temas circunstanciales y secundarios como “la mala administración/repartición” o “la necesidad de mejores gerentes”.

Es como que en un negocio el dueño se la pase tomando el dinero de la caja para malgastarlo y luego resuelva poniendo buenos gerentes.

Los leitmotiv de “la riqueza es de todos” o la “gota de petróleo” sustentados desde el dirigismo centralista y monopólico, siguen en ellos -cada vez más tácitos o de contrabando- apelando a su calado en el imagino popular.

La mayoría de sus señores albaceas ya no son vistos como alternativa de “oposición”. No quieren ni arriesgar o, peor aún, ni perder los privilegios que virtualmente ganarían al llegar a Miraflores.

En Venezuela no se tiene nada que perder cambiando de paradigma, más bien tenemos todo que ganar… Pero ellos pasan por encima de los escombros evidentes y como “oposición” ya prefieren hasta capitular, por unos espacios con presupuesto, con el régimen socialista.

Debemos sospechar de quienes mantienen el tabú sobre la modernización de la economía venezolana.

Algo que es nada más y nada menos que la privatización (no adjudicación ilegal a amigos) de empresas y servicios públicos, brindar seguridad jurídica donde la propiedad privada y competencia esté blindada en todas sus formas, dar libre circulación de capitales y mercancías, eliminar de controles e impuestos confiscatorios y demás acciones que, sobretodo incluyen, acabar con el monopolio de Petróleos de Venezuela S.A. -el gran botín político- para abrir la competencia y diversificar.

El cambio de paradigma hacia un país que acepte un Estado de derecho y la economía de mercado es más que urgente. Lo contrario es sospechoso.