Anthony Perkins: el éxito con “Psicosis”, una tortuosa vida en el closet, y su doloroso final víctima del sida

Anthony Perkins: el éxito con “Psicosis”, una tortuosa vida en el closet, y su doloroso final víctima del sida

Anthony Perkins trabajó con Alfred Hitchcock, Orson Welles y Stephen Sondheim, entre otras leyendas del cine y el teatro. (Getty Images)

 

Anthony Perkins, el actor de Psicosis, se enteró que tenía Sida por los diarios. Una mañana de 1990, The National Enquirer, un tabloide, publicó que el actor era positivo de VIH. Su publicista negó la información, él escapó de la prensa unas semanas, no atendió el teléfono de su casa y el mismo día que la noticia se publicó, fue al hospital realizarse un test de VIH. El resultado fue positivo. No se sorprendió. Él ya lo sospechaba pero no tenía la confirmación.

Por infobae.com





Al principio creyó que el periodista sólo había especulado ya que conocía su pasado sexual, que había hecho correr el rumor sin información, cómo sucedía en esos días en los que cada homosexual del ambiente artístico protagonizaba un rumor de ese tipo. Pero, unos años después, Berry Berenson su esposa, explicó que semanas antes Perkins había tenido una leve parálisis facial y por ese motivo se había realizado varios exámenes. Así fue cómo el análisis de sangre se filtró a la prensa sin que él supiera, siquiera, que también se le había pedido el examen de HIV.

Sus últimos años los pasó recluido, esquivando los flashes de los paparazzis que querían una foto del deterioro físico. La enfermedad fue avanzando y minando sus facultades. A su lado estuvieron siempre su esposa y sus dos hijos adolescentes.

Anthony Perkins nació en Nueva York el 4 de abril de 1932, hace noventa años. Su padre viajaba mucho por trabajo y el tiempo que pasaba en la casa no era pacífico. A él no le prestaba demasiada atención y peleaba con su esposa. El pequeño Anthony, alguna vez, secretamente, deseó que su padre muriera. Eso se convirtió en realidad cuando él tenía cinco años. El chico se sintió muy culpable porque creyó que sus deseos ocultos habían provocado la desgracia. Su madre era muy controladora y apegada a su hijo. Perkins, muchos años después, contó que ella abusaba física y psicológicamente de él.

Desde muy joven se dedicó a la actuación. Después de un papel menor en una película, se destacó en Broadway. Su regreso a Hollywood fue con un largo contrato con Paramount y muchos dólares. Las películas se sucedieron. Su nombre comenzó a ser conocido. Pero mientras él oficiaba de galán y acumulaba fans, su vida personal le traía problemas con el estudio. Anthony Perkins era homosexual y mantenía un romance con Tab Hunter. En Paramount sabían que si esa información salía a la luz, la carrera que estaban cincelando se desmoronaría. El estudio se obstinaba en convertirlo en un galán. Lo emparejaban con las mujeres más bellas: Sophia Loren, Audrey Hepburn y Jane Fonda entre otras. El jefe de Paramount se reunía con él y lo conminaba a que terminara su relación amorosa con Tab Hunter, un galán de fines de los cincuenta. Ya no le pedía discreción sino la disolución de la pareja. Lo que al principio fueron recomendaciones y pedidos, luego se transformó en presiones, órdenes y amenazas. Cansado de eso, Perkins compró su propio contrato para poder quedar en libertad.

Hitchcock supo, sin saber la historia familiar de Perkins, que ese era su actor, que era el ideal para protagonizar su próxima película. Había en él una oscuridad, una ambigüedad inquietante. Apenas vio su actuación en Friendly Persuasion de William Wyler, se convenció de que nadie más que Perkins podía interpretar a Norman Bates. El agente del actor lo llamó y le dijo: “Hitchcock te quiere para protagonizar su próxima película”. Eso fue todo lo que necesitó escuchar. Tanto él como Janet Leigh actuaron por menos dinero con tal de participar en un proyecto del maestro del suspenso. La película fue un éxito enorme y convirtió a Perkins en una estrella mundial. La escena más famosa de la película, una de las más conocidas y estudiadas de la historia del cine, el asesinato del personaje de Leigh en la ducha en manos de un travestido Bates, no contó con su participación (y en muchas de las tomas tampoco con Leigh, sino con una doble de cuerpo): Perkins estaba en Broadway preparando una nueva obra.

Psicosis marcó un quiebre en su carrera. Las ofertas le llegaban aluvionalmente y su salario se multiplicó. Sin embargo, él se lamentaba porque a partir de ese momento todos lo querían para películas de terror o de suspenso y siempre le ofrecían los mismos papeles. Con el prestigio y la fama ganada se trasladó a Europa para poder participar de otro tipo de historias. Durante años renegó de Psicosis porque el público sólo podía ver en él a Norman Bates. Sin embargo participó de tres y hasta llegó a ser director de una de las secuelas de la saga. Ninguna se acercó, ni siquiera mínimamente, a la original de Hitchcock.

Otro de los motivos de su intento europeo fue la homofobia de Hollywood, la presión de los directivos de los estudios para que no diera a conocer sus relaciones homosexuales. Deseaba vivir en libertad con su pareja Grover Dale.

Ni siquiera era un rumor. En Hollywood todos daban por sentado que el protagonista de Psicosis era homosexual. Ni siquiera bisexual. No se le habían conocido parejas femeninas y sí varias masculinas. Tab Hunter, Rock Hudson y Rudolf Nureyev entre los más célebres. Él, pese a su discreción, tampoco hacía nada por ocultarlo. Sólo intentaba no llamar la atención, evitar algún escándalo que pudiera afectar su carrera. Pero internamente vivía con contradicciones y tironeos. El hecho de tener que vivir sus amores de manera clandestina, de tener que ocultarse, lo hacía infeliz.

A inicios de la década del setenta, cuando se acercaba a los cuarenta años, empezó terapia con Mildred Newman, una psicóloga mediática que vendía ciento de miles de ejemplares de sus libros en los que daba claves para vivir feliz. La psicóloga le prometió que lo curaría. Revertiría su homosexualidad. Anthony no empezó solo la terapia de reconversión. También lo hizo su pareja de los últimos siete años, el bailarín Grover Dale.

Perkins acudía a tres sesiones semanales con la doctora. Ella le aconsejó tener sexo con una mujer y luego casarse. A las pocas semanas comenzó una parte más agresiva del tratamiento: la doctora ordenó que se lo sometiera a sesiones de electroshock. Varios de los allegados a Anthony Perkins dijeron que su memoria se vio afectada y que durante mucho tiempo le costó recordar sus parlamentos. La Dra. Newman recibió, después de su muerte en 2001, abundantes denuncias de maltrato y mala praxis (las terapias de conversión fueron años después prohibidas en buena parte del mundo).

Sin embargo, Perkins se convenció rápido de que el tratamiento para transformarlo en heterosexual había dado resultado. Tuvo su primera relación con una mujer en 1971. Su pareja era también una celebridad: Victoria Principal.

La relación fue fugaz. Pero el año siguiente mientras filmaba Play It As It Lays, basada en el libro de Joan Didion, Anthony conoció a Berry Berenson. Ella era modelo y fotógrafa y tenía 23 años. Era fan del actor. Seguía devocionalmente su carrera. Y, gracias a los contactos familiares –una familia que aunaba millonarios, nobles, influyentes y módicas celebridades- pudo conocerlo. Muy rápidamente se pusieron de novios. Las reacciones a su alrededor eran de consternación. Habían visto a Perkins durante más de una década con diferentes parejas masculinas. A ella no parecía pesarle; dejó a su antiguo novio y fue tras el actor. Estaba cumpliendo un viejo anhelo, casi una obsesión. “Él me dijo que había sido homosexual. Pero yo no le di mayor importancia. No escuché lo que me decía”, declaró Berry, hermana de Marisa Berenson.

La pareja se casó dos años después cuando ella estaba embarazada de tres meses. Tuvieron dos hijos.

En Play As It Lays volvió a interpretar a un personaje homosexual después de más de dos décadas. Posiblemente, se lo permitió porque por primera vez salía con mujeres. Su primera gran actuación había sido en Broadway en 1953 en la obra Tea and Simpathy dirigida por Elia Kazan. La crítica quedó deslumbrada con ese joven que interpretaba a un adolescente ambiguo al que acusan de gay. Pero desde el suceso en Hollywood, Perkins debía evitar cualquier rol que pudiera poner en duda o el foco sobre su sexualidad. Durante más de un lustro fue un galán y hasta se dijo que era el nuevo James Dean.

Poco antes de su muerte, el actor reconoció que tenía Sida. En los dos años previos había utilizado nombres falsos y disfraces cada vez que acudía a consultorios y hospitales para que la prensa no se enterase: la enfermedad en esa época, además de ser mortal, era infamante. Había visto el escarnio y acoso mediático que había sufrido Brad Davis, el actor que había protagonizado Expreso de Medianoche, desde que se supo que tenía sida. Quería tranquilidad para sus días y sabía que si se difundía su estado iba a ser muy complicado que lo contrataran para nuevos papeles. Murió el 12 de septiembre de 1992 por una neumonía derivada del sida. Dejó escrito un pequeño comunicado para que fuera difundido por sus familiares: “Elegí no hacer pública mi enfermedad porque no ganaba nada con eso. Además, los problemas de un viejo actor son insignificantes en este mundo loco en el que vivimos. Aprendí más sobre amor, altruismo y humanidad de la gente que me encontré en esta gran aventura en el mundo del sida que en toda mi vida en ese despiadado y competitivo ambiente en el que transcurrió mi vida. Muchos creen que el sida es un castigo divino. Pienso diferente. Fue enviada para que la gente aprenda sobre cómo amor, comprender y ser compasivo con los demás”.

No se sabe con precisión cómo fue el matrimonio entre Perkins y Berenson. Si se trataba de una relación afectiva pero no sexual, si era una fachada entre amigos para seguir ocultando la orientación sexual de la estrella. Sí se sabe que apenas Perkins tuvo diagnóstico positivo, ella (que se hizo el análisis de HIV de inmediato y dio negativo; el mismo resultado para sus dos hijos) lo cuidó con devoción, lo protegió de las filtraciones a la prensa, lo acompañó a cada consulta médica y se mantuvo a su lado hasta el final. Fue Berry la que convenció a Perkins de que en su cumpleaños 60, meses antes de su muerte, reuniera a sus amigos más cercanos y les informara de su estado, de que recibiera esas muestras de afecto finales.

Berry Berenson, en los años siguientes, siguió cuidando el legado de su marido y dedicándose a la fotografía. Murió en el atentado a las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, un día antes de que se cumplieran los nueve años del fallecimiento de Anthony Perkins. Regresaba de unas vacaciones en el avión que impactó en la segunda de las torres.