El Mundo: Petro, uno de los suyos

El Mundo: Petro, uno de los suyos

Gustavo Petro, aspirante a la Presidencia. FOTO: Mauricio Moreno – El Tiempo.

 

HUBO una época en España, no tan lejana como para no recordarla, en que dejó de hablarse de rojos y fachas. Había, como en todas partes, izquierdas y derechas, pero nadie presumía de todo su pasado ni creía que solamente tenía pasado el adversario político y que lo deslegitimaba para siempre.

Por F. JIMÉNEZ LOSANTOS / elmundo.es





Hoy, al que defiende el régimen constitucional lo llaman facha. Han vuelto los rojos. No los comunistas de final de los 60 y los 70, el PCE eurocomunista de la reconciliación nacional, sino el de los años 30; y con él, otra vez, el PSOE, pero no el de Besteiro sino el de Largo Caballero. Es inimaginable en España que un partido de derechas reciba como héroe a un terrorista. Es inimaginable que uno
de izquierdas sepa de un terrorista y no lo agasaje.

El último homenajeado por su pasado criminal y no pese a él, como Otegui es celebrado por ser terrorista y no pese a ello, ha sido Petro, candidato comunista a la presidencia de Colombia. Lo han recibido como lo que es, uno de los suyos, el presidente Sánchez, la vicepresidenta Yolanda Díaz, la ministra Belarra y el jefe del Partido Comunista de España, secretario de Estado para la Agenda 2030 y abogado en La Habana de las FARC, Enrique Santiago, que llamó al régimen colombiano «narcoparamilitar». Petro lo llamó «fascista» pero dijo que, con él, su país será, por fin, una democracia.

Yo pensaba que España mantenía relaciones diplomáticas plenas y cordiales con Colombia, hasta me pareció ver a su presidente Iván Duque hace poco por Madrid. Sería un espejismo, claro, porque cómo íbamos a llamarle narcodictador. Sería otro.

El último héroe de los rojos españoles es rojísimo. Pertenecía al M-19, grupo terrorista y castrista cuya gran hazaña fue el asalto del Palacio de Justicia, recuperado al precio de 101 muertos, entre limpiadoras y jueces. Lo hicieron para destruir el expediente de Pablo Escobar, que tenía también en nómina a la ETA, uno de cuyos peritos les enseñó a montar coches-bomba contra políticos, periodistas y rivales del sector. La masacre del M-19 aparece en la serie Narcos. Y en un gran documental de El Espectador, cuya sede fue volada
con un coche-bomba y su director asesinado.

Tampoco el Gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez está con esas víctimas sino con sus verdugos. Si son rojos, buenos son. Ya no existe la izquierda de Leguina, Múgica, Redondo o el Jorge Semprún de Netcháiev ha vuelto. De la mano del Cartel de los Soles. Es inimaginable que un partido de derechas reciba como héroe a un terrorista, y que uno de izquierdas sepa de uno y no lo agasaje