Con una pobreza disparada, la crisis de Venezuela toca fondo

Las personas en Venezuela enfrentan un deterioro en su calidad de vida. FOTO: Yuri Cortez / AFP

 

La crisis en Venezuela tocó fondo. Las alarmas se volvieron a encender esta semana por la terrible situación social y económica que, según la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) 2021, ya ubica a tres de cada cuatro venezolanos en la pobreza extrema.

Por ANA RODRÍGUEZ BRAZÓN / Con información de AFP y EFE / eltiempo.com





Una realidad a la que se sumó la tercera reconversión económica desde el 2008 (el bolívar ha perdido ya 14 ceros desde entonces) y que fue la respuesta del régimen de Nicolás Maduro para atender a la hiperinflación, pero que según analistas no llevará a ninguna solución para los venezolanos a corto plazo.

El deterioro de la calidad de vida en el país vecino ha llevado al 94,5 por ciento de la población a la pobreza, según la Encovi, elaborada por la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab).

De acuerdo con el estudio, el tope de la pobreza ya fue alcanzado y no se espera que crezca más. “Es su máximo posible porque tenemos un 5 por ciento (de la sociedad) que tiene cómo indexar (sus salarios) cuando hay inflación o mantener su nivel de ingreso a pesar de la recesión”, dijo en la presentación del informe Luis Pedro España, investigador y profesor de la Ucab.

Pero lo que preocupa es que la pobreza extrema sigue escalando y ya se ubica en un 76,6 por ciento, un dato que habla del porcentaje de hogares que no pueden cubrir con sus ingresos sus necesidades alimenticias. España, de hecho, explicó el incremento de la pobreza extrema en el último año (del 67,7 por ciento al 76,5 por ciento) en que el Gobierno venezolano no pudo sostener diferentes políticas, especialmente la de “bonos o transferencias directas a los hogares”, que “cayeron un 20 por ciento en términos reales”.

Bolívares y dólares en Efectivo. Foto @juanperazaphoto

 

El panorama no es nada alentador y poco verosímil en un país con suficiente petróleo, recursos minerales, potencial turístico, agrícola y universidades que se niegan a bajar los estándares de calidad a pesar de las circunstancias. “No se si estoy en pobreza extrema, pero de que soy pobre lo soy”, le dijo a EL TIEMPO Carmen González, una mujer que vive en la zona de las Adjuntas, un barrio popular de Caracas, y que se identificó con el 94,5 por ciento de venezolanos que son pobres.

Los datos de la Encovi también mostraron el carácter multidimensional de la pobreza en Venezuela, pues existen privaciones en diversas áreas que no solo se circunscriben al ingreso. “Por ejemplo, está afectado el acceso a la salud, servicios públicos, alimentación, movilidad y educación”, le dijo a este diario Carlos Meléndez, sociólogo y profesor de la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado.

Para Meléndez, los indicadores muestran las diferentes poblaciones vulnerables y el índice de mortalidad materna, “que es un indicador de subdesarrollo y evidencia también lo que está pasando en la crisis hospitalaria”. Y dice que “se necesita que los ingresos tengan la capacidad de convertirse en una herramienta para satisfacer necesidades”.

El analista insiste en que la realidad venezolana difícilmente se podrá revertir si desde el Estado no se hace lo correcto, y hace énfasis en que, más allá de una reconversión, se requiere una moneda fortalecida.

“¡Ahora con esta reconversión no se le ve salida a la crisis! En unos meses o un año volverán los ceros”, dice González, que trabaja como personal de limpieza en una institución pública en la que no gana más de 4 dólares al mes y también limpia casas para subsistir.

Un grupo de familiares y pacientes espera en el Hospital de los Niños, en Caracas, cuando la mayoría de enfermedades crónicas no están amparadas. Foto: Miguel Guitérrez. Efe

 

Con la nueva reconversión, que arrancó el viernes pasado, los ciudadanos se despidieron de seis ceros, pero no de la inflación, que se proyecta en 1.600 por ciento este año, según la firma Ecoanalítica.

La situación refleja “la poca capacidad que han tenido los actores económicos en Venezuela para controlar la hiperinflación”, fenómeno que “ha empobrecido mucho a la población”, aseguró Luis Arturo Bárcenas, de Ecoanalítica.

Los expertos advierten que sin los correctivos necesarios, no hay reconversión que valga. “Al no venir acompañada la reconversión de un programa integral de ajuste que ataque la raíz del problema inflacionario, el efecto positivo de expresar la moneda en montos más bajos (que faciliten las operaciones financieras y comerciales) es de muy corto plazo”, aseguró esta semana en Twitter Luis Vicente León, presidente de la firma Datanálisis.

Lo cierto es que las cifras de la Encovi distan de las ofrecidas por el presidente Maduro, quien aseguró, en su rendición de cuentas ante el Parlamento, que 17 por ciento de la población vivía en la pobreza en 2020 y solo cuatro por ciento, en pobreza extrema. Y frente a la reconversión, el régimen, que sigue culpando de la crisis a las sanciones internacionales, se ha limitado a pedir calma.

Vulnerabilidad en amplios niveles
Pero los niveles de vulnerabilidad entre la población venezolana –que disminuyó a 28,7 millones debido a la migración, según la Encovi– se evidencian cuando han sido las organizaciones civiles y la misma Iglesia Católica las que han tomado la iniciativa para mitigar a pequeña escala la crisis. “Diariamente entregamos 450 almuerzos y tenemos a 100 personas en terapia de alimentación”, le cuenta a este diario el padre Wilfredo Corniel.

En su parroquia, en la zona de El Cementerio (Caracas), conocida por ser lugar de operaciones del famoso delincuente el ‘Koki’, es recurrente ver a niños, jóvenes y adultos comiendo de la basura o trabajado en las calles como parte del empleo informal, que suma más del 50 por ciento, según la Encovi.

Corniel explica que la “terapia alimentaria” consiste en una atención personalizada a aquellos que están en una fase grave de desnutrición, que son muchos más, pero no pueden atenderlos a todos porque los recursos son insuficientes y sobreviven de donaciones.

Esto, sin duda, repercute y resuena en otro de los datos del estudio de la Ucab: los venezolanos redujeron su esperanza de vida tres años. Y esto es solo en la capital, en las regiones, la crisis es más fuerte. Meléndez recuerda que en las pequeñas ciudades, donde los venezolanos pueden pasar días sin servicio eléctrico, meses sin agua por tuberías y los servicios de salud son más precarios, las necesidades son peores y más complejas de visualizar.

Mientras tanto, la resignación es evidente entre los ciudadanos. En las calles de Caracas, los transportistas seguían usando este sábado los billetes viejos y en los comercios preferían pagos en dólares o transacciones electrónicas de los bancos que ya estaban operativos.

Y los pocos cajeros automáticos que aún funcionan en la capital ya dispensan los nuevos billetes de 5 bolívares. “Vengo a sacar dinero porque me sirve para el pasaje, no porque pueda comprar algo o hacer mercado”, afirmó el viernes Carlos García, un contador de 28 años que agregó que todos los días debe usar el transporte público, y aunque no sabía cómo le iban a dar vueltas, tenía que ir a trabajar. “Realmente me sale mejor quedarme en casa y hacer trabajos por mi cuenta, pero me siento más útil yendo al trabajo”, dijo.

Hasta el inicio de la reconversión, solo 38 por ciento de los comercios en el país habían podido adaptar sus sistemas. Las fallas de internet y energía eléctrica complicaron el cambio, explicó a este diario Tiziana Polesel, presidenta del Consejo Nacional de Comercio y los Servicios (Consecomercio). “Imaginábamos que esto iba a ser así”.

Polesel recalcó que la encuesta de Encovi lo que hace es “confirmar el gran deterioro” en la poca capacidad de consumo de los venezolanos. “Esta reconversión es producto de la hiperinflación y es una medida cosmética. Esos dígitos van a aparecer nuevamente y eso es lo que pulveriza los ingresos del venezolano”, dijo.

Un día antes de que el bolívar soberano pasara a llamarse bolívar digital, con su moneda de bs. 1, y billetes de 5, 10, 20, 50 y 100, el tipo de cambio con respecto al dólar sufrió una variación. Desde hacía más de un mes se había mantenido en torno a los 4 millones de bolívares (bs. 4) por dólar. Pero, a horas de la reconversión subió a 5 millones (bs. 5).

Es una depreciación importante, dijo el economista y exdiputado Ángel Alvarado, quien explicó que de por sí la reconversión es un “fenómeno traumático” al que ya los venezolanos “están acostumbrados”. Hay que adaptar sistemas y plataformas, algo que hizo que mucha gente buscara dólares para no tener bolívares y eso empujó el alza del tipo de cambio. “La pregunta es si ese precio es sostenible”, dijo.

Esta alza generó temor en los ciudadanos, pues a solo horas de eliminarle seis ceros a la moneda, una canasta de huevos pasó de 15 bolívares a 16 bolívares, por ejemplo. Todo aumentó en cuestión de horas.

Pero muchos se toman la historia con humor para seguir adelante. “¿Qué vamos a hacer? Toca seguir trabajando, y si nos pagan en dólares, mejor”, expresó sonriendo un chofer de bus mientras contaba los billetes que ya forman parte del cono monetario pasado.

Para él y sus compañeros salir todas las mañanas a trabajar representa más dolores de cabeza que satisfacción. Si consigue que los pasajeros paguen con un billete de un dólar, es una buena noticia, pero si no, son billetes que se devalúan. “Ya veremos cuánto va a quedar el pasaje, con eso ni se puede comprar un caucho”, agregó.

El encarecimiento de los costos y la dificultad de acceder a los servicios es también otra cuesta arriba. Las colas para surtir de combustible el viernes eran largas así el conductor tuviera dólares. Y es que en Venezuela la producción petrolera se ubica por debajo de los 600.000 barriles según datos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), tampoco hay diluyentes, y ha sido Irán la que ha aportado este suministro para la gasolina, cada vez más escasa.

De hecho, la encuesta Encovi reveló que lo mínimo que invierten los ciudadanos para llenar los tanques de sus vehículos es alrededor de una hora y media.

Impacto en la región
La situación venezolana no solo incide en el deterioro interno, sino que incluso limita el avance de la región de cara a desafíos importantes como los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) planteados desde las Naciones Unidas. El país se había comprometido en trabajar al menos en los cinco primeros de los 17. Fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad e igualdad de género. Sin embargo, ninguno de estos han sido cumplidos.

Es probable que digan que el tema de las sanciones ha afectado el cumplimiento, pero “lo cierto es que ya venían afectados”, dice la internacionalista Mirna Yonis, quien recalca que hay llamados de alerta desde el propio Banco Mundial, la Organización Internacional del Trabajo y la Cepal, incluso en temas de género por la disminución de las oportunidades de estudio, el incremento del desempleo y otros renglones.

Según la Encovi, desde 2014 hasta 2020, el producto interno bruto (PIB) se redujo en 74 por ciento, y la población laboral es de 7, 5 millones, mientras que los desempleados suman 8 millones.

¿Cómo ayuda Venezuela al desarrollo de la región? La respuesta es complicada, pues la diáspora, que suma 5,7 millones según datos de la ONU, en su mayoría ha representado más carga económica para los países receptores y, por lo pronto, se evidencia la continuidad del flujo migratorio.

El internacionalista Luis Angarita recuerda que la diáspora suma el 15 por ciento de la población venezolana, “una migración que nunca había visto esta región, por lo tanto tiene un efecto inédito”, causando actos de xenofobia como los recientes ocurridos en Chile. Pero para Angarita, el foco central está en Colombia. “Para ese país será el principal problema porque no solo es la primera zona de tráfico, sino la frontera directa y con la necesidad de generar políticas de inserción para más de un millón de venezolanos”.