Lo capturaron manejando borracho en España, fue a juicio y asesinó a un funcionario del juzgado

Lo capturaron manejando borracho en España, fue a juicio y asesinó a un funcionario del juzgado

Agentes de la Guardia Civil de Tráfico. (EFE/R. García)

 

 

 





Apenas eran las 9:30 horas de la mañana cuando una patrulla de la Guardia Civil de Tráfico de Granada le dio el alto a Fernando Quirós Santiago. Los agentes tienen un ojo clínico para detectar infractores al volante. A simple vista, Fernando parecía adormilado, con temblores, pálido, ojos rojos y desprendía un fuerte olor a alcohol.

Por El Confidencial

—¿Dónde va usted?

—Vengo de Atarfe y voy a mi casa en Pinos Puente.

Los agentes notaron enseguida ese hablar pastoso y balbuceante de los borrachos.

—Pues de momento se va a quedar aquí con nosotros.

—¿Y eso?

—Parece que ha bebido usted un poco, ¿no?

—Sí, pero solo dos copas de coñac.

Se somete voluntariamente a las pruebas del alcoholímetro. En la primera da 1,13 de miligramos de alcohol en litro de aire aspirado y, en la segunda, 10 minutos después, 1,05. Le intervienen el carro, un Dacia Sandero, y le citan para el día siguiente en los juzgados de Granada para un juicio rápido. Sobre todo, teniendo en cuenta que ya tiene varios antecedentes de conducción alcohólica y le han suspendido un par de veces del carnet de circulación por sentencia firme. Por la última sentencia, debería haber realizado un curso de sensibilización y reeducación vial, pero decidió no hacerlo.

Al día siguiente, a la misma hora, con el mismo carro, que ya había recuperado del depósito, se dirige hacia Granada, para asistir al juicio rápido. Circula por la GR-30 a la altura del Nevada Shopping, el centro comercial. “Nosotros le vimos e iba dando bandazos”, dice el conductor de un carro que iba detrás del suyo. “Mi mujer me dijo que fuera con cuidado y me alejase un poco, pero enseguida se llevó a un motorizado por delante”.

Fernando Quirós golpeó a una Suzuki por detrás, tiró al motorizado a la cuneta y, en vez de frenar, siguió adelante durante al menos 75 metros, según el informe de Tráfico. En el capó del carro se llevó enganchada la moto y al conductor. “Yo creo que frenó porque la moto y el cuerpo le impedían continuar, si no, hubiera seguido”, insiste el testigo.

“Cuando paró, le adelanté, estacioné a un lado y me bajé del carro. Mi mujer llamó al 112”. Este hombre comprobó con horror como, fruto del arrastre, el motorista había perdido el casco. Su cuerpo estaba aprisionado debajo de la moto, cuya rueda trasera a su vez estaba todavía debajo del carro. El conductor se bajó del vehículo a ver qué pasaba, pero iba tan borracho que no era capaz de mantenerse de pie como una persona normal y, ante el riesgo de que lo atropellaran, le ordenaron que se metiese otra vez en el Dacia y esperara.

“El hombre todavía respiraba, aunque estaba malherido”, reconoce el testigo. “Entonces, me acerqué al conductor del Dacia y le pedí que quitase el carro porque estaba ocupando dos carriles y podía producirse otra colisión. No sé cómo lo hizo, pero volvió a pasar por encima del herido. Le pasó por encima del brazo izquierdo”. En ese momento, pasó una ambulancia por allí. La mujer del testigo movió los brazos haciendo gestos ostensibles de que parara. Lo hizo.

Un médico intubó al herido, pero poco más pudieron hacer porque falleció minutos después por un traumatismo encefálico severo. “Antes de que llegara la patrulla de la Guardia Civil, el del Dacia volvió a arrancar el carro y suavemente empezó a alejarse del lugar. Me di media vuelta y le grité que a dónde iba. Me metí por la ventana y le obligué a parar el vehículo. Justo entonces llegó la patrulla”.

Para seguir leyendo, clic AQUÍ.