Nasa envió una misión para estudiar una zona misteriosa sobre el Polo Norte

Nasa envió una misión para estudiar una zona misteriosa sobre el Polo Norte

Foto: Andøya Space Center/Trond Abrahamsen, vía ABC

 

Hace apenas unos días, el pasado 1 de diciembre, un cohete Oriole IV fue lanzado al espacio desde la base noruega de Andøya para liberar, a varios cientos de km de altitud, el ingenio de la NASA CREX-2 (Cusp Region Experiment-2). Su objetivo: estudiar los extraños fenómenos que suceden en la atmósfera sobre el Polo Norte de la Tierra. Allí, en efecto, cuando el Sol está en su punto más alto, se abre una brecha en forma de embudo en el campo magnético terrestre, el escudo natural que nos protege de las partículas cargadas de origen solar y de los nocivos rayos cósmicos que nos bombardean continuamente desde el espacio. Y a través de esa brecha, llamada ‘cúspide polar’ (y que también se produce en el Polo Sur) la radiación penetra, en línea recta, hasta la atmósfera.

Por ABC





Pero eso no es todo. Además, las señales de radio y GPS se comportan de manera extraña cuando viajan a través de esa parte del cielo. Y para colmo, en los últimos 20 años, los científicos y los operadores de naves espaciales han venido notando algo todavía más inusual: cuando las naves espaciales pasan por esta región, su velocidad disminuye.

“Aproximadamente a 400 km sobre la Tierra -explica Mark Conde, físico de la Universidad de Alaska Fairbanks e investigador principal del CREX-2- las naves espaciales parecen más pesadas, como si hubieran llegado a su tope de velocidad”. La razón es porque en la cúspide polar el aire es notablemente más denso que el que las naves encuentran en otras rutas orbitales alrededor de la Tierra. Pero nadie sabe por qué eso es así ni cómo ese fenómeno puede tener lugar. La misión de CREX-2 es, precisamente, la de averiguarlo.

Dos años de retraso

La misión ha partido con dos años de retraso. Estaba inicialmente prevista para 2019, pero aunque estaba completamente lista para su lanzamiento, no llegó a despegar, ya que en aquél momento había muy poca actividad solar y las condiciones no eran adecuadas para llevar a cabo el estudio. Después, en 2020, la pandemia de COVID 19 retrasó nuevamente el vuelo. Y ahora, con el Sol en una etapa más activa y las condiciones mucho más favorables para estudiar la cúspide, CREX-2 ha sido finalmente lanzada.

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