Las cartas más íntimas y vergonzosas enviadas por los soldados nazis a sus esposas en la década de 1940

Agosto de 1942. Segunda Guerra Mundial. Soldados del ejército Alemán, clasifican las cartas que serán entregadas. – ABC

 

 

 





«Mi amor, por magnífica que sea la naturaleza que nos rodea, no sentiré una felicidad verdadera hasta que no esté con vosotros. Me duele enormemente no estar a tu lado o que mi pequeño Albert eche de menos a su papá. Os doy un beso enorme». Aunque no lo parezca a primera vista, estas líneas se corresponden con un extracto de una de las cientos de miles de cartas que, durante la Segunda Guerra Mundial, enviaron otros tantos soldados de la ‘Wehrmacht’ a sus mujeres, amantes, hijos y amigos desde el frente de batalla. Así lo reseñó ABC.

Las misivas muestran por lo tanto el lado más humano de estos combatientes y dejan claro que eran algo más que un mero uniforme ataviado con una esvástica.

Y es que, aunque cueste pensarlo así, eran también seres humanos que sufrían como el resto y sentían una punzada en corazón cada vez que recordaban que se hallaban lejos de sus seres queridos. Eso, a pesar de que algunos asesinaban a sangre fría a decenas de judíos o ejecutaban a prisioneros de guerra después de enviar un sentido abrazo a su retoño. Todas estas epístolas (hasta un total de 97) fueron publicadas en ‘Cartas de la Wehrmacht’ hace algunos años.

Soldados alemanes en el frente – ABC

 

Al frente por Navidad

Una de las epístolas más impactantes es la enviada por un tal Hugo D. (soldado de la 16ª División de Infantería) a su hija desde la frontera entre Alemania y Francia. Por aquel entonces acababa de pasar el día de Navidad, y quizás eso despertó la melancolía en este combatiente:

«Ya pasó la Navidad. ¿Qué tal fue en Fráncfort, lejos de mi? ¿Te divertiste? Yo solo puedo decir que fue maravilloso. […] Sin embargo, seguimos separados. Amada mía, llegará el día en que volvamos a vernos, en que te tome de las manos, te diga que he vuelto y te prometa que nunca más me alejaré de ti, que la paz ha llegado y que podemos, al fin, ser felices».

En esta época, no obstante, Adolf Hitler acababa de iniciar una de las contiendas más grandes de la historia usando como arma el odio a los judíos latente en Alemania. Era, además, un gran orador que se había hecho famoso en base a sus grandilocuentes discursos y que, en definitiva, despertaba admiración entre sus ciudadanos y sus hombres. Por ello, no es raro que Hugo le dedicase una de sus últimas frases a él y a su causa:

«Amor mío, estarás de acuerdo conmigo en que solo tendremos derecho a hablar de paz cuando hayamos vencido. […] Y por eso debemos concentrar todos nuestros esfuerzos en la victoria. Cuanto más firme sea nuestra voluntad de ganar, más nuestra será victoria. […] Y cuando regrese a casa, nunca más volveré a separarme de ti».

Amigos y madres

Además de contar con millones de combatientes jóvenes y carentes de formación, la ‘Wehrmacht’ también sumaba entre sus filas miles de hombres con conocimientos avanzados en literatura y arte. Personas con estudios que, a pesar de todo, decidieron combatir en nombre de Alemania. Uno de ellos era el cabo Hans A., destinado en la unidad de transmisiones dependiente del 6º Ejército. En sus cartas, la mayoría dirigidas a su amigo de la infancia, este soldado no sólo explicaba cuánto echaba de menos su hogar, sino que también se dedicaba a mantener acalorados debates sobre multitud de temas culturales.

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