Luis Barragán: La universidad pueril

Luis Barragán: La universidad pueril

Luis Barragán @LuisBarraganJ

Todo el mundo debía entrar a la universidad, aunque no tuviese vocación por ella. Chávez Frías intensifico superlativamente la prédica al mismo tiempo que puerilizó los estudios superiores en Venezuela, aunque los técnicos daban mejor garantía de una superior y rápida movilidad social, por ejemplo, reportándole inmediatos dividendos al egresado.

Oferta engañosa la del “doctor”, generó un cierto malestar y frustración para quien no lo era, reminiscente de los viejos prestigios del país rural. Entonces, como las casas tradicionales de estudios no abrían de par en par las puertas, el régimen creó las propias y admitió a todo el que podía.

Nada de exploraciones vocacionales, ni de pruebas de aptitud académica, quemándoles el tiempo a los jóvenes más ingenuos: los admitían masivamente y, como al segundo, tercer o hasta cuarto semestre, los quebraban definitivamente; sencillo, ¿cómo hacer la carrera de ingeniería, siendo tan comprobadamente fallidos en matemáticas? Sin embargo, el Estado, ni el aspirante, perdían el tiempo en las academias militares, ya que debía realizarse y aprobarse diferentes exámenes de admisión, y listo: la salsa que era buena para la pava, no lo era para el pavo.





A juzgar por la tragedia universitaria en curso, todavía navegamos entre las viejas concepciones y, aunque ya es de larga data el problema, muy recientemente se ha descubierto, Houston, que hay problemas en nuestras casas de estudios. Puede decirse que la presencia de Maduro Moros en la UCV era innecesaria, porque ya había hecho lo que le vino en gana con esa y cualesquiera universidades, medio alborotando el avispero de una comunidad huérfana de intérpretes y dirigentes.

El asunto no sólo estriba en bregar frente a las agresiones directas e indirectas del régimen, sino en esa concepción sobreviviente de la universidad (provisionalmente, digamos que petrolera) de la que sabe el régimen y actuará en consecuencia, si lo considera de interés concediendo más adelante respeto a la integridad personal y moral de los rectores que acaten las órdenes ministeriales, aumento de los ingresos reales del profesorado y pronta expedición de los títulos para el apostillaje del estudiantado. Debajo de los techos recientemente impermeabilizados, no cabe la discusión sobre el modelo napoleónico o humboldtiano de universidad y, menos, el de la industrialización del conocimiento. Y de no darse esta discusión con la prontitud indispensable, seguirá jugando el régimen con la universidad, perdiendo hasta el nombre luego de evaporarse el carácter autónomo y republicano que alguna vez le dimos.