Marginados, sin acceso a un empleo formal, jóvenes y adultos venezolanos “buscan los reales” en los semáforos

Marginados, sin acceso a un empleo formal, jóvenes y adultos venezolanos “buscan los reales” en los semáforos

Foto referencial

Ni el sol más radiante del mediodía impide que los limpiaparabrisas se instalen en los semáforos de las principales avenidas de todo el país, y con un haragán y un envase de refresco con agua y jabón ofrezcan su servicio a todos los conductores que se detienen con la luz roja.

Por laprensalara.com

Un trabajo agotador del que sólo obtienen propinas con las que llevan el sustento a su hogar. De Bs. 20 a Bs. 30 diarios puede ganar un limpiavidrios desde las 7:00 a.m. hasta mediodía, algunos redoblan el turno y se quedan trabajando en las tardes, si ven que tienen poco en el bolsillo. Alegan que todo ese dinero es destinado para comprar exclusivamente alimentos.





“Como no tenemos estudios, ni siquiera el bachillerato, no nos aceptan en un trabajo formal y por eso tenemos que recurrir a limpiar vidrios”, dijo Eduardo Paradas, quien vive en el norte y madruga todos los días para llegar hasta Pata ‘e Palo, donde se gana el pan de cada día para sustentar a 7 hijos. “No me puedo quedar de brazos cruzados en medio de la crisis y la situación económica del país”, dice.

A diario es común ver a los limpiavidrios en las calles y en la avenidaconcurridas. La mayoría de los casos son hombres adultos; sin embargo, también se pueden ver a adolescentes que ofrecen este servicio como un modo de vida.

Paradas dijo que ellos buscan agua en algunos locales que estén cerca, con eso llenan el envase de refresco y lo ligan con jabón líquido para ponerse a trabajar. Aseguran que estar ahí no es fácil, porque en ocasiones la gente se molesta o no les da nada por los problemas que hay con el efectivo. Hay otros que como forma de pago les dan alimentos, como pan o galletas.

Así como Paradas, también hay otros, en su mayoría son cabeza de familia e incluso otros se acercan con sus hijos a trabajar, quienes también agarran el camino de limpiar los parabrisas. En esos casos, los menores de edad dejan el estudio para poder comer al día.

“Juancito”, (nombre ficticio para resguardar su identidad), es un joven de 17 años que explicó que ya tiene un hijo de pocos meses de nacido, llegó sólo hasta noveno año y tuvo que ponerse a trabajar “porque la situación está muy dura y no podía hacer las dos cosas a la vez”, explicó el menor de edad.