Mencionemos solo algunas realidades persistentes. El salario real de empleados públicos, docentes y pensionados no refleja cambio positivo alguno derivado de esos indicadores. Manufactura, construcción y banca, sectores dinamizadores de la inversión, el empleo y la producción, están y continuarán estancados. La pobreza, según la UCAB, persiste: 91.3% y extrema 65.7%. Se desinfla la hiperinflación, pero los precios denominados en dólares aumentaron en más de 40% en un año. La devaluación del Bolívar es represada al costo de quemar las precarias reservas internacionales. La llamada Economía negra (oro, gasolina, chatarra, drogas) es factor importante de las tenues mejoras del ingreso en divisas. El gasto real en alimentos de los venezolanos, se ha reducido entre 24% y 34%. Se acrecienta en la población el “sentido de ser pobre”. Para la sobrevivencia, el instinto es defenderse con lo que se pueda, así, la informalidad laboral ascendió a 85%, mientras, cada día, mil venezolanos continúan emigrando…
La mejora de indicadores es ocasional, no es producto de política económica alguna. La enfermedad continúa siendo el modelo vigente. La solución es quirúrgica.