Las Piedras, el pueblo sumergido en la miseria que creció a los pies de la refinería Amuay

Las Piedras, el pueblo sumergido en la miseria que creció a los pies de la refinería Amuay

Las Piedras, el pueblo sumergido en la miseria que creció a los pies de la refinería Amuay

 

 

 





 

Las Piedras es un pueblo pesquero que nació a los pies de la refinería Amuay, en el estado Falcón. Pese a que sus paredes colindan con las de la refinería que forma parte del Complejo Refinador de Paraguaná (CRP), catalogado como el más grande del mundo, no ha desarrollado ni los servicios básicos y vive sumergido en una pobreza extrema.

Corresponsalía lapatilla.com

Las Piedras tiene varios sectores, entre ellos Las Salientas, Tropezón, Villa del Mar y el casco Central. Es un lugar donde se puede comer mariscos frescos frente al mar y para ello hay varios restaurantes a orilla de playa. Desde sus orillas se puede ver la imponente refinería e incluso se escuchan los sonidos que emite la producción diaria.

Las familias de este lugar sobreviven con la pesca artesanal o de polivalentes, que parten desde el muelle de la comunidad. Pese a ello, sus calles están en muy mal estado, el alumbrado público es pésimo y las casas están sumergidas en un mar de aguas negras que contaminan las salinas y la bahía de la localidad.

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Desde hace años, sufren por un desborde de aguas negras, porque en la estación de bombeo se dañó la bomba sumergible, aunque han anunciado en varias oportunidades que la van a reparar, no cumplen. “Estamos en un abandono total. Aquí un día vamos a comer mierda porque ya no tiene por donde salir. Los zancudos no se aguantan y la pudrición, ya estamos acostumbrados. Cuando hace más calor es que se pone peor“, dijo Rafael González, habitante de la zona.

En meses anteriores, las familias no podían ni usar las duchas, el agua negra salía por todos lados. “Buscamos una empresa de achiques y entre todos pagamos para que achicaran la tubería, eso es una solución para el momento, con los meses vuelve a colapsar, hasta que no pongan la bomba no vamos a estar en paz“, dijo.

Lamentó que estando a los pies de la refinería estén tan olvidados, buscando que comer todos los días y viviendo en la miseria. “Aquí no recibimos ayuda de ningún tipo. Lo más trágico para nosotros es el agua que llega cada mes o cada dos meses. Uno no tiene como pagar un cisterna que cuesta doce dólares por mil litros y en estas casas hay muchos niños. Nosotros somos familias grandes que vivimos de la pesca“, dijo González.

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Por su parte, Nohelia Silva dijo que la situación cada vez es peor y los políticos solo van a prometer y no cumplen con nada. “A esa estación de bombeo le hicieron un maquillaje con pintura, siempre dicen que la van a arreglar y no cumplen. Uno ya está cansado. Los muchachos hacen sus necesidades en los patios y se entierran, cómo hace uno si no agua hay para lavar las casas y lavarles la ropa”, dijo.

En la casa de Gregorio Malvar, los baños no funcionan por la misma situación, por lo que sus hijos se van a la playa que queda a escasos dos minutos caminando, cuando sienten alguna necesidad fisiológica. “El gobierno cree que somos los camellos de Arabia. Quién vive con agua cada uno o dos meses, eso no pasa en Caracas porque les tumban el gobierno“, dijo.

La cancha de la comunidad tampoco tiene puertas, el techo se ha ido cayendo con la brisa y hace muchos años que no le hacen mantenimiento, sin embargo los niños de la comunidad se entretienen en el lugar, porque en la zona tampoco hay internet y muy pocas casas tienen acceso a la televisión por cable.

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Las calles también están llenas de huecos, sin iluminación y reina la delincuencia. Aunque es un sector popular, solo reciben el beneficio de la bolsa Clap y según sus vecinos no es regular. Los pescadores cambian sus especies por productos de aseo personal y por otros rubros de la cesta básica para poder compensar un mejor alimento a sus familias.

“Nosotros no tenemos ningún beneficio de vivir cerca de la refinería; al contrario, el que se acerque a la cerca perimetral le vuelan la cabeza de un tiro. Solo vemos el mechurrio y sabemos que está ahí, pero no nos toman en cuenta para nada. Como se podrá ver cada día se desmejora la calidad de vida de todos los que aquí vivimos”, dijo Malvar.