El sufrimiento de los venezolanos por la baja calidad en los servicios públicos

El sufrimiento de los venezolanos por la baja calidad en los servicios públicos

Edwin (C), de 54 años, se lava la cara en un fregadero de un albergue ubicado en el sótano del edificio público Sudameris en Caracas. (Foto de Cristian Hernandez / AFP)

 

Los habitantes de la frontera, ante las fallas de los servicios, optan por buscar soluciones alternas que les permitan vivir de forma práctica y cómoda, a pesar de las vicisitudes.

Por Andreína Castellano / lanacionweb.com





Desde el apagón nacional de 2019 y los cortes prolongados que se habían presentado por fallas en años anteriores, que afectaban la región andina, los sanantonienses se equiparon con plantas eléctricas.

De igual manera, es el escenario ante las fallas en la distribución de gas; la venta de hornillas eléctricas aumentó en los últimos tres años en el municipio Bolívar.

La calidad de los servicios ha desmejorado con el paso del tiempo, por lo que adaptarse a la situación ha sido la constante premisa de quienes viven en San Antonio del Táchira.

Reclaman sus derechos y hacen llamados a las autoridades encargadas de cada servicio, cuando lo consideran pertinente.

“Hemos durado hasta mes y medio sin agua”

Luz Torres, de 54 años de edad, habita en la urbanización Libertadores de América, desde hace 16 años. No cuenta con servicio de agua potable desde hace dos días. Tenían, antes de esa fecha, aproximadamente, 15 días sin el servicio. Destaca que cuando reciben el vital líquido, muchas veces llega turbio, por lo que deben hervirlo para poder consumirlo en su hogar.

En su vivienda conviven tres familias, unas 12 personas, incluidos menores de edad; en los momentos que cuentan con el servicio de agua, casi siempre la dejan de 24 a 72 horas, tiempo en el cual procuran llenar todos los tanques y recipientes que tienen destinados para esta labor, recoger lo más posible, lavar y realizar todos los quehaceres habituales, antes que suspendan nuevamente el servicio.

Torres menciona que muchas veces el agua no llega con la presión necesaria, motivo por el cual, cuando están llenando sus tanques quedan a la mitad de su capacidad total, o no alcanza a subir el agua, ya que cuando están abasteciéndose, y todos los vecinos se enteran, empiezan de igual forma a lavar y abastecerse, por lo que surtir todos sus tanques es un proceso que muchas veces tarda todo el día.

La idea es ahorrar la mayor cantidad de agua posible, pues cuando se suspende el servicio no hay seguridad del día que se restituya. En algunos momentos ha tardado hasta mes y medio en llegar, por lo que reutilizan el agua y también almacenan el vital líquido cada vez que llueve para utilizarla en los baños, para limpieza y, en última instancia, para cocinar, si no hay más opción, luego de tratarla.

En su hogar, sus nietos en algunas oportunidades han sufrido de algunos brotes y alergias por usar agua de lluvia, razón por la cual las cremas tópicas es la solución inmediata ante las ronchitas que presentan los niños.

Para la señora Luz, comprar el líquido a camiones cisternas es una solución momentánea ante la falta de agua, pero un carro-tanque de 3.000 litros lo ha pagado hasta en 30.000 pesos colombianos. “Tratamos de ‘estirar’ el agua lo más posible, lo máximo que nos dura es una semana; cuando tarda mucho el agua, compramos 1 o 2 camiones, según el tiempo que tengamos sin agua”.

Ante la escasez de bolívares, se paga en pesos

Jesús Ramírez, de 63 años, nació, creció y ha desarrollado toda su vida en San Antonio del Táchira. Ha vivido las diferentes etapas del país y, por supuesto, la bonanza de la jurisdicción fronteriza.

Recuerda hoy día, con nostalgia, años anteriores, casi un lustro, en los cuales los empleados de las diferentes empresas de gas que hacían vida comercial en San Antonio pasaban por las diferentes comunidades, preguntando si deseaban comprar el cilindro de gas.

Ramírez comenta que, en muchas oportunidades, a él y su esposa los conductores de los camiones que repartían el servicio les decían: “patrones, cocinan con leña o cómo, han pasado dos meses y no piden gas”.

Hoy eso es solo un recuerdo para el sexagenario, aquellos tiempos donde les ofrecían el gas y tenían cilindros de sobra, o simplemente, si se terminaba llamaban a la empresa con la cual tenían contrato y reponían el cilindro al pasar dos o tres días.

Actualmente, el panorama es diferente, pues las jornadas de abastecimiento de gas se realizan una o dos veces al año, máximo tres, si se tiene suerte, destaca el señor Jesús. Es un servicio deficiente y precario, además de limitado; en su hogar habitan siete personas, incluyendo dos menores de edad, por lo que el cilindro de gas, ahorrando, lo más que dura sería 1 mes.

Así mismo, menciona: “Tratamos de cocinar la mayor parte del tiempo con cocinas eléctricas; el gas solo se usa para emergencias, para calentar algo o hervir el agua de consumo diario”. En cada jornada solo se vende por familia un cilindro, y pasan aproximadamente cuatro o seis meses antes de que se realice nuevamente otra recolección de cilindros.

El costo del cilindro de 18 kg en la frontera es de 20.000 pesos colombianos, y en las comunidades de la frontera, ante la escasez de bolívares, los ciudadanos optan por pagar en pesos; si se les acaba el gas, la familia Ramírez debe comprarlo en el mercado negro, a un costo aproximado de 50.000 pesos.

“El internet es cada día peor”

Argelia Rangel, de 59 años de edad, cuenta con servicio ABA de la estatal CANTV desde hace más de 10 años. El servicio se ofertó, en un principio, como una opción de conectividad e inmediatez para la comunidad, por lo que su familia no dudó en adquirirlo.

Con el pasar de los años, el servicio, a juicio de Rangel, ha desmejorado, a tal punto que “es completamente una ‘lenteja’, lento y más lento”. La velocidad de internet varía mucho y el servicio es deficiente, pues en el transcurso del día algunas veces duran más de 4 horas sin internet.

El pasado fin de semana, el servicio presentó una falla en todo el estado, lo que desconectó de la red a muchos usuarios, como la señora Argelia. Las interrupciones en el servicio son constantes, razón por la cual debe recurrir a paquetes de internet colombianos para mantenerse comunicada con sus amigos y familiares, además de informarse sobre el acontecer nacional.

La última vez que falló el servicio, pasaron 48 horas sin internet; en algunas comunidades tienen más tiempo sin el servicio; hay días en que funciona de forma estable, según manifiesta, y puede navegar con normalidad, como también hay momentos en los que debe reiniciar el modem para probar si se tiene conexión o si mejora la velocidad.

Cabe destacar que el servicio de ABA es uno de los pocos que se cancelan en bolívares en la frontera. Rangel paga mensualmente 10.000.000 bs por su plan de navegación a Cantv, sumando el costo de su factura telefónica.

La señora Argelia sugiere que se debería invertir más en el servicio para gozar de una mejor conectividad, y que cuando se presenten fallas, sean atendidas por el personal capacitado de inmediato, ya que el internet es un elemento necesario en la vida de los ciudadanos en la actualidad y en muchas ocasiones pasan días y meses antes de ser solucionados los reclamos o averías que se registran.

“El servicio de recolección de basura es intermitente”

Rosa Chacón, de 61 años de edad, pensionada, desde hace más de 6 años se dedica a las labores del hogar y al cuidado de sus nietas, mientras que sus hijas trabajan entre semana. Cancela, con esfuerzo, mensualmente, los 4.000 pesos colombianos que cuesta el servicio de aseo.

Los empleados del Instituto Municipal de Aseo y Ornato (IMAO) realizan operativos de cobranza por las comunidades de la frontera continuamente; de igual manera, algunos ciudadanos que no perciben ingresos en moneda extranjera cancelan en la oficina en bolívares.

Chacón manifiesta que no hay un día fijo para la recolección: “el tiempo varía, depende de si los camiones funcionan o si llueve por el camino hacia vertedero; a veces vienen de forma semanal, en otras ocasiones tarda 15 días; lo máximo que han tardado en recolectar la basura son 22 días”.

Generalmente, los líderes de cuadra son quienes notifican que el camión compactador hará el recorrido tal día, en la mañana o en la tarde, según informan los encargados del IMAO a través de audios.

El panorama en las calles es desalentador debido a la falta de consciencia de muchos ciudadanos, que sacan la basura a la calle aun cuando el camión no pase a recoger los residuos, por lo que los perros rompen las bolsas y se generan malos olores y desperdicios que inundan las aceras de la comunidad, debido a que la brisa del viento los va arrastrando.

Así mismo, los recicladores, en busca de botellas de plástico y latas, también revisan la basura que encuentran en la calle, buscando material para reciclar y posteriormente venderlo en Colombia.

Comenta la sexagenaria que el servicio es intermitente. En su hogar “amontonan la basura, así tarden muchos días”, evitando sacar los residuos a la calle, lo que conlleva malos olores y que las moscas estén presentes en los espacios de su casa, así se limpie y se lave con desinfectantes.

“Hay que ser un poco más conscientes con los residuos”, puntualiza doña Rosa. La recolección de basura es uno de los servicios públicos más importantes, por la salubridad que implica; por ello hace un llamado a los encargados de ello, para que la recolección sea semanal y no se apilen las montañas de basura en las casas y calles.

“Las variaciones de voltaje afectan los electrodomésticos”

Nubia González, habitante desde hace tres años de Ruiz Pineda, manifiesta que los cortes en el servicio eléctrico han aumentado en los últimos días.

Los cortes varían, en horario y tiempo, pues a veces son de dos a tres horas y en otros momentos se prolongan más. “Como quien dice, no hay horario ni fecha en el calendario; a veces son en la mañana, otras en la tarde o en la madrugada”, puntualizó González.

Las variaciones de voltaje tienden a dañar los electrodomésticos, porque no todos cuentan con protectores de corriente. A la señora Nubia, hace más de 6 meses, se le dañó su aire acondicionado por una subida en el voltaje que se dio de repente, en la noche. Según detalla, desde ese momento no ha podido repararlo y actualmente utiliza solo un ventilador.

Las labores domésticas pueden esperar, ya que hay que aprovechar los momentos con electricidad, a juicio de González, para preparar los alimentos. Si puede, adelanta el desayuno y el almuerzo en un solo momento, para evitar, si se queda sin luz en su hogar, preparar la comida con leña, ya que el gas se les terminó hace unos cuantos días.

De igual forma, en Cristo Rey la situación no es muy diferente. Darwin Celis destaca que los cortes son de forma diaria, unos más extensos que otros; el fin de semana, la situación fue caótica, por las altas temperaturas que se registraron en la frontera.

Cada corte de electricidad se ha incrementado. En su sector, la quitan tres o cuatro veces por día, y a veces, si tienen suerte, solo por una hora, por lo que realizar las labores diarias muchas veces resulta tortuoso e incluso comunicarse, si se queda sin batería su celular. En la familia Celis, mientras haya electricidad, se cocina en hornillas eléctricas, pero, si se quedan sin luz, entonces sí recurren al gas.