Orgullo herido y temores: las razones históricas detrás de la obsesión de Vladimir Putin con Ucrania

En las últimas semanas, Vladimir Putin movilizó más de cien mil tropas y armamento pesado que rodearon Ucrania por tierra y agua. La OTAN le advirtió que no tolerá una agresión militar al país vecino

 

Rusia moviliza más de cien mil soldados hacia la frontera oriental de Ucrania, varios miles más se trasladan hacia Bielorrusia cerca de la frontera norte y avanzan fuerzas navales de Moscú desde el Mar Negro, al sur. Las tres acciones son al mismo tiempo y en todos los casos, con el argumento de prácticas militares imprevistas. Pero no es ninguna novedad: Rusia está mostrando los dientes ante occidente y amenaza, extorsiona. Como quien dice “no se metan conmigo ni con mis intereses”. Y ya ha sucedido antes.

Por Infobae





Ucrania es un territorio fundamental para Rusia, no sólo porque fuera durante buena parte del siglo XX una de las repúblicas socialistas soviéticas más grandes y desarrolladas. También es relevante porque forma parte de un colchón de seguridad, una barrera geográfica que separa al gigantesco país euroasiático de la OTAN, la alianza militar de occidente a la que Moscú se enfrentó durante la Guerra Fría. Exactamente lo mismo sucede con Bielorrusia, pero la diferencia radica en que Alexander Lukashenko, presidente de facto, es un gran aliado del Kremlin.

En ese sentido, Ucrania no es para Rusia más que una herramienta geopolítica que debiera formar parte de su esfera de influencia por motivos pragmáticos, pero también por razones históricas, políticas y culturales. Mantener a este territorio y a su gente cerca de Moscú es casi una obsesión. No es casualidad entonces que el presidente ruso Vladimir Putin dijera en julio pasado que rusos y ucranianos son un sólo pueblo, un conjunto único. Como si debieran estar en el mismo bando.

Soldados y veteranos ucranianios marchan por las calles de Kiev, capital de Ucrania (fotos: Ignacio Hutín)

 

Ambos países tienen como origen común el Estado medieval del Rus de Kiev, del que derivan los nombres de Rusia y Bielorrusia. El territorio actual de Ucrania luego fue parte de diferentes Estados hasta que pasó a la órbita imperial de Moscú en un avance de oriente a occidente a partir del siglo XVII y hasta mediados del XIX. La Revolución de Octubre, en 1917, fue la oportunidad única de consolidar una Ucrania completamente independiente.

Pero los apenas dos años de independencia fueron caóticos e implicaron guerras entre zaristas, bolcheviques y anarquistas. Para 1920 todo el territorio volvió al control ruso, esta vez bolchevique, no zarista. Es decir que, desde el siglo XVII y hasta la disolución soviética de 1991, Ucrania dependió prácticamente siempre de Moscú.

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