Gabriela Garreau: Cómo saber si sufres de adicción a la comida

La llegada de las redes sociales nos ha permitido informarnos de las últimas tendencias en dietas y ejercicios. Gracias a esto uno de los fenómenos de este último siglo se ha hecho aparente: la adicción a la comida. En este artículo nos enfocaremos en comprender esta enfermedad y cuáles son sus causas más comunes. A su vez les propondré algunas estrategias para lidiar con esta enfermedad de manera que puedan llevar una vida más balanceada.

La OMS define adicción como una enfermedad física y psicoemocional que causa dependencia o necesidad hacia algo en específico. Comúnmente cuando se habla de este tipo de ciclo lo primero que nos viene a la mente son los llamados vicios como el tabaco o el alcohol. No obstante una de las menos discutidas es la de  la comida, la cual se ha demostrado que afecta casi al 11% de la población en países occidentales.

La adicción a los alimentos se presenta cuando tenemos  impulsos emocionales, persistentes e incontrolables para comer. Estos impulsos siguen existiendo aún cuando no tenemos hambre física. Es decir, la persona se obsesiona con la idea de comer constantemente, llegando a presentar síntomas físicos parecidos a los de abstinencia de drogas, en caso de no poder llenar ese deseo. El adicto entra en un ciclo en el que pasa la mayoría del día comiendo, así sea en pequeñas cantidades y no se detiene aunque esté satisfecho, sin importar.





Es importante aclarar que esta condición debe ser diagnosticada por un profesional de manera que no se confunda con otro desorden alimenticio. Por ejemplo, es común que en momentos de estrés o celebración tendamos a comer en exceso, pero esto no significa que seamos adictos. A su vez muchas personas experimentan períodos de atracones en los que comen excesivamente, los cuales están normalmente relacionados a desórdenes alimenticios.

El  riesgo de desarrollar dependencia a los alimentos depende de factores biológicos, psicológicos y sociales. Algunas personas no poseen gran capacidad de controlar sus impulsos, se estresan más y con mayor intensidad y les cuesta balancear sus sentimientos con respecto a la comida. Factores como la depresión, el estrés crónico y la ira han demostrado ser comunes en personas con esta condición. A su vez es más común en países con alta disponibilidad de productos procesados dado que son altos en calorías y generan antojos si se consumen  en exceso.

Si sabemos que sufrimos de esta condición recuerda que puedes y debes buscar ayuda.  Comienza por conversar con una persona de confianza y pídele que te preste apoyo moral. De ser necesario consulta con un psicoterapeuta o profesional de la salud mental con quien te sientas a gusto. Debemos buscar ser escuchados por alguien  que no juzgue nuestra  condición y preferir opciones de recompensa distintas a la comida. Por ejemplo, vamos a premiar nuestra  evolución con palabras de aliento y no con snacks o tortas.

A su vez es importante desarrollar nuestra consciencia en relación a qué nos está llevando a comenzar el círculo vicioso. Es importante saber qué situaciones y comidas en particular lo detonan para que podamos reemplazarlos. Buscar actividades de reemplazo para el hábito de comer constantemente es crucial para triunfar. Recuperarse de cualquier adicción  es un proceso lento y con recaídas. Sin embargo, es necesario romper el ciclo para recuperar autonomía sobre nuestras vidas.

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