El divorcio de los duques de Argyll, el escándalo sexual que estremeció a los británicos en los años 60

Margaret Campbell, duquesa de Argyll (izq.) y Claire Foy como la duquesa de Argyll en “Un escándalo muy británico” (der), llegando a los tribunales.

 

 

 





Margaret Campbell, la famosa y bella duquesa de Argyll, había sido una celebridad, y una fuente de escándalo, incluso antes de sus días de debutante.

Por BBC Mundo

Pero sería recordada por una sola cosa: el llamado ‘divorcio del siglo’, que puso fin a su matrimonio con el duque de Argyll en 1963.

Unas fotos, arrebatadas a la fuerza por su marido y presentadas como prueba, la mostraban desnuda con sus distintivas perlas, en lo que el juez presidente llamó “una forma grosera de relación sexual” con un hombre no identificado.

El divorcio convulsionó al Reino Unido de la década de 1960, y reflejó los cambios que estaban por venir.

Lo que quizás se ha perdido en el camino es la sensación de que la duquesa, y de hecho el duque, eran seres humanos vivos, de carne y hueso.

Una nueva miniserie “A Very British Scandal” o “Un escándalo muy británico”, con los actores Claire Foy y Paul Bettany interpretando a los Argyll, trata de rectificar eso.

Pero esta es una de esas historias que le dan sentido al viejo cliché que dice: la verdad es más extraña que cualquier ficción.

Escandalosa y adorada

Hija de un millonario escocés, criada principalmente en Nueva York, la joven Margaret Whigham creció en una atmósfera de privilegios, pero de inseguridad emocional.

Cuando tenía 19 años, ya era una veterana de los compromisos: con el príncipe Aly Khan, el conde de Warwick, el hijo del magnate de los periódicos Lord Beaverbrook, y el deportista millonario casado Glen Kidston.

También, como le dijo a un aspirante a biógrafo, quedó embarazada del actor David Niven y se sometió a un aborto ilegal.

En 1933, a los 20 años, se casó con el rico empresario y socialité Charles Sweeny. Había tanto entusiasmo público en torno a su vestido de novia que el evento paralizó el tráfico en Knightsbridge, una elegante zona de Londres, durante tres horas.

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