Venezolanos siguen varados en Ezeiza: otra vez les cancelaron el vuelo

Venezolanos siguen varados en Ezeiza: otra vez les cancelaron el vuelo

El “campamento venezolano” que montaron los pasajeros desesperados junto al McDonald’s de la Terminal A.

 

La pesadilla continúa para los 200 venezolanos varados en Ezeiza, que debían salir hacia el Caracas el martes, pero el vuelo fue postergado por la aerolínea de bandera Conviasa para este jueves a las 6 de la mañana. Sin embargo, cerca de las 22 horas del miércoles, el viaje se volvió a cancelar, lo que despertó la ira de los frustrados y agotados pasajeros, quienes no tienen a quien reclamar porque la empresa venezolana no posee oficinas en el aeropuerto bonaerense.

Por clarin.com





La nueva suspensión cayó como una bomba en el sector donde se encuentra McDonald’s, en la Terminal A, punto de encuentro y centro de operaciones de los venezolanos, quienes armaron como una suerte de campamento con mochilas, valijas, frazadas y utensilios. Allí muchos duermen, comen y pasean a sus pichichos (hay tres). Se advierte la resignación en los rostros de la gente mayor y en las criaturas que hace tres noches pernoctan en el aeropuerto.

Sin embargo, uno de los pasajeros, Fabio Jiménez, que tiene una fiambrería en Palermo, decidió levantar el ánimo de sus compatriotas y junto a un par de amigos influencers, organizó una colecta exprés que consistió en llevar al aeropuerto 50 cajas de pizzas, 24 docenas de empanadas y 200 litros de bebidas para amenizar una situación insostenible. “Hay decenas de pasajeros que no tienen para comer y gracias a la solidaridad en las redes sociales de venezolanos y argentinos pudimos juntar unos cuántos miles de pesos”.

Jiménez, de 26 años, intenta inyectar un poco de ánimo a tan complejo momento en donde nadie da la cara. “Realmente me parte el alma ver a mis compatriotas llenos de angustia y tristeza, por lo que esta iniciativa tenía el objetivo de estimular, porque con la panza la humillación se tolera distinto“, ilustra el joven que hace cinco años no ve a sus familiares y ansía la hora de viajar. “La diferencia es que a mí me va un poco mejor y puedo ducharme y dormir en una cama porque yo vivo en Buenos Aires”.

Unas horas antes, un comunicado de Conviasa en las redes sociales había helado la sangre de los caribeños que estaban confiados en que viajarían: “Desafortunadamente seguimos presentando inconvenientes operacionales que no nos permiten ejecutar el vuelo planificado. Toda la fuerza trabajadora de Conviasa se encuentra resuelta a solventar estos inconvenientes y a trasladar a cada uno de ustedes a su destinos. Para este fin, nuestro equipo se encuentra trabajando sin pausa para dar inmediata respuesta a nuestros distinguidos pasajeros”.

Y el mensaje termina con un “rogamos disculpen las molestias ocasionadas, nos mantendremos buscando soluciones y alternativas para resolver los inconvenientes que por razones de fuerza mayor y ajenos a la voluntad de Conviasa y sus trabajadores se han presentado. Inmediatamente se disponga de información con respecto al vuelo se les hará saber por esta misma vía”.

“Yo llegué cerca de las 23 y me encontré con una escena que parecía que transcurría en un cementerio. Es tanto el cansancio y el daño emocional que opacan la bronca y el odio de esta gente que pagó, como mínimo, 1.000 dólares por tramo. Todos los que están aquí se encuentran endeudados por estos pasajes y desde el lunes no hacen otra cosa que gastar y gastar las pocas reservas que quedan”, sitúa Denis Portillo, representante legal de los pasajeros.

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