#UCV300: Ni sus propios dolientes la lloran, por Luis Barragán

#UCV300: Ni sus propios dolientes la lloran, por Luis Barragán

Luis Barragán @LuisBarraganJ

Consabido, recientemente, la Real y Pontificia Universidad de Caracas arribó a sus 300 años de fundada. Tratamos de la que derivó en Universidad Central de Venezuela, e, igualmente, de la primera casa de estudios de la que supo un país en el que, por cierto, las instituciones no duran y, apartando a la Iglesia Católica, aquélla es la más vieja y sostenida que tenemos desde antes de la propia fundación republicana.

La celebración tricentenaria sólo era concebible desde los cauces de una legítima protesta, debidamente articulada por los legítimos representantes de la comunidad universitaria, añadidos aquellos a los que les disgustó que las autoridades adelantaran el acto de un limitado y prevenido alcance. Demasiados agravios acumulados, incluyendo el particular y continuo allanamiento del poder central al extenso recinto, era muy necesario actualizar a la ciudadanía en torno a una tragedia de la que se va olvidando, porque – lo reiteramos contundentemente – los problemas fundamentales, por complejos que sean, explican la naturaleza y marcan un derrotero frente al régimen como no puede hacerlo el ya viejo anecdotario palaciego.

Los dolientes ni siquiera lloraron a la universidad que dicen representar y, cercanos al mediodía del 22 de diciembre, como si de ocultar la vergüenza se tratara, apenas nos arengaron digitalmente, u otros incursionaron con un video vespertino en la Ciudad Universitaria. Profesores, ni estudiantes, realizaron acto o evento alguno, como era de esperarse, y, dada la gravedad del problema, si esto no es motivo de preocupación para el resto del liderazgo político y social de Venezuela, entonces, estamos peor de lo que puede pensarse; valga acotar, algo injustificadísimo de tomar en cuenta que el centenario de la universidad, encontró a un pueblo librando una larga guerra por su emancipación, y, el bicentenario, tratando de librarse de una aún más larga dictadura militar.





Creímos que la masiva remodelación de la casa de estudios, tenía también la intención de asegurar los festejos oficiales con Maduro Moros a la cabeza en el Aula Magna o la Plaza del Rectorado, pero ya nos convencemos que esos aniversarios poco o nada le interesan, aunque se trate del bicentenario de la declaración de la Independencia, o de la batalla de Carabobo. Ni siquiera los burócratas del pensamiento se percatan que la mayor demolición emprendida por el Estado Criminal apunta al pasado que delata enteramente su naturaleza e identifica la estirpe, añadidos aquellos que se juran herederos de las antiguas luchas por la autonomía que, hoy, descaradamente traicionan; huelga comentar sobre el vicerrector académico del que pudo esperarse una postura audaz y decidida de ser consecuente con la defensa de la autonomía universitaria, o la que se creyó como tal, respecto a su afamado padre.

 

 

Una simple revisión de la vieja prensa nos revela la importancia de esa demolición, pues, a modo de ilustración, la edición del semanario Qué Pasa (Caracas, nr. 7 del 14/03/1963), revela hasta dónde llegaban las quejas porque la barbarie deseaba adueñarse de la universidad; en fin, una crítica, por entonces instrumental, que delata al sector político e ideológico ahora en el poder, porque – precisamente – ha entronizado o intentado entronizar la barbarie en el aula venezolana. Por supuesto, a los habladores del aniversario de la UCV, con responsabilidades de representación profesoral y estudiantil, el dato les parecerá extremadamente baladí; y, si los fuerzan mucho, en lugar de actuar, a lo sumo, únicamente se limitan a hablar pendejadas, cosa que, en verdad, nadie les agradece.