Carlos Ochoa: La batalla de Barinas

Carlos Ochoa: La batalla de Barinas

Después de los resultados del evento electoral del 21 de noviembre, el gobierno está cometiendo una sucesión de errores que están siendo capitalizados por la oposición democrática, para darle un nombre que la diferencie de la oposición fiel y los llamados alacranes que con el triste y patético Claudio Fermín como candidato ilegitimo, al igual que el ex Canciller Arreaza mudados fuera de lapso para esa entidad llanera por el CNE, aspiran ofrecerle la gobernación a como dé lugar a Maduro, para que la derrota sufrida en las urnas a Argenis Chávez, no desaparezca  el poco simbolismo que le queda al chavismo como capital político.

Internacionalmente queda claro que los regímenes de Nicaragua y Venezuela manejan las instituciones electorales a su antojo y conveniencia, como se ha evidenciado con las inhabilitaciones a los sustitutos de Superlano y la aceptación de las candidaturas de Arreaza y Fermín. La mudanza para Barinas de la plana mayor del gobierno con todo el poder de los ministerios y la dirección del PSUV porque del Polo Patriótico lo que queda es el nombre, también ha movilizado a los principales dirigentes de la oposición para dar batalla por algo más que una gobernación, lo que está en juego es el dominio simbólico de la tierra natal del líder fundacional del neo caudillismo del siglo XXI, una nueva derrota en Barinas deja huérfanos a los chavistas originarios como les gusta que los llamen a quienes acompañaron desde el principio a Hugo Chávez, en su guerra personal en contra de la institucionalidad democrática venezolana, lo que en la mente común acaba con el mito de la invencibilidad del chavismo y coloca a Maduro como un sucesor frágil, incapaz de mantener el “legado” del difunto líder, lo que parece ya está ocasionando fracturas internas en la cúpula de poder, porque la derrota no se la van a achacar a Argenis Chávez ni a Arreaza sino a Maduro, lo que a los ojos de los incondicionales religiosos del chavismo es un pecado capital, que va a aprovechar el capitán Diosdado Cabello para mover sus piezas y su menguado ejército para intentar asumir el mando de cara al futuro.

En el campo opositor sin importar el resultado final que de la oficina de elecciones del régimen las movidas son más interesantes, porque con el cambio táctico de Guaidó que literalmente está mudado apoyando al candidato de la MUD y otras organizaciones, muestra que está leyendo correctamente la importancia de la batalla electoral que trasciende lo regional y da pie para una reorganización de la dirigencia del G4, que con Capriles y Borges a la cabeza quieren darle fin al interinato y a Guaidó, pero se les puso difícil precisamente porque la batalla de Barinas coloca en un segundo plano la continuación o no del interinato respaldado por los Estados Unidos y Colombia recientemente, al parecer el trabajo de Borges en Primero Justicia y el de Capriles con parte de la Comunidad Europea para extenderle el plazo vencido a Maduro hasta el 2024 y deshacerse de Guaidó no está saliendo como esperaban, si bien Guaidó siempre expresó que no existían condiciones de participación y no se le vio haciendo campaña por nadie, con las elecciones de Barinas el tema es diferente y entiende que hay una oportunidad de derrotar no solo a una dinastía, sino también de demostrar que existe una forma diferente de reconstruir la unidad ciudadana más allá de la zona de  confort de los partidos y la repartición de cuotas de poder, que puede conducir a un camino escabroso y opaco como el de Monómeros, se trata de enfrentar el abuso y el autoritarismo con la ética y la moral como centro de la estrategia, en ello coincide con una paladina incansable como María Corina Machado y otros políticos entre los que se cuentan a Andrés Velásquez, Antonio Ledesma y una larga lista de venezolanos que apuestan por la salida de Maduro primero que la de Guaidó.





Para decirlo en jerga beisbolera, con lo de Barinas el gobierno se la puso de flaycito a la oposición democrática para que le hicieran un out doloroso al equipo de los rojos, independientemente del resultado final del partido, ganando pierden, una victoria del candidato de Maduro que no tiene otra conexión con la región que ser ex esposo de una hija de Chávez, apoyado por toda la maquinaria del gobierno no va a tener gusto a triunfo, después que Superlano derrotó al hermano del caudillo militar, que hizo de su tierra natal un feudo político con muy pocos resultados de gestión y beneficios para sus coterráneos.

A mi modo de ver la batalla de Barinas enfrenta el pasado sin gloria de un neo caudillismo fracasado con un ejército de ciudadanos que se pueden crecer en las urnas, recuperando el súper poder de creer en su propia fuerza, acompañado por un liderazgo que aspira renovarse y cuenta con el apoyo de los aliados internacionales para hacerlo. Las bajas de cada bando se están produciendo incluso antes del enfrentamiento, para Maduro puede significar un fracaso irremediable de resarcir y para la oposición gane o pierda ya ganó, pero hay que decírselo y repetírselo hasta que se convenzan que si hay una salida posible, si se asume la política  con grandeza y riesgo y no con resignación y confort como plantean los que pretender acompañar a Maduro hasta 2024 en la presidencia, sin que nada cambie e impidiendo que nadie intente hacer algo distinto a lo que ya se ha hecho, a riesgo que lo quieran sacar del camino por incomodo o peligroso para las aspiraciones fantasiosas de algunos, que no están percibiendo que el cambio de táctica es un ajuste necesario para una batalla que no se puede esquivar, porque ya está ganada por los ciudadanos de Barinas y de toda la Venezuela que aspiramos un cambio.