Dormir poco, cenar ligero y otras cosas que engordan… pero no lo sabías

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Contabilizamos con precisión suiza cada una de las calorías que ingerimos y no nos saltamos el plan aunque la tentación se nos presente en forma de croqueta de jamón o minicroissant con doble de mantequilla (y azúcar). Cenamos frugalmente y nos ponemos los zapatos deportivos apenas amanece para machacarnos en el gimnasio después de haber desayunado un tazón de cereales ‘light’. En teoría, lo hacemos todo bien, pero, en la práctica, hay algo que no funciona porque, casi tres semanas después de que diéramos por finalizados los dispendios navideños, la báscula sigue anclada en ese máximo histórico que nos fustiga la conciencia y nos revienta los pantalones. Así lo reseñó El Mundo.

Porque, sin darnos cuenta, hacemos cosas en nuestro día a día que pueden estar perjudicando a nuestro metabolismo. ¿Cuáles son esos ‘pequeños detalles’, aparentemente sin importancia, que dinamitan nuestra dieta? Javier Fernández Ligero (@nutriligero), farmacéutico y nutricionista, nos los explica, no sin antes advertirnos de la importancia de “estudiar el caso de cada persona de forma individualizada”.

Desayunar hidratos simples

“La mayoría de la gente, lo que hace nada más levantarse de la cama, es tomar un desayuno que suele ser rico en hidratos de carbono para luego pasarse toda la mañana sentada en su puesto de trabajo. Al tratarse, habitualmente, de hidratos de carácter refinado (galletas, pan con mantequilla, cereales, etc.), su impacto sobre la glucosa sanguínea es muy elevado. Ese pico de azúcar en sangre con el que se arranca cada día, nos lleva a un estado de inflamación general, perjudicando el funcionamiento de nuestro metabolismo y empujando a nuestro organismo a la secreción de una gran cantidad de insulina para poder hacer frente a esas glucemias tan altas”, relata Fernández Ligero.

Y como si de una montaña rusa dietética se tratara, tras el subidón llega el bajón a lo bestia. “La hipoglucemia que se genera tras ese pico de glucosa nos lanza de cabeza hacia ese picoteo de media mañana que nos vuelva a generar otro momento de ‘bienestar’ efímero”.

¿Solución? “Lo ideal sería arrancar con una actividad física moderada que fuera la antesala de un desayuno rico en proteínas y grasas saludables (revuelto de huevos, salmón ahumado, atún en conserva, aguacate, etc), sin subidas, ni bajadas de azúcar”.

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