Omar González Moreno: Votar vs. Elegir

Los socialistas se llenan la boca al hablar del número de elecciones que se han realizado en Venezuela; y se hinchan cuando se refieren a las veces que han ganado.

Sin embargo, nada de eso tiene que ver con libertad o con soberanía ciudadana.

En Venezuela, en los últimos 20 años, el votar no es sinónimo de elegir. En otras palabras, el número de elecciones no es compatible con un alto o bajo nivel de democracia.





Aquí acabamos de presenciar una farsa electoral que no fue legítima ni por su origen, ni por su materialización. Un proceso creado simplemente para entregarle argumentos a la usurpación, lavarle la cara y oxigenarlo.

Un proceso que no representa a nadie, pues la verdadera decisión se ubicó en más del 70% de los venezolanos que se resistieron a participar en esa estafa. Es decir que los usurpadores y colaboradores se repartieron tan solo el 30% o menos de los sufragantes reales.

Fue un fracaso, sin embargo la propaganda socialista la convierte en un éxito rotundo. Y a esto le agregamos que los colaboradores celebran por las sobras que le tocaron en la repartición de la torta de cargos públicos y por los suculentos estímulos materiales que recibieron.

Tan solo 3 gobernaciones y unas pocas alcaldías en todo el país. Una situación bochornosa no solo para los alacranes sino para ese conciliábulo que llaman G-4, que actúa como un cómplice más y solo buscando intereses personales y grupales.

Las simulación de elecciones regionales fueron –como siempre– maquilladas; y abultaron la participación en un 40%, lo que representa el doble del real volúmen de electores.

No obstante, lo peor de todo es que algunos “opositores” se creen el engaño y repiten conceptos e ideas que solo hacen crearle un ambiente de legitimidad a un evento írrito.

Más grave aún es que ya comenzaron a hablar de un supuesto referéndum revocatorio para seguir con la rochela, el engaño, y recibir los beneficios que la usurpación les echa para seguir siendo los payasos de ese circo electoral.

Sin duda, debemos cambiar esta realidad. Y debemos empezar por la conducción de la oposición. Y aquí mi criterio es radical, no podemos seguir llamando “oposición” a quienes no ejercen este papel y solo actúan en beneficio de la permanencia de Maduro en el usufructo del poder.

Es tiempo de limpiar la casa, de identificar quién es quién.

En Vente Venezuela estamos claros, debemos crear una estrategia definitiva, un plan de acción y empezar a marcar la agenda pública del país.

Además, un nuevo liderazgo debe surgir y tomar el control. Un liderazgo fuerte arrollador, dinámico, activo. Un liderazgo de verdad.

Un nuevo liderazgo de gente fuerte, capaz y de principio.

Soy de la creencia que el llamado G4 debe ser sustituido de los espacios que confiscó y que un nuevo liderazgo con nuevas ideas capacidad y coraje asuma el control.

María Corina –para mi criterio– es la líder que mejor representa esa nueva etapa más contundente, firme y moralmente sólida para guiar a la oposición real ante los nuevos retos que se avecinan.

Se viene un 2022 que será rudo en todas las formas que lo miren; un 2022 que no será fácil para nadie y que implicará mucha determinación para quienes seguimos adelante luchando por una Venezuela libre y democrática.

Y esa Venezuela en libertad no la alcanzaremos con elecciones chimbas, sino con acciones concretas y realistas.