Menos aún las nuevas generaciones, pocos saben que un día como hoy nació merideño Hugo Trejo un siglo atrás. Preguntarán quién fue, e inmediatamente responderemos que uno de los factores que contribuyó al derrocamiento de Pérez Jiménez al alzarse el primer día de año nuevo por vía terrestre, con un sorpresivo desplazamiento de tanques, mientras Martín Parada lo hacía con los aviones.
En las redes hallará el curioso una data mínima sobre el teniente coronel del que no se sospechó el calibre político que adquiriría. En pocos días, el país descubrió a un oficial muy carismático con una extraordinaria ascendencia en las Fuerzas Armadas de entonces que pronto despacharon a la embajada de Costa Rica, por razones reales y ficticias que todavía los historiadores y politólogos tienen pendiente de trabajar.
Quizá fue expresión del nasserismo en ciernes del que tanto se temió, revuelta la corporación castrense que valientemente combatió el guerrillerismo de procedencia cubana y, al mismo tiempo, expuso a oficiales condenados por el alzamiento de septiembre de 1958, demasiado sangriento, a la vuelta de la esquina metidos en el santoral de la izquierda insurrecta al confluir en esos que llamaron las FALN.
Un seis de abril nace Hugo Trejo, aquél importante protagonista que luego fue cortejado por Hugo Chávez simultáneamente como lo hizo con Pérez Jiménez, cosa de locos. Y que, después, en el siglo que cursa, ha tratado infructuosamente el régimen de confiscarlo en beneficio propio.
Importa mucho cultivar la memoria histórica, yendo a personalidades que quedaron en una suerte de limbo. Esto, antes que este mismo régimen los desfigure.