León Sarcos: Entre el dogma y los ilícitos

León Sarcos: Entre el dogma y los ilícitos

El ser humano proveniente de la izquierda radical muy temprano se hace un viejo resentido y amargado, pues lleva en su alma la huella del desencanto y el pesimismo de lo imposible, pero siempre aparenta a fuerza de pura voluntad que lo tiene todo controlado y que algún día será. Como vive en los extremos, no sabe de tolerancia y moderación y siempre buscara el control por medio de la violencia. En el poder siempre jugara adelantado y tratara de dar la imagen de mucha confianza en sí mismo y en el hecho de que es aceptado y feliz.

Nunca pudieron con los demócratas que militamos en el MAS de Teodoro y Pompeyo, luchando cuerpo a cuerpo contra los viejos resabiados aún envueltos en restos de placenta del viejo comunismo. En el caso de los dirigentes de la extrema izquierda, eran duros de matar, para decirlo en términos cinematográficos. Lo suyo era la política del megáfono, más bulla que la cabuya. A la hora de la confrontación en elecciones o por la violencia siempre fueron derrotados. Tenían un protocolo para la discusión que era imposible modificar. Estaban hechos de pasta kamikaze, pero no por la valentía, sino por la ceguera y la estupidez.

Después de pacificado el país, ellos pensaron seguir jugando a las dos manos: dentro del juego democrático y el estado de derecho y fuera de él, asaltando bancos y secuestrando personalidades. En el fondo era su verdadera vocación. Al final estaba en la naturaleza de su cultura política. Y como sus escrúpulos son ninguno, no les costaba nada simular que asumían las reglas del juego democrático mientras en la oscuridad, siempre en la oscuridad, pensaban en su destrucción.





Liga Socialista, CLP, Partido Comunista y PRV, y tantas otras siglas de militantes que no llenaban un Volkswagen, se fueron marginando de la vida pública, pues su errática política les impidió la aceptación mínima en el mundo universitario; menos aún podían tener posibilidades en una sociedad ya ganada para la convivencia democrática, la paz, el libre intercambio, la solidaridad y la libertad. 

Esa vida azarosa, equivocada y sin sentido que vivieron durante su juventud les iría acrecentando el resentimiento que ya traían contra la sociedad en general, contra el empresariado en particular y contra toda la gente pudiente que les recordara lo mal que la habían pasado al desechar el camino de la tolerancia y el libre juego de las ideas y especialmente el electoral, del cual pretenden ahora hacerse propietarios por simple voluntad. 

Solo un golpe de suerte como esos en los que algunas familias ganaban un premio con un tique en la caja de algún detergente de moda los pudo rescatar del cementerio donde muy rápido habían pasado al olvido. Les llegó la oportunidad con un militar, hijo del PRV, que nunca tuvo vocación de tal, pero supo utilizar el prestigio ganado por la institución armada, después que esta tomo parte por la democracia a finales de los 50, y derroto la insurrección de la ultraizquierda que pretendió cancelarla a mediados de los 60.

Hugo Chávez, demagogo hasta la medula, populista, dicharachero, chistoso, (de muy mal gusto), como lo más popular de nuestra gente, simulador y buen lector de prólogo de libros, construyó un discurso a la medida de los tumultos agitados de redención, y de una clase media en busca de una aventura política que jugaba a la novedad. Ello ayudaría a concederle la victoria electoral que al apenas arribar al poder haría explotar una caja de pandora llena bacterias, cicatrices, iras y demonios.   

Esa alianza entre militares influenciados por el virus marxista y civiles radicales de la ultraizquierda no sería nada saludable para la estabilidad y el bienestar democrático. En ambos casos tiene muchas variables que los asemejan como gemelos; por cierto, las líneas maestras de la ultra izquierda forman parte de lo peor de las perversiones del cuerpo armado de la Republica

 La ultra izquierda responde a un protocolo donde nada se discute y las ideas no cambian; es la forma más aberrante de holgazanería intelectual, con las mismas ideas puedes vivir desde que naces hasta que mueres sin que las estaciones, en caso de haberlas, hayan pasado dejando sus huellas.

Los militares la tienen más fácil: reciben órdenes. Entonces una sola orden, desde el general que la imparte —pasando por los diferentes grados, que son como diez— hasta el soldado que debe cumplirla viene blindada contra el disenso, por lo que el militar está obligado a cumplirla sin ninguna posibilidad de pataleo, a riesgo de un consejo de guerra. El dogma del civil ultraizquierdista y la verticalidad del mando militar los reúnen para asociaciones de distintos fines, lícitos e ilícitos, que con el resquebrajamiento de la ley y la tendencia a la anarquía y al autoritarismo que dominan los inicios del siglo se han hecho habituales en este «modelo democrático» que reta Nicolás a discutir donde sea y con quien sea.

El izquierdista radical siempre se creyó predestinado para salvar a los pobres e imponerles un sistema de vida a capricho denominado dictadura del proletariado. Ellos le van buscando la vuelta; en nuestro caso, es eliminar las gobernaciones para dar paso a las comunas. Más temprano que tarde los veremos; el juego de ellos es muy claro: siempre van hacia adelante; por eso uno de sus voceros lo dice sin el menor pudor: A nosotros nos sacan por una puerta y nos metemos por otra —aludiendo a la famosa visita de nuestra flamante vicepresidenta clandestinamente a España. Eso sí, las penurias, las inhibiciones, las limitaciones son para los pendejos, que deben pagar el sacrificio. Ellos, por el contrario, viven la dolce vita a costa de los que reciben harina y frijoles con gorgojos y hacen colas y colas para vivir de apagón en apagón.

Los militares, en nuestro caso, al contrario de lo que pasa en otros países, siempre por su lado han tenido una pelea cazada a muerte con la inteligencia civil y desde la escuela militar se les induce a pensar que la fuerza está en la disciplina, en el rigor, en la rudeza, y no en el conocimiento, la inteligencia, la ciencia, la tecnología, que sin duda son los motores que gobiernan al mundo. La fuerza, la violencia, solo se usan en defensa de esa inteligencia, de la familia, de la propiedad, del territorio y en mancomunidad entre civiles y militares.

Esa alianza cívico-militar pretende, y en parte lo ha logrado, hacer empresarios, entre comillas, y millonarios a una cúpula militar junto con los principales cabecillas de la revolución. Este es un juego visto, que como todos pueden observar, constituyó el más estrepitoso fracaso, la ruina del aparato económico y el robo y la dilapidación de todos nuestros recursos. A las pruebas me remito; la situación del país no puede ser más deplorable.

Sin duda alguna, Ud. no podrá encontrar una sola idea genuina, un solo gesto creativo, una sola obra delante de la cual pueda inclinarse para hacer un reconocimiento a sus políticas públicas. Ellos nacieron de la voluntad no de la Heurística En ellos todo es caótico, irresoluble, tardío, negligente, entreverado. Todo es hágase, prívese, deténgase, bájese, entréguese. Nada es espontáneo y discutido; todo es calculado, impuesto, ordenado así no encaje. Todo en ellos son disparates.

 De esa alianza floreció lo mejor que la ultraizquierda sabía hacer: el vandalismo, la trácala, el pillaje, la corrupción y todos los ilícitos. De la parte de las Fuerzas Armadas que acompaña el proceso revolucionario: custodios sin condición de un orden político atroz, buenos negocios, el buen escocés, las buenas mujeres y los buenos tumbes que circulan entre todas las jerarquías.

Ellos nunca entenderán de razones; tienen un chip grabado en el cerebro que solo se aplaca cuando finaliza su vida. Con ellos no hay tregua ni negociación que valga; ya casi nadie los acompaña, pero sin recursos, acosados y bajo el estímulo de los ilícitos y la protección incondicional de una guardia pretoriana, pueden sobrevivir sin importarles un carajo el futuro de los 28 millones de venezolanos que todavía habitan en el territorio y de los casi siete millones que ya se encuentran en el exilio.

El que esté esperando que ellos negocien unas elecciones antes del 2024 puede esperar sentado o recostado en una cama, porque voluntariamente no lo van a hacer. Y si las convocan en 2024, será bajo las condiciones que ellos consideren oportunas para continuar. Más ahora, cuando se siente fortalecido y sale del país como si no tuviera deudas con nadie, y Rusia y China lucen envalentonados en la defensa de la democracia al estilo Nicolás.    

León Sarcos, septiembre 2021