Baldomero Vásquez: El comunismo murió, pero quedaron los comunistas

Baldomero Vásquez: El comunismo murió, pero quedaron los comunistas

Entre tantos hechos históricos de repercusión planetaria ocurridos en el siglo XX resaltan dos que atraen nuestro interés. Uno, la revolución rusa de octubre de 1917 que dio origen al primer Estado comunista de la historia, cuya característica esencial es que la racionalidad política gobierna a la racionalidad económica; el otro, la desaparición de dicho Estado en diciembre de 1991.

Intelectuales de la talla de Raymond Aron, que fueron acérrimos adversarios del régimen totalitario establecido en la Unión Soviética, no vieron el fin del comunismo y, por tanto, nada pueden decirnos respecto de su legado. Hubo otros pensadores que presenciaron su desaparición y, afortunadamente, escribieron al respecto. Entre muchas, son de incomparable valor las obras de cuatro de ellos:

“UNA LECTURA DE LA ERA MODERNA DESPUÉS DE LA CAÍDA DEL COMUNISMO. El péndulo de la modernidad.” (1994) de Agnes Heller, LA GRAN MASCARADA (2000) de Jean-Francois Revel, “LA EXPERIENCIA TOTALITARIA” (2010) de Tzvetan Todorow y “CAMARADAS” (2009) del historiador británico Robert Service.





La frase final de Service (página 667) inspiró el título de este artículo:

“El comunismo tendrá larga vida después de su muerte, incluso cuando el ultimo estado comunista haya desaparecido.”

Lenin, el inventor del partido y del estado totalitario

Dada la amplitud del tema sobre su herencia, de la mano de Heller vamos a indagar algo de lo que ha quedado vivo del comunismo después de su muerte.

“Lenin inventó el modelo organizativo de todos los Estados y Partidos Totalitarios” afirma Heller. Y lo que es igualmente importante: “También inventó los tipos de pautas de tecnología de poder adecuados a los mismos”.

Para Lenin el objetivo único que existía era el de alcanzar el poder, y para lograrlo el partido no reconocía ningún principio en la política ni tenía restricciones en el terreno moral, Así, con la mirada fija en el objetivo final, estratégico, de tomar el poder las tecnologías de poder se tradujeron en las famosas “recetas” leninistas: “concentración de todos los ataques en un punto” y el punto era donde la resistencia era menor, “cambiar de aliados día a día”, “obediencia y lealtad a la organización, al partido, por encima de todo”.

Allí, nos parece, está su legado imperecedero a partidos socialistas y comunistas: hay que capturar el poder ejecutivo para desde allí construir el estado totalitario socialista avanzando en la destrucción de la heterogeneidad social y suprimir las diferentes esferas de la sociedad civil bajo un mando único. Fue lo que él hizo con indudable éxito desde el 7 de noviembre de 1917 como jefe (Comisario General) del Consejo de Comisarios del Pueblo, donde Stalin ocupó el cargo de Secretario de Nacionalidades y Trotski el de Comisario de Exteriores. El primer decreto de este organismo de gobierno central (poder ejecutivo) fue el “Decreto de la Tierra” que, bajo la acción del terror, inició el proceso de colectivización y acabó con la propiedad privada agrícola.

Stalin el gran estratega: derrotó a Hitler y también a Roosevelt

Sin duda, Stalin fue un alumno sobresaliente de Lenin: estableció alrededor del mundo partidos comunistas semejantes al PCUS y obedientes a él. Fue el creador de Mao y del partido comunista chino.

El oculto plan político de Stalin para después de finalizada la II Guerra Mundial es el que lo condecora como el gran estratega del siglo XX. Ejecutado a lo leninista -es decir, a sangre y fuego, sin contemplaciones morales ni piedad alguna- exportó el modelo totalitario socialista a todos los países de Europa Oriental (Polonia, Estonia, Letonia, Lituania, Bulgaria, Ucrania, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Alemania Oriental) apoyándose para ello en el ejército rojo y en leales militantes comunistas de dichas naciones. El presidente Roosevelt, en cambio, no contaba con ningún plan político, sólo contaba con un plan militar: ganar la guerra. Es por ello responsable en gran medida de la sovietización de aquellos países que no tuvieron ninguna posibilidad de victoria al enfrentarse al invencible Stalin, el verdadero –no ficticio- “hombre de acero”.

El comunismo murió, pero quedaron los comunistas

Por décadas, hasta el 25 de diciembre de 1991, el régimen soviético sobrevivió a Stalin, enfrentando siempre a EEUU en dura batalla por la supremacía mundial. Aquél día ocurrió lo impensable: desapareció la URSS. Estupefactos, los comunistas de todo el mundo no podían dar crédito a aquello. La frase de Fidel a Lula lo expresa muy bien: “La desaparición de la Unión Soviética fue como si dejara de salir el sol”.

El asunto es que el derrumbe traía adheridas varias consecuencias de fondo. Una, que el marxismo quedaba descartado como la ciencia de la historia que predecía su evolución. La frase “socialismo científico” de Marx quedó desacreditada para siempre. Pero ese no era el problema mayor que tenían que afrontar militantes socialistas y partidos comunistas alrededor del mundo. El problema mayor era que se quedaron sin mensaje, sin narrativa, sin discurso propagandístico para atraer incautos. El “Paraíso Terrenal comunista” de la URSS: un sistema “de partido único de la clase obrera superior a la decadente democracia burguesa” y “donde no existía la explotación del hombre por el hombre, ya que sustituyó la propiedad privada por la propiedad colectiva de los medios de producción” se convirtió en mercancía vencida.

La conclusión para decirlo con palabras de Heller es que: “El comunismo, históricamente hablando, está muerto y sin posibilidades de resurrección.”

Pero en América Latina organizaciones comunistas que nacieron cuando existía la URSS se proponen resucitar el comunismo. Así ha ocurrido en Venezuela y Nicaragua. Con ese fin llegan al poder ejecutivo, en Perú, el Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (movimiento terrorista de los ochenta) y en Chile, los radicales partidos socialista y comunista. Si tienen éxito condenarán a sus habitantes a vivir en la miseria y en la esclavitud como lo ha hecho el régimen totalitario comunista en Cuba.