Sidney Reilly, el otro espía ruso que inspiró a James Bond

El personaje interpretado por Daniel Craig. Foto: GQ México

 

James Bond no es una persona real, es un espía de la ficción que logra cosas increíbles precisamente porque no tiene que apegarse a las leyes del realismo (nadie puede escapar tantas veces a la muerte como él lo hace), pero se siente real porque Ian Fleming se inspiró en espías de carne y hueso para construirlos.

Por GQ México





Hay muchas teorías sobre el origen de Bond y se han mencionado a varias personas diferentes como su inspiración a lo largo de la historia. La verdad es que James Bond es como el monstruo de Frankenstein, en el sentido de que está formado por “partes” de distintos agentes secretos y oficiales que Fleming llegó a conocer durante su propia carrera militar.

Jamaica, por ejemplo, era uno de los lugares favoritos en el mundo del escritor, así que es por eso que muchos de los libros se desarrollan en ese lugar en algún punto. M y Moneypenny están basados, en parte, en la historia de una mujer que se encargó de ayudar y entrenar a cientos de espías británicos, y el mismo Bond tuvo parte de sus orígenes en un personaje llamado Sidney Rilley, quien nació en Rusia y trabajó como agente para el Secret Intelligence Service británico.

Rilley realizó algunas de las misiones más peligrosas y extremas durante la guerra, y fue por eso que llegó a ser conocido como “Ace of Spies” y “the man who knew everythin”. Su carrera terminó cuando Joseph Stalin acabó con él.

Sidney Reilly: el verdadero James Bond

El nombre Sidney Reilly era falso, se cree que realmente se llamaba Salomón o Sigmund Rosenbulm y que nació en Ucrania en 1873, y llegó a Inglaterra después de hacerse pasar por un médico y contar la historia de que había salvado a tres oficiales británicos, quienes después lo ayudaron a realizar el viaje.

Primero llegó a Francia y después a Inglaterra, donde fue descubierto por William Melville, jefe de la Sección Especial, la unidad de inteligencia dedicada a la Policía Metropolitana, quien se dio cuenta de que, gracias sus contactos con una gran cantidad de inmigrantes rusos y europeos, podría ser una fuente invaluable de información.

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